El Parlamento Europeo se apresta a votar una directiva para toda la región prohibiendo la difusión de secretos empresarios. La propuesta es la inmediata respuesta a la difusión de los Panama Papers, que pusieron en evidencia una red de lavado de dinero y vaciamiento de activos a escala planetaria. El primer ministro inglés, David Cameron y el presidente argentino Mauricio Macri, figuran, junto a centenares de políticos y empresarios, entre los más notables evasores denunciados por esa información periodística. 

 

La iniciativa del Parlamento europeo incluye sanciones penales para quienes difundan esa información “confidencial” de las empresas. Otorga, asimismo, un poder discrecional a los jueces para determinar, a su criterio, penas específicas para los periodistas, evaluando su “conducta”.

Más de cincuenta asociaciones civiles y defensoras de los derechos humanos de toda Europa se han presentado ante el Parlamento para oponerse a esta medida, denunciado su carácter antidemocrático y contrario a las libertades esenciales, entre ellas la tan manipulada, según sea el caso, “libertad de prensa”.

 

Esta iniciativa europea se da en un contexto de creciente ataque a las libertades en todos los países de la región. En Bélgica, el gobierno impidió las marchas contra los atentados de Bruselas, mientras la policía protegía, abiertamente, a los grupos neo-nazis que irrumpieron para golpear a los manifestantes que no acataron la prohibición. En Francia se ha instalado una ola de represión policial contra la juventud de los liceos que protesta contra la reforma laboral. En el distrito 19 -uno de los barrios más pobres de París- fueron denunciados reiterados casos de graves golpizas policiales a la salida de las escuelas en huelga, en muchos casos selectivos y con secuestro. El  llamado estado de emergencia, instalado por Hollande como supuesta respuesta a los atentados terroristas, se revela como pantalla para tratar de imponer restricciones a la libertad de expresión y movilización.

 

La iniciativa del Parlamento pone en evidencia la desesperación e impotencia de la burguesía europea ante la ola imparable de movilización popular contra los ajustes, la desocupación, las restricciones migratorias y por el derecho a la información.

 

Veremos cómo se desarrolla este debate en el Parlamento, una prueba para aquellos que se presentan como la expresión consecuente del progresismo,  los seguidores del español Iglesias y los “verdes” europeos.