Uruguay: Frente al próximo gobierno “lulista” del FA-EP

El Partido de los Trabajadores llama a una Frente de Trabajadores y la Izquierda Clasista

Uruguay vive las vísperas del ascenso de Tabaré Vázquez a la presidencia. La victoria Frente Amplio-Encuentro Progresista en las próximas presidenciales se palpita en la calle y en las encuestas, y por sobre todo, en la desmoralización de las dirigencias de los partidos Blanco y Colorado. El hundimiento de los partidos que durante más de un siglo dominaron en el Uruguay forma parte de un proceso continental.


“La caída de Batlle estuvo efectivamente planteada durante el 2002, cuando al derrumbe de la plaza financiera siguió la crisis política (caída del ministro de Economía, Bensión, ruptura de la coalición blanqui-colorada) y la tendencia de las masas a la huelga general (movilización contra el presupuesto, huelga política de masas del movimiento estudiantil, huelga general municipal). Pero si en Uruguay prevaleció la segunda tendencia sobre la primera se debe al excepcional trabajo de sostenimiento del régimen político desarrollado por el Frente Amplio y la burocracia sindical frenteamplista, sintentizado en el planteo de Tabaré Vázquez de “ayudar al gobierno a llegar al 2005”. Esto se ha manifestado no sólo en su rechazo a la consigna “Fuera Batlle”, levantada en las movilizaciones obreras y populares sino, por sobre todo, en la sistemática desarticulación de todas las luchas contra el gobierno por parte de la burocracia sindical.


El gobierno del FA-EP


En diciembre pasado, el Congreso del FA-EP definió su programa de gobierno: continuidad del pago de la deuda externa y de todos los “compromisos políticos y económicos internacionales de Uruguay”, continuidad de la impunidad de los militares genocidas, no revisión de las privatizaciones, continuidad del régimen de jubilación privada, ningún aumento de los salarios y las jubilaciones (aunque, sugestivamente, el Congreso votó contra la moción de poner un tope a las remuneraciones de los funcionarios políticos, como ministros y secretarios de Estado), continuidad del régimen impositivo. El FA-EP anunció así que gobernará con los banqueros, los capitalistas y el FMI, y contra los explotados y los intereses nacionales de Uruguay. En esto no hay ninguna sorpresa: es la forma en que viene gobernando Montevideo, desde hace más de una década.


En consonancia, se desarrolla una acelerada incorporación de sectores patronales blancos y colorados al FA-EP (que ven el centroizquierda una oportunidad para su carrerismo político personal) y las alianzas cada vez más derechistas que establece la dirección del FA-EP. En estos puntos –el programa y las alianzas–, la semejanza entre Vázquez y Lula es total.


Esto lo comprendió claramente uno de los principales vaciadores del Uruguay y de América Latina, el Citibank, uno de cuyos voceros en Montevideo no tuvo empacho en declarar que “el gobierno del FA-EP podría liberalizar sectores claves en los que el gobierno tiene monopolio y expandir el rol del sector privado en la economía”, al tiempo que criticó a “los partidos tradicionales que han sido incapaces de impulsar (esas) reformas” (Búsqueda, 6/11).


Todo esto alcanza para caracterizar anticipadamente al gobierno del Frente Amplio como un gobierno capitalista, proimperialista y enemigo de los explotados.


Las masas y el Frente Amplio


La creencia de que el masivo voto popular que recibirá el FA-EP se debe al hecho de que las masas no se han dado cuenta, o de que incluso apoyan, el grosero giro derechista y capitalista de sus dirigentes, es completamente falsa.


En ocasión del Congreso del FA, la radio CX-36 requirió la opinión de sus oyentes sobre el próximo gobierno frenteamplista. Algunas de las opiniones fueron muy agudas. “Yo le diría, compañero, que nosotros desde ya, vayamos pensando en otra cosa, desde ya, porque no va a pasar nada; yo voy a votar al Frente, como lo vamos a votar la mayoría por descarte, pero sabiendo que no va a pasar absolutamente nada” (Mario). “Yo creo que dentro del Frente Amplio no hay lugar para gente revolucionaria, que todos los que piensan diferente a la actual situación del FA tienen que pensar en otra cosa diferente…” (Ernesto, de Barrio Sur). El activismo sindical más radicalizado declara que “ya no son frenteamplistas” o que “no votarán al FA” y que defienden “la independencia de clase de todos los partidos y gobiernos”.


Dentro del FA, la “izquierda” ha quedado reducida a un papel cada vez más minúsculo y sometido. La derecha burguesa es amo y patrón. Hace mucho tiempo que el FA ha dejado de ser un canal de intervención para la clase obrera, para convertirse, por arriba y por abajo, en una cooperativa de arribistas electorales. “Pero mientras esta tendencia irreversible se refuerza, crece también proporcionalmente la desconfianza política…”.


Delimitar políticamente a la vanguardia obrera


El planteo formulado por el PT a las organizaciones de izquierda toma como base este conjunto de factores. ¿Por qué esperar hasta que el FA llegue al gobierno para delimitar a la vanguardia obrera?


Para el PT, “adquiere una importancia estratégica la preparación de la vanguardia obrera para esta nueva etapa política. La intervención de los revolucionarios debe consistir en ayudar a esa vanguardia obrera (en el plano teórico y en la lucha de clases) a emanciparse políticamente de la pequeñoburguesía fondomonetarista, para que pueda encarar la lucha por el gobierno de los trabajadores de la ciudad y el campo (dictadura proletaria) (…)”.


La experiencia del gobierno de Lula


La mayoría de las organizaciones a las que el PT envió su propuesta prejuzgan que llamar a votar por una lista independiente del FA no sería ni “comprendido” ni aceptado por las bases frenteamplistas (esas mismas bases que, como se ha señalado, están llenas de recelos hacia su dirección). Teme quedar “aislada”. Pero este temor la lleva a la parálisis.


La izquierda revolucionaria uruguaya, sin embargo, tiene la obligación de explotar a su favor la experiencia de Lula en Brasil. En la propia izquierda uruguaya no existe la menor duda de que el gobierno del FA seguirá el mismo camino.


La izquierda democratizante de América Latina sostenía que, con independencia de su programa y de sus alianzas, la llegada de Lula al gobierno era progresiva y que debía ser apoyada, para dar después una batalla para “izquierdizar” al gobierno. Un año después, este pronóstico y esta política se han revelado profundamente erróneos. Como la izquierda uruguaya no puede, después de lo ocurrido en Brasil, repetir los argumentos de la izquierda brasileña, hace “mutis por el foro” y se refugia en la abstención.


Jorge Zabalza, ex dirigente de la Corriente de Izquierda, afirma que hay que votar por el FA “para que el pueblo agote la experiencia”. De agotar la experiencia (y la paciencia) del pueblo, se van a encargar, por sí solos, los dirigentes del FA; no necesitan para ello del voto de los izquierdistas. Pero para que el agotamiento de esa experiencia no dé lugar a la desmoralización, es necesario que una vanguardia política obrera señale un camino alternativo.


El Fras (Frente Revolucionario por una Alternativa Socialista), que reúne a distintos agrupamientos como el Movimiento Revolucionario Oriental (MRO), Memoria y Justicia, anarquistas y dirigentes sindicales de izquierda y clasistas, no tiene una posición única. Algunos de sus miembros sostienen la misma posición de Zabalza (votar por el FA); otros reivindican la abstención (no votar contra el FA); un tercer sector se declara dispuesto a integrar un Frente de Trabajadores y a participar de la lucha electoral contra el FA, si logra integrar a todo el Fras, cosa que no va a ocurrir…


Izquierda Revolucionaria ha respondido oficialmente y por escrito que ha resuelto abstenerse en las elecciones, ya que su eje político es… la movilización contra el Alca.


Brasil, Uruguay y el Secretariado Unificado


El Secretariado Unificado (SU) y su sección brasileña, Democracia Socialista, han estado en la primera línea del apoyo al gobierno capitalista de Lula y su política antiobrera y proimperialista; uno de sus dirigentes, Miguel Rosetto, es ministro del gobierno. Este apoyo no ha menguado ni siquiera frente a la expulsión del PT de la senadora Helena Heloísa, que formalmente pertenece a la Democracia Socialista.


En Uruguay se exponen crudamente las insuperables limitaciones de la llamada “izquierda del SU”, de la cual forma parte el PST (su sección uruguaya). Ocurre que mientras critican públicamente al gobierno de Lula, rechazan la expulsión de Heloísa y, en las reuniones internacionales, reclaman la salida de Rosetto del gabinete de Lula; en Uruguay, los dirigentes del PST siguen, paso por paso, la política de la Democracia Socialista brasileña.


El PST uruguayo integra el Frente Amplio-Encuentro Progresista y defiende a muerte el ascenso de Tabaré Vázquez, y a todos sus aliados burgueses al gobierno; que el FA-EP haya declarado públicamente (y lo haga prácticamente en Montevideo) que gobernará con los banqueros y contra los trabajadores, lo tiene sin cuidado.


Uruguay y la IV Internacional


Con la colaboración de la burocracia de los sindicatos y la completa desmoralización de la ‘extrema izquierda’, la pequeña burguesía que dirige el Frente Amplio cree tener las espaldas bien cuidadas para realizar un gobierno proimperialista. Por sobre todas las cosas, observa que Lula está cumpliendo con su cometido anti-obrero en Brasil sin otra preocupación que sus propias contradicciones y fechorías internas. Siente que la ‘paciencia’ que exhibió durante varias décadas con la izquierda ‘ultra’, le ha sido altamente recompensada, pues la ha reducido al inmovilismo cuando no a la complicidad (tupamaros).


Desde un punto de vista estratégico, lo que importa, sin embargo, es que el agotamiento del gobierno del FA va a ser acelerado, por el que ya sufren a toda velocidad los de Lula y Kirchner, con la posibilidad que esto ofrece de una más rápida reacción popular. El punto central en Uruguay no pasa, desde un punto de vista revolucionario, por las ilusiones que aún despierte el FA (sometido al Encuentro Progresista con blancos y colorados), sino por la desilusión acelerada que sufren los Lula y los Kirchner, y el inevitable impacto que esto tiene en la legión de activistas y de luchadores populares. La izquierda uruguaya desprecia olímpicamente los dos factores que van a desgastarla a toda velocidad: el fracaso del centroizquierdismo latinoamericano y la emergencia de crisis financieras aún más violentas que las del pasado reciente. El PT de Uruguay apoya su delimitación del proimperialista FA-EP en esta perspectiva y se dirige a la vasta masa de militantes de izquierda y luchadores populares que son ya obligados, por estas circunstancias, a plantearse un enérgico realineamiento político.