Internacionales
14/6/2007|996
Un sionista "de izquierda" reclama limpieza étnica
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En una página completa del diario Corriere della Sera (4/6), el historiador Benny Morris advierte sobre la posibilidad de un próximo holocausto en Israel y propone, para evitarlo, la expulsión total de los palestinos que viven en Israel, Gaza y Cisjordania.
Morris cuestiona la “lealtad” de Estados Unidos con Israel y asegura que el lobby sionista norteamericano no es tan poderoso como dicen “los árabes y sus amigos en Occidente”. La prueba sería que incluso “hasta los presidentes pro-israelíes, a pesar de las presiones del lobby judío, han tomado posiciones marcadamente anti-israelíes en algunas ocasiones”. Por ejemplo, “han rehusado reconocer a Jerusalén como capital del Estado y trasladar la embajada. Todos condenaron la ocupación de los territorios, exigen el retiro a las fronteras anteriores del ’67 y repudian la política de los asentamientos”.
Vamos a detenernos en una sola de sus falsificaciones —el papel del Holocausto en la consolidación del sionismo—, porque a Morris no le interesa discutir el pasado sino imponer una política de exterminio en el futuro inmediato.
Morris dice: “Ciertamente, en los años ’40 un acontecimiento histórico consolidó la simpatía de los norteamericanos por el sionismo: el Holocausto. Quizá haya sido un factor decisivo para aquellos que, como Truman, asistieron a la liberación de los campos de exterminio. (...) En el 1947/48 el resarcimiento toma la forma sobre todo de filo-sionismo político. Por décadas el Holocausto ha consolidado las simpatías occidentales con Israel y un progresivo debilitamiento de la memoria colectiva ha contribuido de manera crucial a la erosión reciente del apoyo de Europa a Israel”. Efectivamente, la masacre de judíos a manos del nazismo conmovió la conciencia de la humanidad. Pero no la de Truman ni la de la burguesía europea ni la de los dirigentes sionistas: “En 1938 se realizó una conferencia de treinta y una naciones en Evian, Francia, para el reasentamiento de las víctimas del nazismo. La Organización Sionista Mundial rehusó participar, temiendo que el reasentamiento de judíos en otros Estados reduciría la cantidad disponible para Palestina”. Según el historiador israelí Tom Segev, en la reunión del Ejecutivo de la Agencia Judía del 26 de junio de 1938, Ben Gurión declaró: “Si supiera que sería posible salvar a todos los niños de Alemania transportándolos a Inglaterra, pero sólo la mitad, transportándolos a Palestina, escogería la segunda opción porque está en nuestras manos no sólo el porvenir de esos niños, sino la propia realidad histórica del pueblo judío. El sionismo está en peligro”.
La amenaza de un nuevo holocausto judío cumple la función de aterrorizar a los judíos no sionistas y bloquear las críticas a la masacre en los territorios en momentos en que uno de cada tres niños palestinos muere al nacer por el boicot internacional del que participan los Estados Unidos y también la ‘desmemoriada’ Europa. Y, fundamentalmente, se propone combatir el cuestionamiento al lobby judío y a la alianza entre Estados Unidos e Israel, crítica que gana espacio por primera vez en décadas en Estados Unidos.
Morris reconoce que, desde el gobierno de Kennedy, “Israel ha contado con el constante apoyo de Estados Unidos” y que es principal beneficiario de los subsidios y el equipamiento militar norteamericano. Pero advierte que esa “relación especial” deberá “el año próximo hacer frente en breve a la prueba más difícil: el plan de armamento nuclear de Irán, que en lo inmediato amenaza la existencia de Israel, pero en el mediano plazo pone en riesgo la seguridad de otros aliados americanos en Medio Oriente y en Europa occidental”.
Este historiador israelí ganó su prestigio —y se convirtió en referente de la centroizquierda europea— probando, a partir de documentos confidenciales, algo que los palestinos denunciaron cuando ocurría: que en la guerra de 1947/48 unos 700.000 palestinos fueron expulsados con los métodos de la limpieza étnica, masacres, violaciones masivas, etc. Morris también demostró que la limpieza étnica había sido planeada desde principios de siglo por los dirigentes sionistas para construir “un Estado hebreo lo más étnicamente puro posible”.
Sus investigaciones no lo apartaron un ápice de sus convicciones políticas. En una imperdible entrevista que desnuda como pocas el pensamiento de un sionista de izquierda —así se define— Morris dice sentir “compasión” por los palestinos pero que “hay circunstancias en la historia que justifican la limpieza étnica” ya que “sin la expulsión de los palestinos, el Estado judío no podría haberse levantado”. Morris critica a Ben Gurion ¡por moderado!: “Si ya había iniciado el proceso de expulsión, debería haberlo terminado. Al final, titubeó”. Y afirma que “será esencial” expulsar a los palestinos de Israel, Gaza y Cisjordania apenas “las circunstancias lo permitan y si la amenaza contra Israel es existencial”.
En síntesis: Morris propone la expulsión total —incluida la de los árabes israelíes, “una bomba de tiempo”, dice— cuando esté en juego la existencia del Estado sionista. Y a su juicio esa existencia estará en juego “el año próximo”, por “el plan de armamento nuclear iraní”.