ESTADOS UNIDOS

Un nuevo crimen policial desata protestas en la ciudad de George Floyd

Un nuevo asesinato por parte de las fuerzas policiales causó este fin de semana grandes movilizaciones en Minneapolis, Minnesota, la misma ciudad en que fuera asesinado George Floyd en mayo de 2020. El sábado, pese al clima gélido, marcharon más de 1.000 personas.

Amir Locke, un joven negro de 22 años, fue abatido de tres disparos por efectivos que ingresaron a su domicilio en el marco de un allanamiento no anunciado. Son aquellos que se realizan en forma sorpresiva, sin tocar la puerta. En la grabación de la cámara portátil de uno de los policías involucrados, puede verse a Locke aún envuelto en una sábana, puesto que se encontraba durmiendo.

La policía argumenta que los efectivos se defendieron porque Locke habría tomado un arma, pero es la propia naturaleza del procedimiento la que conduce a estos crímenes. La fuerza policial ingresa a los domicilios con la más completa impunidad. En marzo de 2020, Breonna Taylor, una trabajadora de la salud negra de 26 años, murió también durante uno de estos allanamientos no anunciados, en Louisville, Kentucky, luego de que los agentes ingresaran a su casa sin siquiera anunciarse. A raíz del caso, el municipio debió prohibir ese tipo de incursiones, que son un engranaje más del poder de una policía racista y dedicada al amedrentamiento de los sectores más explotados.

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El crimen de Locke coincide con el segundo juicio contra los oficiales que mataron a George Floyd. El primero redundó en la condena de Derek Chauvin, quien realizara la llave de estrangulamiento, durante nueve minutos seguidos, que terminó con la vida del joven afroamericano. El segundo sienta en el banquillo a los otros efectivos que intervinieron en la reducción de Floyd, cuyo deceso detonó una rebelión popular. Se estima que hubo entonces movilizaciones en más de dos mil ciudades y pequeños pueblos. En Minneapolis, fue incendiado el Departamento en que trabajaba el homicida de Floyd. El levantamiento trascendió la cuestión de los crímenes policiales, transformándose en una expresión de ira de los sectores más golpeados y empobrecidos contra el gobierno de Donald Trump y contra todo el régimen social.

Más allá de su demagogia, los demócratas comparten con los republicanos una orientación represiva. Frente a la conmoción causada por el crimen de Locke y el acercamiento del segundo veredicto en el caso Floyd, el gobernador Tim Walz (Partido Demócrata) activó la Guardia Nacional, un cuerpo militar de reserva, por lo que las policías locales pueden requerir su concurso en cualquier momento. Es la fuerza que intervino en el sofocamiento de distintos levantamientos contra el gatillo fácil policial, como en Ferguson, Missouri, en 2014, después del crimen de Michael Brown.

El actual alcalde de Minneapolis, el también demócrata Jacob Frey, que había quedado en el ojo de la tormenta tras la muerte de Floyd, es otro férreo defensor del aparato represivo. Fue el adalid del rechazo a la disolución y reemplazo del Departamento de Policía local por uno de Seguridad Pública, en una reciente consulta que se llevó a cabo en simultáneo con la elección en que logró su reelección. Pese al carácter limitado de dicha consulta, Frey se empeñó en derrotarla en defensa de la mafia policial. Por estos motivos, en las marchas del fin de semana había pancartas con el lema “Frey lied, Amir died” (“Frey mintió, Amir murió”).

Justicia para Amir Locke. Desmantelamiento del aparato represivo.