Ucrania: Zelensky, entre la negociación o la profundización de la guerra

El presidente ucraniano

Con la guerra en el este europeo como marco y el ejército ucraniano retrocediendo notoriamente, Estados Unidos anunció hace pocas semanas el despliegue de misiles de mediano alcance (que pueden contener carga nuclear) en Alemania. Se trata de un nuevo episodio del armamentismo creciente y de las tendencias a una nueva guerra mundial.

El viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Ryabkov, prometió una respuesta fría, “sin nervios ni emociones”. Poco después, el presidente ruso Vladimir Putin anticipó “medidas espejo”. En rigor, el Kremlin venía de hacer un importante movimiento propio en Libia, país ubicado en el norte africano, donde Moscú apoya a uno de los bandos que se enfrentan en la guerra civil. “A finales de abril, los servicios de inteligencia occidentales advirtieron del inicio del despliegue de tropas rusas en Libia bajo la bandera del África Corps, heredero del grupo de mercenarios Wagner. Aviones de carga rusos aterrizaron en la base aérea de Brak al-Shati con decenas de soldados, mientras que los buques rusos Ivan Gren y Aleksandr Otrakovskiy atracaron en el puerto de Tobruk con más 6.000 toneladas de equipo militar, incluidos vehículos ligeros y pesados, misiles de crucero Kalibr, y artillería antiaérea ZU-23-2. Era el quinto envío de material militar ruso en menos de un mes”, informó El Confidencial, de España (11/7). Lo más sobresaliente es lo de misiles Kalibr, dado que son los homólogos rusos de los Tomahawk de EEUU que serán desplegados en Alemania. Es decir que, si este despliegue ruso es cierto, el Kremlin tiene a rango de tiro a todo el flanco sur de la Otan en Europa.

Mientras tanto, el Parlamento de Finlandia (país que se integró recientemente a la Otan) acaba de convalidar un acuerdo de seguridad con Estados Unidos que permitirá a Washington usar las bases militares finlandesas (fronterizas con Rusia). Un artículo de Infobae (1/7) afirma que la Casa Blanca tiene un pacto similar con Suecia y otros 18 países.

La hipótesis de una guerra abierta con Rusia orienta los planes militares en varias capitales europeas. Si bien el presupuesto federal de Alemania para 2025 prevé una reducción de la ayuda financiera a Ucrania del orden del 50% (compensable con la confiscación de activos rusos), los planes de la Bunderwher son por demás ambiciosos, y van desde la reinstauración del servicio militar obligatorio, hasta convertir a Alemania en el principal hub logístico de la Otan frente a una eventual guerra en el este europeo (que, según baraja la alianza atlántica, puede tener como teatro de operaciones a Polonia y los Estados bálticos, en los que Berlín cuenta con brigadas).

Además de un fondo de 100 mil millones de euros para reequipar al ejército de cara a lo que Bunderwher caracteriza como el ataque ruso para 2029, el plan prevé el despliegue relativamente rápido de un millón de tropas de la Otan. Como informó la prensa alemana, los militares se movilizarían desde los puertos del mar del Norte de Países Bajos, Bélgica y Alemania hacia al este en un período de entre tres y seis meses. La vía a través de la que se distribuiría ese despliegue sería la autopista alemana Bundesautobahn 2 (más conocida como A2), que une el área del Ruhr (en el oeste de Alemania) con Berlín (en el este).

Por su parte, Polonia (miembro de la Otan y la Unión Europea) está fortaleciendo sus tropas en la frontera con Rusia, preparándose para un posible conflicto a gran escala con el Kremlin y Bielorrusia. El presidente de este último país, Alexandr Lukashenko, dejó claro que ha trasladado armas nucleares a la frontera con Ucrania, desplegando allí tropas con misiles Polonesa e Iskander. Y la cosa no quedó allí, porque Bielorrusia realizó también maniobras militares conjuntas con China, a pocos kilómetros de la frontera con Polonia.

En Asia también

Los movimientos militares no se limitan al continente europeo, como lo muestra el acuerdo de seguridad mutua y asociación estratégica entre Rusia y Corea del Norte, una suerte de “artículo 5” entre ambos. Ahora, además de la provisión de municiones de 152mm norcoreana, los rusos han desempolvado el antiguo M-46 de artillería soviético, que está dando resultados. Esta pieza de artillería, que está siendo desplegada en cantidad, dispara una munición de 130mm que Rusia ya no produce, pero que Corea del Norte está en condiciones de proveerle en masa.

El panorama lo completa EEUU en Japón. Daniel Kritenbrin, funcionario norteamericano para Asia, dijo que “nuestros compromisos en materia de seguridad con nuestros aliados japoneses son férreos y que estamos comprometidos a utilizar todos los medios a disposición de Estados Unidos, incluida la materia nuclear, para asegurarnos de que cumplimos con esos compromisos”. No se trata solo de una amenaza a China, país sindicado como el gran enemigo por la última cumbre de la Otan, sino también a Rusia, dado que Japón viene reclamando cada vez con más ahínco por la devolución de las islas Kuriles, las que fueron tomadas por la URSS al final de la segunda guerra mundial y que hoy administra Rusia.

¿Paz o continuación de la guerra?

Hasta no hace mucho tiempo, el presidente ucraniano, Volodomir Zelensky, se mostraba contrario a cualquier entendimiento con el Kremlin que no contemplara la devolución a Ucrania de los territorios invadidos y la península de Crimea. Fue, de hecho, su posición en la “conferencia de paz” en Suiza promovida recientemente por su gobierno. Cuando el fenecido Henry Kissinger recomendó a Kiev, con pragmatismo, que sacrificara el Donbas y Crimea para poner fin a la guerra, Zelensky lo criticó duramente. Pero desde aquel cruce retórico hasta hoy, corrió mucha agua bajo el puente. El descalabro ucraniano podría terminar forzando a Kiev a un cambio de postura. Por lo pronto, reiterados son los titulares acerca de que Ucrania estaría dispuesta a negociar con Putin. “Zelensky empezó a hablar de negociaciones debido a los éxitos de Rusia y Trump” (CNN); “Zelensky comenzó a inclinarse hacia las negociaciones de paz”(Newsweek), y podríamos seguir. Trump, favorito para las presidenciales norteamericanas, ha dicho que no quiere poner un dólar más en la guerra, poniendo así más presión sobre Zelensky.

El ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmitry Kuleba, anunció en Pekín la disposición de Kiev a negociar con Moscú en una conversación con su homólogo chino, Wang Yi. En respuesta, Yi señaló que Moscú y Kiev “en diversos grados” expresaron su disposición a negociar. “Aunque las condiciones para ello aún no están maduras, apoyamos todos los esfuerzos destinados a lograr la paz y estamos dispuestos a seguir desempeñando un papel constructivo en el alto el fuego y la reanudación de las negociaciones”, enfatizó el diplomático chino.

La variante de una negociación no cayó bien en los sectores más recalcitrantes del bando ucraniano. Recientemente, el jefe del Estado Mayor de Azov amenazó en sus redes a quienes abogan por esa vía. “No hay paz sin victoria. Sólo hay una victoria: ni un solo soldado ruso en el territorio de Ucrania. No dejaremos esta guerra a nuestros descendientes, y ustedes tampoco la dejarán, porque si lo intentan, será malo tanto para usted como para ellos. Si esto es un ‘golpe’, ni lo piensen, lo escribí con moderación’”, dijo el líder del regimiento neonazi.

El curso actual de la guerra plantea, o bien un involucramiento mayor del imperialismo para tratar de contrarrestar el retroceso de Ucrania en el frente (tal el planteo del presidente francés Emmanuel Macron), lo cual acentuaría el riesgo de una guerra abierta entre la Otan y Rusia; o bien la búsqueda de algún tipo de solución negociada y el reparto de Ucrania en áreas de influencia del imperialismo y Moscú. Son dos alternativas reaccionarias.

Visto los hechos descriptos, no queda más que promover la intervención de la clase trabajadora. Guerra a los gobiernos de la guerra imperialista. Por gobiernos de trabajadores que traigan la paz entre los pueblos.