Un régimen de torturadores


Las revelaciones de la Comisión de Inteligencia del Senado norteamericano sobre las torturas aplicadas por la CIA desde 2001, año del atentado a las Torres Gemelas, tienen un lugar asegurado en la antología de la barbarie capitalista. La desclasificación de una pequeña porción de documentos de inteligencia alcanza para constatar el horror. Sólo a modo de ejemplo, al 'terrorista' Abu Zubayadah lo encerraron durante 300 horas en un ataúd, bajo una 'técnica' bautizada como “indefensión aprendida”, que busca eliminar cualquier vestigio de voluntad o resistencia individual, y le aplicaron el “submarino” 83 veces en 17 días. Los 'psicólogos' que supervisaron estos procedimientos, Jim Mitchell y Bruce Jessen, embolsaron 81 millones de dólares.


 


 


Impunidad para todos


 


Uno de los torturadores de Abu Ghraib, la siniestra prisión iraquí de la que se conocieron imágenes en 2004, confesó al New York Times que “hay más; hay muchas cosas que han sido censuradas” (Clarín, 11/12). Y es que “de las 480 páginas que salieron a la luz, hay muchas partes tachadas que aún siguen en secreto” (ídem, 10/12). Contra la posición de las organizaciones de derechos humanos, los países que cooperaron con la CIA y los torturadores no serán identificados ni juzgados. Aun así, senadores y referentes del Partido Republicano expresaron su rechazo a la publicación del informe. El líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, le atribuyó “motivaciones ideológicas” (Página 12, 10/12): las revelaciones se concentran en la gestión de Bush, por lo que el asunto podría ser empleado electoralmente por los demócratas.


 


 


Trampa


 


Aquellos que inventaron la 'guerra contra el terrorismo' intentan distraer la atención ahora detrás de un pseudo-debate acerca de 'medios' y 'fines' y de la efectividad de los tormentos. Procuran ocultar la función política específica que ocupa la tortura en los planes del imperialismo yanqui: ha sido un método para quebrantar moral y físicamente, y para disuadir por medio del terror, toda rebeldía de la población en función de un plan de colonización capitalista de Medio Oriente y Asia Central. La prisión de Bagram en Afganistán, a punto de cerrarse y bajo la supervisión yanqui hasta hace escasos meses, fue “escenario de algunos de los peores casos de torturas, que incluyeron ataques con perros, acosos sexuales, palizas y amenazas de violación” (El Argentino, 12/12). Por Bagram pasaron 3000 prisioneros, casi todos ellos sin proceso legal -otro punto que busca encubrir el falso debate acerca de la 'efectividad' de los métodos de tortura. Las técnicas de tortura han sido también un elemento de exportación e intercambio entre los servicios secretos de las potencias capitalistas, así como también un recurso transmitido a dictaduras y gobiernos adictos de los más diversos países.


 


 


Puertas adentro


 


El informe de la Comisión no pone fin a las torturas, como lo demuestra la persistencia de la cárcel de Guantánamo, que Obama prometió cerrar durante su primera campaña electoral. El decreto presidencial de 2009 contra la tortura se vuelve así una patraña. La democracia yanqui no ha sido menos cruel con su propia población, como lo atestiguan los recientes crímenes policiales contra la población negra, la pena de muerte, y la militarización interna (las policías municipales están pertrechadas con armamento de guerra). La 'guerra contra el terrorismo', cobertura ideológica de la agresión militar contra Afganistán e Irak, implicaba necesariamente el montaje de un estado policial contra las masas norteamericanas.


 


Por el cierre de la cárcel de Guantánamo y de todas las mazmorras de la CIA en el extranjero. Abajo el imperialismo. Socialismo o barbarie.