Internacionales
19/4/1989|265
URSS: la burocracia declara el Estado de Sitio en Georgia
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Se arrojaron sobre nuestra gesta como bestias» certificó Leda Archvadze, activista georgiana -Río Negro, 10/4- al describir la brutal represión desatada por las tropas soviéticas contra los manifestantes reunidos en la plaza principal de Tiflis, capital de la Reorgia soviética Una veintena de muertos y centenares de heridos es el saldo oficial de la represión.
Los georgianos, como antes los armenios y otros pueblos de la URSS, reclamaban por la plena vigencia de sus derechos nacionales pisoteados por la burocracia moscovita.
Frente a los redaños democráticos y nacionales de los pueblos y la repúblicas de la URSS, la burocracia gorbachoviana sacó rápidamente a la luz pública las contradicciones y las limitaciones insalvables de su perestroika.
En la madrugada del pasado sábado 9, “centenares de soldados soviéticos con equipos especiales antidisturbios, apoyados por tanques y vehículos blindados… atacaron a los manifestantes (unos 10.000, reunidos en el Centro de Tiflis) en una explosión de furia descontrolada” (La Prensa, 10/4). “Según testimonios recogidos por los periodistas, muchas personas fueron heridas o muertas por soldados armados con palas de bomberos o sables” (Página 12, 13/4). Todas las pruebas y evidencias indican que “el ejército actuó con brutalidad contra los manifestantes” (Página 12,11/4).
Tal fue el grado de bestialidad desplegado por las tropas que “la policía (de nacionalidad georgiana) intentó frenara las tropas para protegerá los manifestantes” (La Prensa, 10/4) y el propio isveztla, diario del gobierno de la URSS, descree de la versión oficial sobre la represión (Clarín, 16/4).
Las tropas dejaron en las calles de Tiflis, según la versión oficial, 19 muertos y centonares de heridos —muchos de ellos en grave estado— aunque “fuentes georgianas estiman que los muertos superan los 150 y que hay mucha gente ‘desaparecida’ (ya que) hay una lista do 200 personas a las que buscan sus familiares.” (Clarín, 11/4).
Mientras el pueblo georgiano declaraba, por sí mismo, el duelo nacional y miles de personas se vestían espontáneamente de luto en todo el país, el gobierno decretaba el “estado do sitio” y militarizaba la ciudad de Tiflis, llenándola de tanques y gendarmes. Desde entonces, más de 500 georgianos han sido detenidos, incluidos los organizadores de las manifestaciones, y asambleas estudiantiles que llamaban a la huelga general fueron disueltas a tiros y bastonazos por el ejército (Página 12, 11/4).
Bajo la ocupación de los tanques, el clima que se respira en Tif lis era definido por un corresponsal como de “guerra civil” (Clarín, 11/4).
El problema nacional georgiano
La movilizaciones georgianas comenzaron una semana antes de la masacre, con una huelga de hambre y manifestaciones de masas que se fueron acrecentando día a día, hasta alcanzar las 100.000 personas pocas horas antes de la represión. El jueves 8 fue declarada la huelga general en Tiflis, que paralizó el transporte y la industria. Pese a la represión y al estado de sitio, la huelga se mantuvo gracias a la presencia de piquetes (Página 12, 13/4) hasta el martes 12.
Las movilizaciones de TWIIs ponen nuevamente en primer plano el problema de las nacionalidades de la URSS, a la vez que reflejan su complejidad.
Dentro del territorio de la República de Georgia, al Noroeste, sobre el Mar Negro, está enclavada la República Soviética de Abjasia, administrativa y políticamente dependiente de Georgia. Los abjasianos, minoría étnica en su propio país, se movilizaron a principios de abril “contra la opresión georgiana” reclamando convertirse en una república independiente dentro de la URSS. En Tiflis, las manifestaciones comenzaron en oposición a los reclamos abjasianos, pero pronto enfilaron sus reclamos “contra la opresión gran-rusa”, reclamando convertirse en una República realmente independiente, unida a los demás pueblos de la URSS en una Federación democrática.
Los dirigentes georgianos acusaron al Kremlin de “instigar desórdenes en la región autónoma do Abjasia y los enfrentamientos Interétnicos” (Clarín, 9/4). La burocracia moscovita es, ciertamente, un factor activo en la promoción de los enfrentamientos entre las nacionalidades soviéticas. Gorbachov ha declarado en reiteradas oportunidades que “no so modificarán las fronteras do la URSS” pese a los redamos que provienen de toda la nación y que han costado, hasta la fecha, más de un centenar de muertos.
Según Hans Jochen Vogol, presidente de la socialdemocracia alemana que recientemente se entrevistó con Gorbachov en Moscú, éste “se pronunció por establecer una baso jurídica que regulo los problemas nacionales y sirva do protección a la perestroika” (Clarín, 12/4). La «baso jurídica” que encontró el presidum del Soviet Supremo de la URSS fue un decreto que modifica la ley sobro los delitos contra el Estado, elevando las penas contra quienes llamen públicamente a «socavar o derrocar el régimen soviético» y contra aquellos que inciten “acciones deliberadas para provocar hostilidad entro las diferentes nacionalidades” (Página 12,12/4). La burocracia afila el garrote contra los pueblos de la URSS.
La única salida es la autodeterminación de los pueblos de. la URSS, expresada mediante el voto. Esto no es de ningún modo inconciliable en el marco de una federación libre de pueblos, pero sí lo es con el Estado despótico de la burocracia. Si se admitiera la solución democrática de la cuestión de las nacionalidades, basada en la libre deliberación y resolución de los pueblos, todo el edificio burocrático se vendría abajo porque reposa, precisamente, en la negación de estos derechos democráticos a todo el pueblo.
La perestroika en crisis
“El principal punto flaco de la perestroika, su talón de Aquilas —escribió recientemente Zbigniew Brezinski, asesor de Seguridad Nacional del ex presidente yanki Jamos Cárter— es el problema representado por las nacionalidades no rusas en la URSS”. (O Estado de Sao Paulo, 2/4). En esto coinciden absolutamente todos los observadores, incluso los soviéticos.
Resistiendo con todas sus fuerzas al reclamo central de los pueblos soviéticos a su autodeterminación, la burocracia gorbachoviana intenta aparecer como arbitrando entre los distintos pueblos y entre éstos y los aparatos de los PC locales. Así, luego de la represión criminal contra el pueblo georgiano, el Kremlin envió a Tiflis a su canciller, el georgiano Shevardnadze a descabezar al PC y al gobierno local, bien que manteniendo intocado el estado de sitio y la militarización decretados por éste.
La política nacional del bolchevismo, que aseguró el triunfo de la Revolución de Octubre, estaba basada en el reconocimiento del derecho de los pueblos a su autodeterminación. En los primeros tiempos de la República Soviética, las necesidades culturales de los países animados por la revolución, que exigen una amplia autonomía, entraban en conflicto con la necesidad de que todos los componentes.de la URSS se sometieran a un plan económico único. Este conflicto, de ninguna manera irreductible, obedecía a las particularidades de la revolución rusa, que debió acometer la revolución democrático-burguesa con los métodos de la revolución proletaria. En la política leninista, la voluntad de las masas interesadas y su participación activa y efectiva en la decisión cotidiana de su propio destino trazaba el compromiso entre la centralización económica y las exigencias nacionales.
Los gorbachovianos, que gustan hablar de “volver a Lenln», mantienen en cambio una férrea centralización política y administrativa de los pueblos de la URSS, pisoteando sus derechos nacionales a la vez que predican la “descentralización económica”, es decir, la desintegración de las bases socialistas del Estado.
Al ser un vehículo del desarrollo de las tendencias capitalistas en la URSS y de la disolución de las bases sociales y económicas del Estado Obrero, la perestroika gorbachoviana sólo podrá resultar en una mayor presión burocrática sobre los trabajadores soviéticos y los pueblos de la URSS. Está daro que éstos no se dejarán vencer fácilmente, que la revolución política está en marcha en la URSS.