Un nuevo estallido popular


Las últimas agresiones de las fuerzas sionistas contra el pueblo palestino han generado una enorme respuesta popular. El asesinato de un joven en Kfar Kama, un pueblo árabe dentro del territorio israelí, en la Baja Galilea, desencadenó una movilización de 5.000 personas y choques de la juventud con las fuerzas policiales que se prolongaron durante 48 horas. El 8 de noviembre, una huelga general sacudió la zona y a los pueblos árabes del Neguev, la desértica región del sur israelí (Maan, 10/11). En Jerusalén, los choques con las fuerzas policiales en los barrios árabes se han multiplicado como resultado de la expansión de los asentamientos (incluyendo la confiscación de nuevas tierras palestinas para entregarlas al Ejército israelí) y del cierre de la Explanada de las Mezquitas, medida en que el gobierno israelí finalmente retrocedió. La policía israelí ha arrestado a 200 personas en las últimas semanas. Un periodista llegó a afirmar que “la tercera intifada está aquí” (Al Monitor, 4/11). Este estallido es boicoteado por la Autoridad Palestina (AP). Según un activista, “hay indicios de que la AP está interviniendo para poner fin a la revuelta en Jerusalén” (ídem, 31/10). No se veía semejante humor popular desde los momentos más álgidos de la operación “Barrera Protectora”.


 


Gaza


La precaria situación económica del pueblo palestino es otro catalizador de las revueltas. En el caso de la Franja de Gaza, los recientes atentados de los Hermanos Musulmanes en la península del Sinaí oficiaron como excusa para que la dictadura militar egipcia volviera a cerrar los pasos fronterizos. A su vez, Hamas ha denunciado a un organismo de la ONU de complicidad con Israel por el retaceo y la discriminación en el otorgamiento del material para la reconstrucción de la Franja. El material para la reconstrucción estaría entrando a cuentagotas debido a la presión israelí. Los contactos indirectos que existían entre Israel y Hamas se han roto. Como elemento adicional, se han acentuado las pujas entre Fatah y Hamas, que conformaron hace unos meses un gobierno de unidad. Como resultado de esas disensiones, casi 50 mil empleados estatales de la Franja -económicamente devastada luego de la invasión- llevan meses sin cobrar. Fatah ha acusado a Hamas de una serie de atentados contra dirigentes suyos.


 


“Dos estados”


La asfixiante situación económica de la Franja, la parálisis de las negociaciones, y las protestas en Cisjordania y Jerusalén, colocan en riesgo la situación de tregua que suspendió la operación criminal del sionismo. Según El País (8/11), “contra la posición de Estados Unidos que se opone a declarar el Estado sin unas negociaciones con Israel de por medio, varios países europeos avanzarían en el reconocimiento del Estado palestino”. Pero se trata de declaraciones, no de decisiones inminentes. El culebrón del 'reconocimiento' se viene arrastrando por décadas.