Un nuevo partido obrero en Gran Bretaña

A principios de mayo pasado tuvo lugar la convención fundacional del Socialist Labour Party (Partido Laborista Socialista) de Gran Bretaña.


El SLP es una ruptura del Partido Laborista, encabezada por Arthur Scargill, presidente del sindicato minero. Scargill fue el principal dirigente de la larga, encarnizada y derrotada huelga minera de 1984/85 contra el gobierno de la Thatcher.


¿Qué papel juega este nuevo partido y qué posibilidades abre para el desarrollo y la organización política independiente de la vanguardia obrera?


Antecedentes


A poco más de un año de las elecciones, todas las encuestas pronostican un cómodo triunfo del laborismo. Scargill lanzó el llamamiento a la construcción de un nuevo partido inmediatamente después de que dos conferencias realizadas en 1995 pusieran completamente al Partido Laborista en manos de la derecha (“New Labour”).


La conferencia extraordinaria (abril) derogó la llamada ‘cláusula 4’ del programa laborista, que planteaba  “la propiedad pública de los medios de producción, de distribución y de cambio de bienes y servicios”. La conferencia de octubre, por su parte, redujo del 70 al 50% los votos de los sindicatos en los organismos dirigentes del Partido.


Es claro que ninguna de las dos resoluciones altera el carácter del laborismo: con la ‘cláusula 4’, el Partido Laborista era —y sigue siéndolo sin ella— un partido imperialista. Su importancia es que advierten que el futuro gobierno laborista no ‘revisará’ ni renacionalizará las privatizaciones thatcherianas. El copamiento del laborismo por los privatistas, encabezados por Tony Blair, puso al desnudo, también, el derrumbe de la izquierda del partido.


El llamado de Scargill no tuvo eco, pues provocó una ruptura menor en el laborismo. Ninguno de los grandes sindicatos se adhirió al SLP. Tampoco está claro cuál es la relación oficial entre el nuevo partido y el sindicato minero de Scargill, aunque su base sindical lo apoya y varios sindicatos de base se unieron a él. De cualquier manera, el sindicato minero perdió mucho de su importancia después de los miles de despidos y cierres de minas que siguieron a la derrota de la huelga. Otras organizaciones que han adherido al SLP son un pequeño sindicato de la industria petrolera (OILC) y una parte de la dirección de los ferroviarios (RTM). También, en este caso, se trata de un sindicato muy debilitado por los 25.000 despidos provocados por la  privatización. Asimismo, ingresaron al SLP militantes provenientes de organizaciones de izquierda, desde el PC hasta trotskistas de diferentes tendencias.


El ‘debut’ del SLP tuvo lugar en las elecciones parlamentarias del distrito de Hemsworth, un área minera que es bastión del laborismo. Sin organización en la región, el SLP presentó su candidata apenas dos semanas antes de las elecciones. Obtuvo el 5,4% de los votos, apenas por detrás de los conservadores (8,8%) y de los liberal-demócratas (6,9%). Aunque está lejos de constituir una amenaza electoral para el laborismo (72% de los votos), constituyó un respetable desempeño electoral.


La convención  de fundación


El programa y los estatutos aprobados por la convención fundacional del SLP son una virtual reedición de los del viejo partido laborista … antes de las convenciones de 1995.


Su programa recoge, claro, la ‘cláusula 4’, plantea el “pleno empleo” y “redistribución de la riqueza” y reclama “la abolición de la Cámara de los Lores”, pero no de la monarquía. Su planteo estratégico es “un sistema socialista cuyas instituciones representen y sean democráticamente controladas por y responsable ante todo el pueblo”. Sus estatutos establecen una mayoría de votos para los representantes de los sindicatos. Se prohíbe el ingreso de tendencias políticas organizadas. Esta última disposición está dirigida en particular contra el Militant Labour, una organización trotskista de mayor envergadura que el SLP. De todos modos, el Militant Labour ha formado una Alianza Socialista con otros grupos de izquierda y ha apoyado electoralmente al SLP, es decir que podría llegar a ingresar en él o a disolverse dentro del SLP.


La convención escapó al debate de los temas políticamente escabrosos, como la abolición de la monarquía y la consigna de una república federal de Inglaterra, Gales y Escocia. Los debates más importantes giraron alrededor de la cuestión de Irlanda y de las leyes inmigratorias.


El documento oficial sobre la cuestión irlandesa planteaba “el retiro de las tropas británicas en el período de un parlamento”. Un delegado de la izquierda presentó una enmienda que reclamaba “el retiro inmediato e incondicional de las tropas inglesas”, que fue aceptada por la mesa de la convención y aprobada. Es una victoria política, porque es la primera vez que una fracción de la burocracia acepta este planteamiento … aunque la importancia de esta victoria está relativizada por el apoyo que le dio la convención al ‘proceso de paz’ impulsado por el gobierno norteamericano. En referencia a la cuestión inmigratoria, el documento oficial planteaba “un sistema de inmigración humano y no racista”. Se le opusieron varias mociones, que reclamaban la “oposición a todos los controles inmigratorios y una política de ‘fronteras abiertas’ …” y fueron numerosos los delegados que intervinieron para defenderlas. La votación —la más estrecha de cuantas hubo en la convención— favoreció a la dirección del SLP por 182 a 114.


La dirección elegida en la convención está formada íntegramente por militantes que responden a Scargill … entre los que hay que incluir a los representantes de la mayoría de la tendencia ‘mandelista’ internacional, que colaboran estrechamente con él en la exclusión de las tendencias de izquierda y en la defensa de los planteamientos más derechistas.


Perspectivas


La ruptura de un sector del ala izquierda del laborismo, en oposición a la política privatista de éste, así como la presencia de Scargill, modifica el cuadro político del movimiento obrero. El SLP le disputará una parte del voto de la vanguardia obrera al partido laborista, lo que plantea la posibilidad de un reagrupamiento de oposición obrera al próximo gobierno laborista. El programa y los estatutos votados revelan una intención de reeditar al viejo partido laborista. Los dirigentes del nuevo partido no creen que haya caducado el reformismo o la colaboración de clases en el cuadro democrático, sino que el partido laborista fue copado por fuerzas extrañas.


La burocracia de izquierda pretende poner en pie un nuevo partido laborista, pero niega la libertad de ingreso y de organización de tendencias políticas obreras, que caracterizó al Partido Laborista en sus orígenes. De cualquier manera, las votaciones contradictorias que hubo en la convención demuestran que los militantes intervienen con conciencia de sus derechos y responsabilidades. En lo inmediato, las perspectivas del SLP están condicionadas a sus negociaciones con el Militant Labour (8.000 militantes), a la incorporación de nuevos sindicatos y, por sobre todo, a la política que siga para acabar con el gobierno conservador.