Un gurú de los nacionalistas latinoamericanos se fue a pique

Luego de una negociación secreta con los servicios de Estados Unidos y Gran Bretaña, Muhamar Khadafi, de Libia, anunció la renuncia al desarrollo de programas de "armas de destrucción masiva" (nucleares, biológicas y químicas) y firmó el protocolo de la Oiea (Organización Internacional de la Energía Atómica) por el cual autoriza la realización de inspecciones "sorpresa" a todas sus instalaciones civiles y militares.


Como consecuencia de "la reinserción de Libia en la comunidad internacional", se pondrá fin a las sanciones económicas y políticas contra ese país y se retomarán las inversiones petroleras anglosajonas.


"La real inspiración de la medida, según analistas árabes, fue asegurar que el poder absoluto de Khadafi no se debilitara" (New York Times, 20/12/03). Luego del acuerdo, Khadafi queda en el poder como un puntal norteamericano en el Medio Oriente. También le entregó a los servicios norteamericanos todos los registros con que contaba la inteligencia libia sobre Al Qaeda, sus operaciones y miembros.


Trucho


Libia, en realidad – coincide la mayoría de los analistas – "no tenía capacidad para construir ningún arsenal nuclear, biológico o químico serio". Tampoco estaba en condiciones, debido a las sanciones, de "producir la comunidad científica que pudiera construir los complejos sistemas necesarios"; por las mismas razones, "es dudoso que pudiera comprarlos" (ídem). Es decir que se trata de un acuerdo trucho: Libia finge que renuncia a un arsenal que no tiene ni puede tener, mientras que los norteamericanos y occidentales fingen que esa renuncia es un "desarme". Todo esto sugiere que el acuerdo sobre las armas es apenas la cobertura de otro tipo de acuerdo que pondrá a Libia en la primera línea de la "guerra contra el terrorismo" y que le abrirá a los anglosajones riquísimos yacimientos petroleros.


Europa y Estados Unidos


Aunque para Blair este "viraje" es una directa consecuencia de la ocupación de Irak, "Khadafi viene persiguiendo este giro en forma consistente desde comienzos de los años ‘90. Paso a paso se ha ido moviendo hacia la normalización de las relaciones" (Financial Times, 22/12/03). Libia había buscado que las compañías petroleras europeas, y sus Estados, respaldaran el desarrollo de su industria petrolera, pero sólo obtuvo un fracaso mayúsculo. Europa – en particular Francia e Italia – , fueron incapaces de superar las sanciones norteamericanas. Libia se vuelve hacia Estados Unidos cuando las propias compañías norteamericanas venían presionando a su gobierno para que levantara las sanciones contra Libia y les permitiera volver a explotar sus pozos (Financial Times, 20/12/03). El "giro" libio es una indudable derrota de la Unión Europea en su enfrentamiento político y comercial con los Estados Unidos.


Libia e Israel


En consonancia con sus nuevas "amistades", Libia está manteniendo reuniones, por ahora secretas, con Israel, con vistas a la reanudación de las relaciones políticas y económicas entre ambos. Estas reuniones incluyen encuentros entre los respectivos servicios secretos e incluso entre dos miembros del parlamento israelí y el hijo de Khadafi, su aparente heredero en el poder.


El diario israelí que publicó las primeras noticias sobre estas reuniones cita a "altas fuentes de Jerusalén" que reconocen que "estamos recibiendo mensajes agradables de Khadafi y sabemos por distintas fuentes que su actitud hacia Israel sufrió un cambio total" (Página/12, 8/1).


Desequilibrio en Medio Oriente


Con Irak ocupado, Libia en la órbita norteamericana, Irán obligado a firmar el Tratado de No Proliferación de armas nucleares y a recibir inspecciones a sus instalaciones, y Siria bajo una enorme presión política y militar norteamericana, ha desaparecido lo que se había dado en llamar el "frente del rechazo", o sea el nacionalismo árabe que se decía capaz de contener al sionismo. En Medio Oriente queda en pie sólo una potencia atómica: Israel. Nunca, como ahora, fue más nítida la amenaza nuclear contra los pueblos de Medio Oriente.


Se han vuelto a poner en evidencia, en grado extremo, las insuperables limitaciones políticas del nacionalismo árabe, y esto ocurre cuando nace la lucha popular en Irak, Arabia Saudita y Palestina.