Un silencio cómplice

Hace ya cuarenta y cinco días que la burocracia de Yeltsin lanzó un brutal genocidio contra el pueblo de Chechenia. La masacre indiscriminada de civiles inermes, por un ejército armado hasta los dientes, repudia la conciencia y los sentimientos de los explotados de todo el mundo. Y en primer lugar de los rusos, que han salido a la calle a protestar contra la invasión y el gobierno que la ejecuta.


En estos cuarenta y cinco días, el partido comunista no ha encontrado ni la oportunidad ni el espacio para denunciar en su prensa la masacre de los restauracionistas.


Para cualquier demócrata, socialista o revolucionario, la denuncia de esta masacre es una obligación política y moral inexcusable; el silencio frente al genocidio, que practican Echegaray y compañía, es pura complicidad con los asesinos, los mismos que ayer invadieron Hungría y Checoslovaquia para aplastar a los trabajadores con sus tanques … con el cálido apoyo  de Echegaray y sus antecesores.


Los militantes del PC deben exigirle a su dirección que se pronuncie clara y abiertamente. Repetimos, el silencio es complicidad.