Internacionales
19/12/1990|320
URSS: La perestroika en “estado de emergencia”
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Los últimos cables internacionales dan cuenta del agravamiento del caos económico y el desabastecimiento alimentario en la Unión Soviética. La crisis en curso no obedece, sin embargo, a causas productivas, en un país que acaba de obtener una cosecha récord y un incremento en el Producto Bruto Interno. El descalabro, por lo tanto, es el del régimen burocrático en desintegración, que ha dislocado los nexos más elementales entre producción y consumo. Se estima que el 70% de la presente cosecha de papa… se ha podrido, en tanto que el propio “Pravda” ha revelado que “23.500 toneladas de mercancías se encuentran almacenadas en las bodegas, sin poder llegar a los consumidores” (Sur, 10/12). Pero, por otra parte, la fracción de la producción alimentaria que no pasa por los circuitos de distribución estatal ya alcanza al 50%. Estos alimentos se comercializan por el mercado negro, cuyas redes se encuentran también bajo el control de los burócratas. El desabastecimiento general ha agravado, a su turno, la tendencia al dislocamiento de la URSS: aquellas repúblicas que disponen de alimentos escasos han dispuesto restricciones en su comercio hacia otras regiones, lo que ha acentuado el desabastecimiento en éstas últimas.
La introducción de reformas capitalistas y de las “leyes del mercado” en el sistema de empresas estatales burocratizadas ha dado lugar a una anarquía sin precedentes, una de cuyas expresiones es el caos monetario en ciernes La burocracia ha apelado a la creación de moneda para el otorgamiento de créditos a las incipientes “empresas descentralizadas”, y para financiar el elevado déficit estatal. Pero al permanecer el sistema oficial de precios, se ha creado una masa de medios de pago que excede a la producción existente Este excedente monetario está en manos de “los millonarios del régimen burocrático” —beneficiarios del mercado negro, la “autonomización de empresas” y de los negocios con el imperialismo— y de las propias empresas que ahora tienen facultades para disponer de fondos propios. Enjugar esta masa monetaria sin depreciar la moneda obligaría a confiscar a estos sectores privilegia dos. Pero éstos son los intereses que encarna, precisamente, la burocracia gorbachoviana. La crisis monetaria será orientada, por lo tanto, hacia la depreciación vertiginosa del rublo y la hiperinflación.
Al salvataje de la perestroika
En este cuadro, Gorbachov se reunió días atrás con directores de las empresas estatales para debatir una salida a la crisis. Los “capitanes de la industria” del régimen —que vienen impulsando y usufructuando las reformas capitalistas— exigieron, sin embargo, la implantación de “un estado de excepción en materia de economía”. Como parte de él, reclamaron “la unificación de los precios en todo el territorio de la URSS, que deben estar bajo un control centralizado” (Sur, 10/12). Los “artífices de la perestroika” reclamaron a Gorbachov medidas de centralización económica, para poner un freno a las tendencias disgregadoras que surgen de la propia orientación restauracionista.
Para ejecutar estas medidas, Gorbachov reclamó que el “Estado de excepción” se extienda también a lo político. Por eso, le exigió al Congreso soviético “nuevas y fortalecidas atribuciones”, esto es, un reforzamiento del poder represivo del Estado burocrático. En tanto, el jefe de la KGB informaba que, en vista de la situación imperante, “estaba convocando a veteranos retirados de la KGB para que ayuden a combatir delitos económicos” y también los ataques a “atributos y símbolos del poder de Estado” (La Nación, 14/12). Los reforzados “servicios” stalinianos no se descargarán, desde luego sobre los acaparadores, sino sobre el creciente panorama de huelgas y movilizaciones nacionales de masas.
El apoyo del imperialismo
Es significativo que el recalcitrante líder procapitalista Yeltsin haya cerrado filas con Gorbachov en esta crisis, aceptando suspender su plan reformista de los 500 días (ver P.O. n° 311) en aras de las medidas de centralización económica y política anunciadas por aquél.
Es que la burocracia no ha dado marcha atrás en su rumbo procapitalista: el “estado de excepción” gorbachoviano procurará una salida al caos actual para asegurar el porvenir de la orientación restauracionista general Mientras Gorbachov efectuaba sus anuncios, el Parlamento ruso legalizaba la propiedad privada de la tierra.
El imperialismo también se ha alineado tras los propósitos gorbachovianos en esta crisis. James Baker, secretario de estado yanqui, reconoció que “la inestabilidad de la Unión Soviética no favorece los Intereses de los Estados Unidos o del Mundo” (Sur, 14/12), mientras anunciaba el redoblamiento de la ayuda alimentaria y el levantamiento transitorio de las restricciones comerciales norteamericanas a la URSS.
De todos modos, otros voceros imperialistas han señalado que la ayuda alimentaria caerá en “saco roto”, como resultado del caos reinante. La burocracia procurará superarlo con un renovado ataque a las masas, caracterizado por una mayor carestía y represión.
La grave crisis actual desnuda los límites de la perestroika para poner un límite a la disgregación imparable del régimen burocrático El “estado de excepción” burocrático preanuncia nuevos y profundos choques con las masas, que vienen resistiendo las consecuencias desbastadoras de las medidas restauracionistas.
En el curso de esta resistencia, se prepararán las condiciones para un combate político general por la expulsión de la burocracia usurpadora.