Uruguay cacerolero

Estaba convocado por diez minutos pero duró más de cuarenta y cinco, con concentraciones en las plazas de los barrios obreros y frente a la residencia presidencial. Así fue el estruendoso cacerolazo que atronó Uruguay el pasado domingo. El PIT-CNT, que convocó al cacerolazo, llamó a una huelga general en los próximos días.


El cacerolazo del último domingo significó un gran salto respecto del que tuvo lugar la semana pasada, mientras el presidente Batlle anunciaba lo que mentirosamente calificó como “el último ajuste”. Fue más grande en Montevideo pero, por sobre todo, ganó una verdadera extensión nacional. En todas las ciudades del interior, los trabajadores y la población explotada ganaron la calle. En el lapso de apenas una semana, Uruguay se hizo “cacerolero”.


Mientras suenan las cacerolas y se prepara la huelga general, el derrumbe bancario continúa imparable. La situación, según Brecha (17/5), ya es de “pánico”: el sistema financiero perdió la tercera parte de sus depósitos y varios bancos están “técnicamente quebrados”… es decir que subsisten con la plata del Estado. Además de los fondos que se llevan esos bancos, el gobierno puso 40 millones en el quebrado Banco Comercial (de los hermanos Rohm, del argentino Banco General de Negocios y socios extranjeros) y se apresta a otorgarle una garantía por 150 millones. Esto significa que los bancos ya se han “comido” los 230 millones que el gobierno espera “ahorrar” con el aumento de los impuestos a los salarios, a los transportes y al consumo. La imparable caída bancaria, la fuga de divisas y la caída vertical de la recaudación fiscal ya se habían comido el “ajustazo” que el gobierno de Batlle pegó en marzo, por más de 400 millones de dólares.


El “último ajuste” de Batlle es apenas una aspirina frente a la quiebra de los bancos; por este camino el gobierno va a una guerra abierta con el pueblo.


El inevitable fracaso del nuevo “paquetazo” plantea la perspectiva, abiertamente discutida en la prensa uruguaya, de la caída en cadena de bancos, de la imposición de un “corralito”, de la cesación de pagos e, incluso, de la caída de Batlle. Sin pensarlo, Batlle quizás haya dicho la verdad cuando anunció que este era el “último ajuste”…


Cada día más, Uruguay muestra un escenario “argentino”.