“Una apuesta decisiva para Estados Unidos”

“No podemos perderla”

No fue Bush sino el jefe de campaña del “demócrata” Kerry, ex candidato presi­dencial y ex jefe de la Otan, el general Clark, el que acaba de exigir que "los marines entren en Najaf y desmantelen la milicia’’ shiíta de Al Sádr (Corriere della Sera, 15/8), "Es una apuesta decisiva para el futuro de Irak, y EE.UU. no puede perderla” (ídem). Si es nece­sario, agregó, no importa "ni el respeto por los lugares sagrados”. El diario italiano destaca en su titular lo que esto significa para Clark: "Es necesaria una prueba de fuerza de Norteamérica”.


La sublevación se extiende


Los yanquis iniciaron en Najaf una "carni­cería”; la participación del nuevo ejército iraquí fue “testimonial” (El País, 13/8). La últi­ma tregua fue quebrada tras el viaje de la prin­cipal autoridad shiíta al extranjero. Para el mayor del Ejército yanqui David Holahan, res­ponsable de las operaciones en Najaf, ese ale­jamiento fue “una luz verde para que nosotros hagamos lo que tenemos que hacer” (Washington Post, 11/8). Según The Dreyfús Report, especializado en cuestiones de “segu­ridad nacional”, el “ayatollah Sistani… proba­blemente haya sido incluido en la nómina sa­larial del Pentágono” (11/8).


Pero el ataque norteamericano -una “cala­midad nacional” (El País, 13/8)- llevó a los "moderados seguidores del ayatollah a expre­sar su apoyo a la decisión de Al Sádr de no ren­dirse” (ídem). La entrada de cientos de tan­ques, el uso intensivo de helicópteros y avio­nes de guerra que bombardearon la ciudad, tu­vo así el efecto de extender la resistencia prác­ticamente a todo el país. A la sublevación de las principales ciudades de mayoría shiíta, co­menzando por Basora, se sumaron las del “triángulo sunita”.


En medio del silencio del mundo árabe y de to­da la diplomacia internacional, incluida la cen­tro- alter-izquierda, los bombardeos aéreos so­bre las principales ciudades del país. En mu­chos casos, “atroces” (El País, 15/8), como ocu­rrió en Samara, al norte de Bagdad. La resis­tencia no poseía armamento sofisticado ni de grueso calibre: “Muchas de (las armas) -reco­noce un informante de los ocupantes-, de fa­bricación ya antigua, se hallan en pésimo es­tado”; incluso, “la mayoría” de los soldados ocu­pantes que “han perdido la vida” sufrieron “ataques con bombas artesanales” (ídem).


A pesar de que la sublevación tiene un ca­rácter todavía parcial, el enorme potencial de las trapas ocupantes no ha sido su­ficiente para quebrar la resistencia.


¿Adónde va la Asamblea Nacional?


En este cuadro tuvo que reunir­se la prevista Asamblea multisectorial debe elegir una especie de Parlamento transitorio, que controlaría proceso eleccionario previs­te para principios de 2005. Según el Corriere della Sera (15/8), el go­bierno logró reunir sólo el 70% de los grupos invitados. Un vasto aba­nico de organizaciones llamó a boi­cotearla: incluso "los estudiosos musulmanes”, los turcomanos del nor­te y el conjunto de las organizacio­nes de la principal minoría religio­sa, les sunitas. Aún así, las "protes­tas en la Asamblea replanteaban la crisis de Najaf (The Washington Post 16/8) y obligaron a reabrir los canales de negociación. Un día an­tes "miles de iraquíes -incluyendo a muchos policías- con posters de AJ Sadr, manifestaron frente a la Zona Verde de Bagdag”, donde se reunía la Asamblea (ídem, 15/8).


Lo que está planteado "no es só­lo una batalla per Najef (ídem), si­no la posibilidad de “un gobierno central fuerte”. De lo contrario, "Irak se podría fractura” de una manera que casi destruyó al Líbano durante una guerra civil de 15 años” (ídem).


Divisiones


“La guerra de Irak está dando lugar al debate más importante so­bre política exterior en los EE.UU. desde la guerra de Vietnam ase­gura un analista en el Chicago Tribune (13/8). En tanto los yanquis no logran comprometer a ninguna otra potencia imperialista para su­marse a la ocupación, la capacidad de intervención del ejército nortea­mericano en el extranjero ha deja­do a sus límites.


Mientras anuncia una reestruc­turación y repliegue de tropas esta­cionadas en el extranjero, Bush si­gue con la "privatización” del Ejército (especialmente de los "ser­vicios” a la tropa) y con el privilegio presupuestario a la industria aeroespacial (el programa antimisilistico insumirá el próximo año 10 mil mi­llones de dólares). La gestión Bush “ha luchado con uñas y dientes en los últimos tres años contra la ampliación de las FF.AA.” (Financial Times, 11/8), que es lo que propone Kerry, aunque sin llegar al restablecimien­to del servicio militar.


La guerra de Irak pone en cues­tión todo el dispositivo militar y diplomático del imperialismo yanqui en el mundo, es decir que plantea un cambio de régimen.