Una “hoja de ruta” contra el pueblo palestino

La mentada “hoja de ruta” que acaba de presentar Bush, con el respaldo de la Unión Europea, Rusia y las Naciones Unidas, para establecer “negociaciones de paz” en Medio Oriente es, simplemente, la reedición de otros planes de paz anteriores ya fracasados: el llamado “informe Mitchell” para un “cese del fuego” y el llamado “plan Tennet” (el jefe de la Cia), con el mismo objetivo. Ambos planes, como la actual “hoja de ruta”, establecían la obligación de los palestinos de “terminar con la violencia” y emprender una “colaboración en materia de seguridad” con el sionismo como condición previa al inicio de las negociaciones.


El reflotamiento de estos planes es posible por la victoria imperialista en Irak, pero, por sobre todo, porque los norteamericanos lograron imponer un “cambio de régimen” en Ramallah, la capital palestina. Bajo una muy intensa presión internacional, el presidente palestino Arafat cedió en todos los reclamos que bloqueaban la formación del nuevo gabinete bajo la dirección del primer ministro Abbu Mazen, el hombre designado por los norteamericanos y los sionistas.


El eje de las disputas entre Arafat y Mazen era el control del aparato militar y represivo de la Autoridad Palestina. Abbu Mazen, que además de primer ministro será ministro de Interior – es decir, responsable de todos los cuerpos armados palestinos, que serán unificados bajo un mando único – , impuso como jefe de Seguridad del gabinete a Mohammed Dahlan, ex jefe de la seguridad palestina en Gaza. Dahlan, que durante los primeros años del “Proceso de Oslo” forjó estrechos lazos con la Cia, el FBI y los organismos represivos sionistas, es considerado por el gobierno norteamericano como el hombre “capaz de terminar con la Intifada” (Página/12, 24/4). Bush ha lanzado, además, una brutal presión sobre Siria e Irán, bajo amenaza de guerra, para que abandonen todo respaldo al Hezbollah y a los grupos armados palestinos. “Estados Unidos ha dejado en claro tanto públicamente como detrás de la escena que el régimen político sirio se termina si no deja de apoyar al Hezbollah” (Clarín, 14/4).


El “plan de paz” plantea que el “Estado palestino” será desmilitarizado, no controlará sus fronteras, ni su espacio aéreo, ni sus costas y mares adyacentes, y los acuerdos que establezca con otros Estados árabes podrán ser vetados por Israel, con cuyos organismos de seguridad deberán “colaborar” los palestinos en el “combate contra el terrorismo”. Este “Estado” tendrá un carácter “temporario” (es decir que estará sujeto a la “buena voluntad” de Israel) y deberá reconocer la soberanía israelí sobre las colonias sionistas establecidas en Gaza y Cisjordania. En la década que culmina en el año 2000, el número de colonos sionistas creció de 77.000 a 200.000, sin contar otros 200.000 colonos instalados en la parte oriental (árabe) de Jerusalén. Estas colonias están unidas por una red de carreteras que cortan en pedazos el territorio palestino y que se encuentran bajo el control del ejército israelí. “Pocos palestinos o diplomáticos creen que Sharon pueda ser forzado a desmantelar algo más que algunos puestos simbólicos” (FinancialTimes, 2/5); así, el nuevo “Estado palestino” apenas dominaría el 55% del territorio de la Cisjordania.


El “Estado palestino” no será más que un conjunto de cantones, entrecortados por rutas controladas por el ejército israelí y sitiados por las colonias sionistas y los establecimientos militares que las protegen.