Internacionales

22/12/2017

Uruguay: Un gran desafío para el Partido de los Trabajadores

Se realizó el XVIII Congreso del PT.

El XVIII Congreso del Partido de los Trabajadores de Uruguay se llevó a cabo entre el 15 al 17 de diciembre pasados en un cuadro político que se caracterizó como de transición hacia una nueva etapa. El gobierno del Frente Amplio es uno de los últimos especímenes del “progresismo” latinoamericano, y está enfrentado a la necesidad de un giro político de la clase capitalista.


“La política aperturista que pretendió ensayar el gobierno encuentra sus límites en la bancarrota capitalista”, caracterizó el Congreso. “La posibilidad de un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre el Merocosur y la Unión Europea (UE) ha chocado con las presiones proteccionistas. La victoria de Trump cierra el camino a un TLC con Estados Unidos”.


La situación del Uruguay en este marco de creciente guerra comercial es de una descomunal precariedad ante los vaivenes de las tasas de interés a nivel internacional, las tendencias a una “huelga de inversiones” y el cierre de mercados a las exportaciones. Este cuadro acentúa las divisiones en el seno de la burguesía.


El presidente Tabaré Vázquez declaró hace poco que la seguridad social está quebrada y que es necesaria una reforma. Esto se inscribe en la política del capital financiero de un aumento para la edad de retiro y un recorte de los derechos jubilatorios.


El gobierno del Frente Amplio impulsa privatizaciones en las empresas públicas, en particular en la vinculada al petróleo (Ancap), pero también en la generación de energía eléctrica, en el manejo del agua para riego y en la banca estatal. El congreso caracterizó que existe una tendencia a una “guerra de clase” -no sólo un “ajuste” contra los trabajadores.


En el marco de una oposición de derecha que se mantiene dividida y que no logra capitalizar el descontento con el gobierno, el Congreso caracterizó que “el Frente Amplio establece la agenda política, pero no la suya  tradicional, sino la de la oposición; usurpa funciones, como lo intentó hacer Dilma Rousseff después de la reelección y antes de ser destituida” y añadió que “ningún candidato de la derecha patronal representa, por el momento, un eje de reagrupamiento del frente capitalista”.


Lo que está en discusión es si el giro derechista lo logrará llevar adelante el propio Frente Amplio -Astori, ministro de Economía intenta timonear este proceso- o si surgirá una opción de derecha: “¿Un tapado se hará cargo del relevo, como ha ocurrido en otros países?”, se planteó.


Frente al malestar popular con el Frente Amplio emergen variantes centristas en el oficialismo, que critican los extremos más derechistas de la política oficial, pero no rompen con la política de alianza con la burguesía y que refuerzan su carácter democratizante y su electoralismo.


Un ejemplo de esto es la “Unidad Popular”, surgida de una escisión del FA, y que tiene un diputado. Su accionar está centrado en el parlamentarismo y en la búsqueda de acuerdos, algunas veces con el gobierno (en algún caso salvándolo de una posible derrota, como al votar el Presupuesto 2018) y a veces con la oposición.


El PT está conquistando posiciones en sindicatos, en el marco de un proceso de descomposición creciente de la burocracia sindical frenteamplista. En diversos sindicatos han tenido avances agrupaciones combativas e incluso han triunfado direcciones clasistas.


En algunos de ellos el Partido de los Trabajadores tiene una presencia destacada, como por ejemplo en bancarios (banca estatal) y en la educación (profesores de secundaria). La propia prensa burguesa señala que existe un avance de los elementos “radicales”, que rompen con la idea de que existe un “gobierno amigo”.


En el Banco República (principal banco del país) triunfó en forma aplastante una lista clasista, que viene encabezando una lucha contra las privatizaciones del gobierno, y que ha jaqueado el proceso de achique del banco estatal.


En este cuadro, el congreso del PT resolvió colocar la palabra de orden “que el PIT-CNT rompa con el gobierno” y se planteó la pelea “por una nueva dirección, clasista, para el movimiento obrero”.


También se planteó la orientación de batallar por un “congreso de base del movimiento obrero”, en función de un programa de acción. En esta perspectiva, el Congreso resolvió impulsar plenarios y un Encuentro clasista para el año próximo.


A mediados del 2018 se realizará un congreso del PIT-CNT, en el cual los sectores clasistas deberán intervenir, reclamando que la orientación surja del mandato de las bases y no de las cúpulas burocráticas, y que adopte un programa independiente del gobierno.


En un cuadro de agudización de la crisis, de creciente guerra de clases, el PT tiene condiciones para dar un salto en su desarrollo. Se votaron resoluciones para una intervención decidida que potencie la implantación tanto en el movimiento obrero como en el movimiento estudiantil y en la juventud.


Se abre un enorme desafío para el Partido de los Trabajadores, que puede convertirse en poco tiempo en un canal de reagrupamiento de amplios sectores activistas.