Internacionales
14/10/2020|1607
“Un aporte muy importante para los internacionalistas”
Celso Saavedra, de la organización L'Etincelle (La Chispa).
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Celso Saavedra integra la dirección de la organización francesa L’Etincelle (La Chispa). Participó como invitado al congreso del PO y de su comisión de Situación internacional.
-¿Qué reflexión te merecen las deliberaciones del XXVII Congreso del PO?
-Había tres desafíos para este congreso, 1) superar el retroceso de una escisión, 2) reorganizar el trabajo en medio de la pandemia y de una crisis social mundial inédita y, por fin, 3) comenzar a asegurar la transmisión de experiencia de la generación fundacional a una nueva dirección que está emergiendo.
El primero, el más doloroso, parece ser superado por los siguientes. Los debates abiertos, precisos y concretos revelan una serie de intervenciones que sorprenden a la militancia europea. La manera de articular el trabajo sindical con el frente de lucha del Polo Obrero, por ejemplo, es un aporte muy importante para los internacionalistas. Un trabajo difícil, con una serie de tareas tácticas complejas que servirán para preparar a los revolucionarios en otros continentes, con el derrumbe social que se anuncia. Y todo esto en un difícil contexto social y político, en el que por el momento, la izquierda no encarna aún la oposición al peronismo.
Desde Guernica hasta los debates de la comisión de Movimiento obrero, desde el trabajo internacional (del que destacamos el balance muy importante de la Conferencia Latinoamericana, debates de fuerte contenido político sobre la situación de Bolivia y Chile, y debates teóricos sobre el desarrollo de las contradicciones del imperialismo) hasta las discusiones sobre el sistema de prensa y el equilibrio a encontrar entre las redes virtuales y la fuerza organizadora de un periódico, todo eso “hace partido” y da ganas de asimilar toda la materia y las experiencias compartidas en este congreso. Claro que existen matices, diferencias, divergencias, enfoques a veces paralelos, pero constamos: un solo idioma, el internacionalismo.
Otro aspecto para terminar: la experiencia acumulada y acreditada por los debates y las resoluciones del congreso permite realizar la unidad contradictoria entre la construcción del partido y la política de frente único, como la llaman ustedes. El hecho de haber mantenido una colaboración durante una década con organizaciones revolucionarias, para crear una herramienta política, con sus límites y sus ventajas, al servicio del pueblo trabajador, representa, aunque sea frágil, un logro importante.
-¿Cómo se está viviendo en el movimiento obrero el recrudecimiento de la pandemia en Francia?
-En el primer mundo, como se decía antes, y en Europa en particular, llegó la hora de la bomba de tiempo del desempleo de masas. Francia perdió en el primer semestre de 2020 más de 700.000 puestos de trabajo, tiene inscriptos 6 millones de cesantes oficiales, tenía 9 millones de pobres al empezar el año y terminará con un millón más. Los estudiantes tienen hambre y algunos suicidios espectaculares marcaron la opinión de la militancia joven. Cuarentena y choque social provocan por el momento una sideración que utiliza la patronal para reorganizar su producción. Una verdadera guerra social, dinero gratis de miles de millones de euros para la patronal (créditos votados por los socialistas y la France Insoumise de Mélenchon) y nada, absolutamente nada salvo miseria para el proletariado. Socialismo para los ricos y capitalismo para los pobres.
La resistencia comienza a organizarse de diversas maneras. Son iniciativas muy locales y embrionarias pero que tienen como punto común la oposición a las burocracias sindicales. Algunas vienen de la base y cuentan con la intervención de los revolucionarios. En Toulouse, el 17 de septiembre, se juntaron alrededor de 50 trabajadores de 19 empresas del sector aeronáutico y subcontratados para organizarse juntos para impedir los despidos. El 3 de octubre, en la región parisina, unos 60 trabajadores del transporte urbano y suburbano (ferroviarios y buseros venidos de SNCF, Ratp, Keolis, Transdev) se reunieron para luchar contra la apertura del sector a la competencia comercial. Otras iniciativas proceden de sectores combativos de la CGT, como la sección de la empresa Cargill en Lille, que tratan de coordinar a las empresas que despiden en la región.
Por otro lado, vuelven a estallar varias huelgas duras en los hospitales e incluso en clínicas privadas, no contra los despidos sino para aumentos de salario y mejorar las condiciones de trabajo. A otro nivel, los enfrentamientos entre jóvenes de los barrios y la policía se hicieron más violentos y organizados esta última semana.
Las condiciones de una explosión social se acumulan, como un auto sin frenos. El accidente es inevitable pero el cuándo queda abierto.
-¿Cuál es el planteo de L’Etincelle frente a esa crisis?
-En la etapa actual para nosotros la prioridad es construir redes de trabajadores de la base, con apoyo de estructuras sindicales cuando es posible y contra ellas si es necesario. Esta acumulación de fuerzas, está lejos de representar aún una dirección alternativa pero en el caso de que un sector significativo en huelga tenga la oportunidad de aparecer como un polo legítimo, la tarea será la organización de una coordinadora nacional de sectores sindicales clasistas y combativos como dicen ustedes y de trabajadores de la base. Algo muy diferente a una coalición de direcciones sindicales como lo hacen la mayoría de las organizaciones trotskistas en Francia. Hay que tener en cuenta que las centrales sindicales organizan menos de 10% de la fuerza de trabajo.
Los choques sociales van a ser fuertes, incluso con aspectos reaccionarios (la trampa racista contra los musulmanes que impulsa Macron puede funcionar parcialmente), pero si la perspectiva descrita más arriba se concreta en Francia, con sus tradiciones de lucha, todo es posible, incluso que nuestras posiciones pasen de ser meros eslóganes a convertirse en consignas.
En esta situación de crisis inédita, la perspectiva de que paguen los responsables capitalistas y de que los trabajadores decidan es la única vía para reunir a los revolucionarios de una extrema izquierda profundamente dividida.
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