Una gran huelga de mujeres conmovió a Suiza

Suiza es la muestra de que el capitalismo no iguala ni cesa en su opresión contra mujer.

Este 14 de junio último se realizó una huelga de mujeres en Suiza. Veintiocho años antes, en la misma fecha, también se había desarrollado una huelga de este tipo con motivo del aniversario de la incorporación a la Constitución de la igualdad legal entre hombres y mujeres. Ese día de junio de 1991, medio millón de suizas salieron a la calle a reclamar la “igualdad real”. Esa lucha logró que, cinco años después, se votaran nuevas leyes de igualdad salarial, pero las organizadoras de la huelga denuncian que siguen sin cumplirse.


La convocatoria última, realizada por el Colectivo Nacional para la Huelga Feminista/de Mujeres de Suiza, sostiene que “Vamos a la huelga. Una huelga de trabajadoras asalariadas. Una huelga de trabajadoras domésticas, una huelga de cuidadoras, una huelga de escuelas, una huelga de consumo. Para que nuestro trabajo sea visible, para que nuestras demandas sean escuchadas, para que el espacio público nos pertenezca a todos". En este Colectivo cuenta con preeminencia la Unión Sindical Suiza -asociada al Partido Socialista suizo, hoy en la oposición.


Los primeros relevamientos periodísticos informan que la convocatoria ha superado las expectativas y se multiplicó en todas las principales ciudades de Suiza, con epicentro en Berna y Zurich. Los sindicatos convocantes informan de centenares de miles de mujeres que por la mañana realizaron acciones en sus lugares de trabajo y en los hogares, y que por la tarde asistieron a acciones convocadas en todas las ciudades. Se trata de un masivo paro general que desafía el planteo de ilegalidad declarado por la cámara empresaria Unión Patronal, que alega que viola la “paz social”. La jornada contó con cortes de ruta desde la madrugada y desayunos en la calle. Los principales lugares de trabajo donde desarrollan sus tareas las mujeres (escuelas y guarderías) atendían con servicios mínimos.


La huelga comenzó a organizarse el año pasado, tras el repudio popular a la no implementación de una ley de paridad salarial de género, que sólo se aplica en el 1% de las empresas. En Suiza gobierna la Unión Democrática de Centro, un partido nacionalista de derecha que se opone a la inmigración.


Ante la envergadura del movimiento, el poder político ha intentado mimetizarse con él. Los diputados interrumpieron la sesión durante 15 minutos y, por ejemplo, la ministra de Defensa se mostró con insignias feministas. Las secretarías de la mujer de los partidos de derecha, que se opusieron a la huelga, también saludaron el reclamo. Hasta Christine Legarde, presidenta del Fondo Monetario Internacional, se mostró con un “pin” en favor de las mujeres suizas. 


Pero las reivindicaciones de las mujeres trabajadoras son incompatibles, tanto con los planes de ajuste del Fondo Monetario como con los de los partidos capitalistas, sean de derecha (como la Unión Democrática de Centro) o de centroizquierda (como el PS). El movimiento de mujeres deberá, para alcanzar la victoria, superar todo intento de transformarlo en un movimiento pluriclasista y los límites de su dirección centroizquierdista.


Los reclamos


Los reclamos asociados a los derechos laborales se destacan entre el pliego de reivindicaciones de la jornada de lucha, bajo la consigna “Pago, Tiempo, Respeto”. En primer lugar, reclaman “sueldos iguales por un trabajo de igual valor” y la “reducción general del tiempo de trabajo, manteniendo el salario y con un salario mínimo, para compartir mejor el trabajo remunerado con el trabajo no remunerado, porque el modelo de economía capitalista desprecia a las personas y degrada los recursos naturales del planeta”. A su vez, se reclama el reconocimiento y financiamiento del trabajo doméstico por parte del Estado: “nosotras queremos reconocimiento y división igualitaria del trabajo doméstico, su valorización económica y en los seguros sociales”.


Mención especial merecen las mujeres migrantes trabajadoras en la convocatoria a esta huelga. Un informe publicado dos días antes de la huelga describe que las trabajadores inmigrantes sufren el doble de desempleo a pesar de tener altos niveles de capacitación y que trabajan en condiciones precarias y tareas asociadas al cuidado de niños o personas enfermas. El documento denuncia “la doble discriminación de las mujeres migrantes”.


La huelga denuncia la insuficiencia de jardines maternales y que los mismos son muy caros. Asimismo, denuncian acoso, maltratos, abusos, discriminación y relego por cuestiones de género en los lugares de trabajo. Reclama también contra la violencia, cuando los índices informan un femicidio cada dos semanas, planteando que la violencia de género sea considerada una causa para pedir al Estado derecho de asilo.


Entre las reivindicaciones también se encuentran los derechos de la comunidad LGTB+, por libertad sexual, derechos sexuales y reproductivos y autonomía sobre sus propios cuerpos. Suiza recién legalizó el aborto en 2006 y las mujeres votan recién desde 1971. En cuarenta años no mejoraron la realidad de las mujeres.


En ese tiempo, las crisis capitalistas las condenaron a la precarización laboral y a la afirmación de una brecha salarial del 20% en una de las cunas del capital financiero. Suiza es la muestra de que el capitalismo no iguala ni cesa en su opresión contra la mujer, porque es una herramienta fundamental para precarizar a la clase trabajadora.


Como señaló una compañera en las redes sociales “Sin socialismo no hay igualdad posible, y mucho menos la igualdad que queremos”.