Internacionales
27/11/2016
Una disertación ante mil jóvenes sobre la revolución cubana
Dadas las enormes dificultades encontradas con el video y audio de esta charla, en el campamento de verano de la Unión de Juventudes por el Socialismo en febrero 2016, ofrecemos una versión reestructurada de lo que se ha podido rescatar.
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Compañeros, buenas tardes a todos. Me parece que me han encomendado un trabajo muy difícil.
No creo que se pueda, realmente, en una sola charla, estudiar, analizar la revolución cubana en sus distintos desarrollos, el impacto que tuvo sobre América Latina, el impacto que tuvo sobre los movimientos de izquierda y nacionalistas en América Latina, el impacto que tiene hoy, el papel que juega su situación actual. Que esto se puede hacer en una sola charla, es una idea abusiva.
Cuando uno estudia bien un problema, un solo problema, llega mucho más lejos que si toca un montón de problemas superficialmente. Porque un solo problema, correctamente investigado, correctamente analizado, obliga a desarrollar una metodología, de modo que cuando va a abordar otro problema, ya está intelectualmente armado, esta teóricamente armado, para encarar esos otros problemas.
Destaco esta cuestión de método porque en la izquierda, en general, hay mucho de esta superficialidad, que se manifiesta en una lucha faccional donde no está presente una sola idea teórica.
Eso atrasa al movimiento revolucionario, lo debilita, no forma cuadros. Nuestra obligación es destacar en toda lucha política, en toda lucha faccional, el contenido teórico de esa lucha, su fundamento; de lo contrario es simple liquidacionismo. Está ausente la tradición marxista, bolchevique y trotskista de la batalla teórica. El faccionalismo es un sustituto deforme de la falta de estrategia política
Algunos compañeros me señalan haber visto algún video mío hablando sobre el Che, de dos horas. Ahora, ¿cuánto tiempo tengo para hablar de toda la revolución cubana, y que sea pedagógico, que sea didáctico, 45 minutos, una hora? Hay que cambiar ese método. Si el propósito era que el curso, este campamento, discutiera la revolución cubana, debía haber consagrado la totalidad del tiempo que se le ha adjudicado. Observo que a lo sumo el 15% de la asistencia tiene en este momento una hoja y un papel, es decir, no hemos venido a investigar, porque para investigar un asunto se toman las notas, se trabajan esas notas, y trabajadas esas notas se discuten en comisión. Vamos adelante.
Los primeros pasos
El 10 de marzo de 1952 se produjo un golpe de Estado en Cuba y se instauró la dictadura de Fulgencio Batista -un personaje. Batista se había destacado en el año 1933 entre los sargentos del ejército cubano en el marco de una gran revolución, cuando una disolución de las fuerzas armadas las había dejado bajo el control de los sargentos. El corresponsal del New York Times escribió que la casa de gobierno, en la Habana, se parecía al Palacio de Invierno, en San Petesburgo, en 1917. Batista va a ser, precisamente, quien va a asumir el control de las fuerzas armadas, contrarrestar la revolución de 1933 y transformarse en árbitro político. Luego, en 1940/44, será presidente y obtendrá la colaboración del partido comunista. Va a gobernar con hombres del PC que luego van a integrar el gobierno de la revolución cubana. No voy a entrar en más detalles, pero esta dictadura precipita una reacción de quienes van a ser los principales protagonistas de la revolución cubana (…)
Años después, en marzo del 52, Batista dará el golpe que lo devolverá al poder. El 26 de julio de 1953 tiene lugar el asalto al cuartel de Moncada encabezado por Fidel Castro. Este tenía la intención de ocupar el fuerte y desatar la insurrección contra Batista. Falló el factor sorpresa y el asalto dejó numerosas víctimas entre los jóvenes revolucionarios.
En el juicio que se le hace cuando está detenido, Fidel Castro pronuncia su famoso discurso (“La Historia me absolverá”), un verdadero programa político. Encarcelados los líderes y luego amnistiados, enseguida se organiza un desembarco en el oriente de Cuba desde México. El desembarco, en diciembre de 1956, ligado al llamado a una huelga general, fracasa también, y doce sobrevivientes logran replegarse en la Sierra Maestra, donde se defienden con métodos guerrilleros.
Esto nos coloca directamente en el viejo tema del foquismo. Lo que luego será teorizado como tal -la creación de un foco militar que se convierta en dirección de masas-, constituye, en realidad, una acción putschista con resultados desafortunados. El ‘foco’ comenzará a desarrollarse más adelante como consecuencia de la movilización popular, la crisis del gobierno y los golpes de la enflaquecida guerrilla contra destacamentos del ejército. En Argentina, a finales de 1975, también hubo un asalto a un cuartel, el Batallón 601, por parte del PRT-ERP, que concluyó con una masacre de militantes y aceleró el golpe militar de marzo siguiente. Otro putsch, esta vez grotesco, lo protagonizó en 1989 el MTP (Movimiento Todos por la Patria), conducido por Gorriarán Merlo, que terminó también en masacre. Masacre que contó con el apoyo de la entonces Izquierda Unida y cada uno de los grupos que luego se desprendieron de ella.
Nosotros como partido, no hacemos putschismo. En primer orden, tenemos un programa y, sobre la base del programa, una organización. Buscamos que la clase obrera se organice en un partido propio, que madure políticamente sobre la base del programa y de la experiencia de la lucha de clases, y se capacite para tomar el poder político. La superioridad de un método sobre otro solamente se puede apreciar desde una perspectiva histórica amplia. El foco, de todos modos, se diferencia de la política de colaboración de clases de la izquierda cuando asume una independencia irrevocable frente a las fuerzas burguesas en presencia (…).
Los métodos políticos, incluso los que emergen por accidente, no son accidentales. Siempre corresponden a una determinada situación histórica y a la clase social que se vale de ellos. El Movimiento 26 de Julio (M26J), que encabeza la Revolución Cubana, pertenecía al movimiento de la pequeña burguesía nacionalista de Cuba; no era una expresión política de la clase obrera. Los métodos aplicados en el asalto al cuartel de Moncada y en el desembarco, se nutrieron desde la acción estudiantil y se inspiraron en las acciones de la guerra de la Independencia, que correspondían a otra correlación histórica entre las clases (…).
El foquismo es un tema que tuvo una influencia enorme en América Latina. El balance histórico es negativo. Es importante, por eso, discutir la influencia histórica de la revolución cubana en América Latina, como también (lo cual es diferente) su la influencia y la influencia del Estado y gobierno de Cuba en el pensamiento y la acción político de la izquierda, de los revolucionarios, de los militantes, de los luchadores en América Latina.
Entre el método y la organización, de un lado, y su eficacia, por el otro, media el cuadro de conjunto de un país o una sociedad al cual se pretenden aplicar. No se puede separar el sujeto del objeto. Los métodos políticos están condicionados por la estrategia de una clase, pero, por otro lado, por la situación histórica concreta. El método de la guerrilla ha sido defendido y desarrollado por partidos marxistas en circunstancias concretas. La diferencia con el foquismo es de otra naturaleza: el carácter de la revolución, la clase dirigente de ella y la forma en como esa clase se convierte en tal dirección política. El partido basado en la lucha de la clase obrera no apuesta a una determinada crisis, sino a una política de desarrollo y organización de la conciencia de la clase obrera, y a la intervención en todas las crisis para reforzar su capacidad de acción, y finalmente a una crisis que realmente coloque el problema del poder y haya en esas circunstancias un partido con claridad y sólidamente basado en la clase obrera. La estrategia en este caso es la revolución permanente.
El programa del M26J era el reemplazo de la dictadura por la democracia, la autocracia por la vigencia de la Constitución de 1940, con la expectativa de realizar en este marco una reforma agraria. Con respecto a la historia de los movimientos nacionales era, a la vez, más avanzado y más atrasado. Por un lado, reivindica la lucha armada, por el otro el putschismo. El agotamiento de la dictadura volcó hacia el apoyo a la guerrilla a una parte de la burguesía liberal, incluso a una parte del imperialismo yanqui (en 1978/9 ocurriría algo similar -no igual- con la burguesía en Nicaragua). El aparato batistiano finalmente era un régimen de camarilla que se quedaba con toda la riqueza que se generaba en Cuba -especialmente el juego, y secundariamente, por ejemplo, la exportación de azúcar. La burguesía opositora y el movimiento de Fidel Castro establecerán un frente político, que se va a ir rompiendo desde la última fase de la revolución y, luego, durante el primer año del gobierno revolucionario.
Foquismo, putschismo y crisis política
El fracaso de un ejército, que en la época estaba muy bien armado por los Estados Unidos, de cuarenta mil hombres, y que bombardea sistemáticamente Sierra Maestra, para reducir a una guerrilla de centenares de personas, se explica por el carácter irrevocable de las contradicciones del régimen político que lo sustentaba. Parte del armamento de la guerrilla era financiado en Estados Unidos por la burguesía cubana y norteamericana anti-batistiana. Se va a producir una implosión del régimen de Batista: la lucha armada de la guerrilla, del Movimiento 26 de Julio, en su mejor momento, hacia el final, reunió mil combatientes, y el ejército cubano se rindió ante esta guerrilla de mil combatientes antes de emplear el total de su fuerza. No fue una victoria militar, fue una implosión política, aprovechada por un contingente de mil guerrilleros, desde el momento en que el Che Guevara da la batalla de Santa Clara contra un tren de tropas que deponen las armas.
En el tema del foquismo, la pequeña burguesía latinoamericana asoció el foquismo a la inevitabilidad de la revolución. Ese foquismo fue fomentado, asimismo, por el gobierno cubano, como parte de su lucha contra el bloqueo del imperialismo, que resultó por completo ineficaz. Cuando, en 1965, Cuba recibió el auxilio histórico de la Revolución Dominicana, quedó al desnudo la falta de una política realmente internacionalista. Estados Unidos invadió Santo Domingo con 40 mil ‘marines’.
A ver si llegamos a una conclusión en este punto.
En Cuba, el foquismo siguió al putschismo, y éste fue continuado por una lucha guerrillera y acciones de apoyo en las ciudades, y en dos ocasiones por una huelga general, que se combinaron, sucesivamente, con un impasse mortal de la dictadura, que se había convertido en una traba insoportable para todas las clases sociales y parcialmente el imperialismo. Cada fase y cada método se agotaron en su propio desarrollo. Hay una relación entre el foquismo y la victoria de la revolución, mediados por la crisis política del país y la desintegración del Estado, y el cambio de las posiciones de las distintas clases sociales. Por ejemplo, Fidel Castro llegó a La Habana después de recorrer toda Cuba, durante una semana, con un gigantesco crucifijo. Entonces, toda la izquierda latinoamericana dice “qué vivo que fue, se puso un crucifijo para mostrar que era moderado y engañar a los yankees”. Hay textos de Libres del Sur que dicen que la revolución cubana triunfó gracias a la viveza de ocultar su programa y sus intenciones. Libres del Sur también dice que oculta su propio programa con esa misma finalidad, ¿acaso está preparando una revolución? Es la superchería de quienes ya han arreglado con los K y los antiK y con los macristas y los anti-macristas que salgan del macrismo (cuando los haya). En lugar de entender el contenido de ese proceso político de la revolución cubana, dicen “no, ¡qué vivo que estuvo en ponerse el crucifijo!”.
Cuando Fidel Castro pronuncia el discurso ante el tribunal que lo juzga que termina con “la Historia me absolverá”, formula todo el programa democrático de Cuba. Por lo tanto, no era simplemente foquismo. El movimiento de Fidel Castro venía del partido (era una fracción del partido) que había hecho aquella revolución o había intervenido en aquella revolución de la década de 1930 en la que el ejército se desintegró y había aparecido Batista. Entonces, era una generación que venía con una aguda tradición de frustraciones nacionales.
Argentina, América Latina
Nosotros no hemos criticado al PRT-ERP o a Montoneros solamente porque invocaran un supuesto foquismo. De ninguna manera. ¡No! Montoneros planteó como consigna la vuelta de Perón, esa era su estrategia política. Y la vuelta de Perón, después del Cordobazo, después del Rosariazo, de Sitrac-Sitram y de la aparición de una clase obrera independiente, era una consigna reaccionaria. Fidel Castro no planteó ninguna consigna reaccionaria. ¡Entonces no hagamos concesiones! No hagamos asimilaciones fáciles y embellecedoras de los setenta en Argentina. Siempre hemos dicho que nuestra crítica a la violencia ¡se aplica a la violencia contrarrevolucionaria, a la violencia reaccionaria, a la violencia ciega, a la violencia confusa! ¡Pero nunca a la violencia revolucionaria, que es la partera de la historia! Entonces, traer a Perón no era la violencia revolucionaria. ¿Ven por qué este tema del foquismo y de los sucesivos métodos y desarrollos de la Revolución Cubana debiera ser apenas un primer capítulo de un curso más extenso?
Con el tema del ERP, y con el foquismo de izquierda en general, debemos detenernos de otro modo. En Argentina, la cuestión de una lucha armada de características foquistas quedó planteada desde el año 1962. Hubo una guerrilla, el Ejército Guerrillero del Pueblo, donde había un argentino, Jorge Masetti, etc, etc., etc. (Hay un artículo importante en la revista En Defensa del Marxismo N° 45, de junio de 2015, sobre el grupo de Pasado y Presente y su vínculo con esta guerrilla). Se desencadenó una discusión. De esa discusión nació el Partido Obrero. Nosotros estábamos en un grupo donde, en un momento determinado, la mayoría dijo “hay que hacer foquismo”, y nosotros dijimos... “ruptura”. Era en el ´63. Más adelante, con la dictadura de Onganía, se planteaba que sólo un foco militar podía, por un lado, despertar la convicción entre los trabajadores de que se podía triunfar contra la dictadura y, por otro lado, forjar los instrumentos de ese derrocamiento, el armamento popular. Como, además, la clase obrera estaba en reflujo, el foquismo era la vía para sacarla de ese impasse. Nosotros dijimos que ese no era nuestro método de análisis, que nos basábamos en las contradicciones del capitalismo, de la dictadura, etc., que considerábamos que esta dictadura, como las anteriores, iba a caer como consecuencia de sus contradicciones y de la lucha que iba a provocar (como ya había provocado en un comienzo) esa política, y sosteníamos que el país iba hacia un levantamiento popular, y que teníamos que trabajar por ese levantamiento popular, por medio de la propaganda, la agitación, la organización y un trabajo profundo en las fábricas. Que eso de que los obreros estaban adormecidos y los iba a despertar el foquismo era un planteo artificial. Que además ya se había discutido en Rusia, cuando los terroristas populistas rusos alegaron que el terrorismo iba a despertar la conciencia del pueblo. Lenin contestó que lo que despierta la conciencia del pueblo es la explotación capitalista, y que no había nada que despierte más la conciencia que una gigantesca explotación social.
Por lo tanto, el tema del foquismo se discutió en un período de reflujo y frente a una dictadura que se consideraba imbatible. Hubo dos posiciones. Lo que hoy son los grupos morenistas en aquel momento se llamaban PRT, e hicieron un congreso en 1967 y votaron una resolución según la cual la tesis histórica de la izquierda, del marxismo, de que hay que construir un partido obrero había caducado, y que había que organizar grupos armados. Fue una votación de 1967. El llamado a “crear los brazos armados de la Olas” -como el PRT planteaba textualmente- era un reconocimiento a la adaptación de la política exterior de Cuba, que propiciaba eso a partir de la conferencia tricontinental que tuvo lugar en La Habana, como un probable adelanto a la guerrilla que iniciaría después el Che en Bolivia.
Para caracterizar al ERP, como a otras expresiones foquistas y al propio Che, es necesario advertir que el planteo de ellos tiene lugar en las vísperas del Mayo francés y del Cordobazo y de todos los levantamientos que siguieron luego en Argentina. El foquismo no es impulsado a partir de las premisas de que la clase obrera está en reflujo y no puede actuar, o que las dictaduras son tan poderosas que ahogarían cualquier posibilidad de levantamiento popular. Es impulsado a partir de la refutación de esas premisas, cuando los explotados ya se han puesto en movimiento por millones y necesitan una orientación política y no un ‘despertar’ al cual se estarían recusando. ¡El foquismo en la Argentina tiene un carácter no revolucionario porque se crea y se desarrolla en oposición a la dinámica de todos estos levantamientos populares encabezados por la clase obrera! Es, precisamente, en este contexto histórico, que reaparece la consigna del retorno de Perón: “luche y vuelve” (a restablecer el ‘orden’) (…).
La lucha armada desde el exterior de la clase aparece cuando hay una dinámica revolucionaria en la clase. Por eso el retorno de Perón es acompañado sin el señalamiento de su función contrarrevolucionaria por toda la izquierda. Entre el foquismo del ERP y la consigna del retorno de Perón, todo el movimiento obrero revolucionario que surge con el Cordobazo queda colocado en un callejón sin salida y sin ninguna posibilidad de liderazgo político sobre la clase obrera. La prueba más contundente de esta dinámica antagónica es que, bajo el gobierno peronista, en Villa Constitución y en la huelga general de junio/julio de 1975, reaparece en forma constante el movimiento autónomo de la clase. El alcance histórico de la Revolución Cubana debe ser diferenciado de la asimilación política que diversas fuerzas presentes de la izquierda hicieron de la Revolución Cubana. Nuestro partido tuvo siempre conciencia de esta distinción.
Destrucción del viejo Estado, bonapartismo
Las experiencias de las revoluciones triunfantes pesan sobre la conciencia de clase en forma positiva cuando son asimiladas en forma crítica y en función de las particularidades de cada país y de su historia.
Ahora tenemos que considerar el carácter de la Revolución Cubana, que dio lugar a innumerables debates. Claro, creemos haberlos esclarecido en su momento, lo que no significa que estén superados, y por eso se vuelve de distintas formas. El chavismo, el sandinismo y hasta el kirchnerismo aseguran abrevar en ella, a pesar de que la descalifican cuando esgrimen un Socialismo del Siglo XXI -que no expropie al capital.
La revolución cubana se hace con la consigna de la re-implantación de la Constitución del ´40, que Batista había derogado , y la convocatoria a elecciones libres. ¿Qué régimen se desarrolla a partir de esta premisa? El primer gobierno de la revolución es un gobierno de coalición de todas las fuerzas democráticas que habían acompañado y habían apoyado, a su manera, con sus reticencias, la lucha armada y la lucha de la guerrilla y el derrocamiento de Batista. Digo “sus reticencias” porque en el momento crucial se busca negociar la caída de Batista, a lo cual se opone el M26J. La caída de Batista produce una destrucción del viejo Estado. Es interesante cotejar esto con la insurrección boliviana de octubre de 2003, cuando se negocia la sustitución del presidente, el ‘gringo’ Sánchez de Lozada, por el vice -precisamente para mantener la continuidad del aparato estatal. El ‘castrista’ Evo Morales -presionado además por Kirchner y Lula, quienes mandan un emisario de Libres del Sur a La Paz- no hizo lo que Fidel Castro, la versión original, había hecho en 1959 -ordenar una huelga general hasta el derrocamiento de todo el poder estatal. Quienes asocian castrismo e indigenismo al ver el apoyo de Castro a Evo, se equivocan en lo esencial; Fidel no actuó en 1959 como lo haría respecto a Bolivia en 2003.
Entonces, un proceso importante para definir la revolución cubana consiste en lo siguiente: que la primera coalición política de la Revolución, presidida por un hombre con simpatía por el M26J, pero no dirigida propiamente por esta organización, dura un par de meses. Sucumbe ante las enormes contradicciones que se van planteando en el proceso revolucionario, las cuales exigen medidas mucho más radicales que el retorno a la Constitución de 1940 y el llamado a elecciones generales. Se produce una ruptura entre la burguesía democrática y el Movimiento 26 de Julio. De un gobierno de coalición democrática pasamos, a través de distintas etapas, primero con el presidente Manuel Urrutia, después con el presidente Osvaldo Dorticós, a un gobierno exclusivo del Movimiento 26 de Julio.
Es decir, que evoluciona hacia un gobierno bonapartista. Porque es un gobierno que surge de la crisis engendrada por la propia revolución y que tiende a suplantar a los distintos antagonistas y a asumir el arbitraje. Cuando Fidel Castro llega al gobierno directamente, por un lado, se van a exiliar los de la burguesía democrática, él los expulsa del gobierno, renuncian. En este contexto, la prohibición para que haya elecciones democráticas en los sindicatos y la ausencia de una corriente para que los sindicatos se desarrollen en forma independiente del Estado, completa un cuadro bonapartista de conjunto. Los sindicatos quedan vinculados al poder estatal, en medio de un choque de alcance revolucionario con el imperialismo y la burguesía nativa.
En cierto modo, este poder asume un carácter definitivamente bonapartista, a partir de la muerte de Camilo Cienfuegos y luego del asesinato del Che, o de la partida del Che de Cuba. ¿Por qué lo digo? Porque, en cierto modo, mientras el Che formaba parte del gobierno de Cuba, era presidente del Banco Central y ministro de Industria, y Camilo Cienfuegos era jefe del Ejército Rebelde, el gobierno con características bonapartistas era un gobierno colegiado. El gobierno cubano se transforma en un gobierno de poder personal con la desaparición de estos dos. Y, mientras que Camilo Cienfuegos muere en un accidente, como lo señalan muchos artículos que estamos publicando en nuestra revista En defensa del marxismo, la partida del Che de Cuba tiene que ver con una crisis al interior del régimen. Es decir, una nueva crisis es la que lleva de un gobierno bonapartista - o con rasgos bonapartistas, pero colegiado - a un gobierno unipersonal en el sentido de que hay un árbitro único de la situación política.
¿Por qué importa este tipo de análisis? Porque tiene que ver con el tema de que esta fase de la revolución, y la revolución misma, no gesta un poder de la clase obrera. Y para hablar de una revolución socialista, y para hablar de un Estado obrero, el poder político tiene que estar, al menos en principio, en manos de la clase obrera. No es suficiente -todavía- que ese gobierno realice tareas propias de un gobierno obrero, porque esas tareas pueden coincidir, al menos excepcionalmente, o en situaciones extremas, con las de una pequeña burguesía revolucionaria que lucha por la autonomía nacional de un país sometido. En realidad, la clase obrera no tiene ninguna institución de poder, sino que, en la medida en que eventualmente podría tenerla a través de una lucha por la independencia de los sindicatos, los sindicatos pasan a la tutela del Estado, y esto es reforzado por la progresiva alianza entre el Partido Comunista y el Movimiento 26 de Julio.
Esta es una novedad en el análisis que había hecho mío en la historia de la Revolución Cubana. La cuestión subjetiva del poder no puede ser soslayada o ubicada en segundo orden por parte de una fuerza política que sostiene que “la crisis de la humanidad consiste en la crisis de la dirección histórica del proletariado”. En superar esta crisis consiste el desarrollo estratégico que tiene el Partido Obrero. Universalizar lo particular (en este caso la Revolución Cubana) no consiste en poner un signo de identidad con la revolución proletaria, sino en establecer cómo se conecta con esta revolución en un proceso mundial.
Lo vemos en lo siguiente: el Partido Comunista, el cual fue un partido opositor a la revolución cubana porque minaba el monolitismo del aparato stalinista en América Latina, a los pocos meses del proceso revolucionario pasa a integrar, sin embargo, los lugares estelares de la revolución cubana y a contribuir a formar este sistema bonapartista y a alterar su desarrollo ulterior. Creo que recién a mediados del año ´58 -es decir, cuando faltaban 5 o 6 meses para la victoria de la revolución- el Partido Comunista envía a la Sierra Maestra a un emisario. Rafael Rodríguez, quien había sido ministro del gobierno de Batista en el año ´40.
Es lamentable (soy el primer responsable de ello) que todas estas cosas las tenga que decir rápido, sin poder profundizar. Para Marx, la Comuna de París fue “el” modelo de Estado proletario. La dictadura proletaria definida en términos genéricos en el Manifiesto Comunista, toma una forma concretada que no está sacada de los libros sino de la práctica, y que los escritores hacen suya. Pero esta dictadura proletaria no ataca Versalles antes de que se reagrupe el ejército burgués y no confisca el Banco de Francia; o sea, no tiene una conciencia acabada de sus tareas porque tampoco tiene un partido proletario. Para arribar a la conclusión de esta necesidad programática tendrá que venir otra experiencia, la Revolución de Octubre. En la revolución de 1905 esto aún no estaba claro, y a principios de 1917 tampoco. Es en la revolución de Febrero a Octubre que en la historia concreta emerge el sistema de soviets como la forma de la dictadura proletaria, bajo la dirección del único partido que se empeñó en llevar la revolución a la victoria. Luego, en un debate importante sobre la revolución alemana, Trotsky planteará que la perspectiva de poder obrero pasa por los comités de fábrica, entonces los órganos de la revolución alemana.
A ver si está claro: no existe 'el modelo', los programas deben incorporar las enseñanzas de la historia. La historia es abierta; es necesario descubrir sus tendencias de fondo y las alternativas que plantean. Las revoluciones abren períodos de transición; en el caso de la Revolución Cubana, una transición histórica mundial que es nueva en América Latina, anticipada por la Revolución Boliviana de 1952. No establece un gobierno de trabajadores ni, por lo tanto, un Estado Obrero o una dictadura proletaria; tiende un puente en esa dirección para la clase obrera mundial. Con la ampliación de la geografía de la revolución mundial, su historia se llena de formas transicionales. El bonapartismo, en la Revolución Cubana, se instala de un modo peculiar: como un protector de la revolución, al mismo tiempo que como un bloqueo potencial.
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