“Vacío de poder”: Israel huye del sur libanés

“Desbandada” (Corriere della Sera, 23/5); “huida espantada … (que no puede) disimular el caos ni la vergüenza de ese repliegue, … un fracaso para Israel”, “el fruto de una derrota” (El País, 24/5).


La retirada sionista del Líbano no se ha producido como lo pretendían los israelíes, ni como lo hubiesen querido los sirios. Se precipitó por el desbande de la milicia drusocristiana del mercenario Ejército del Sur Libanés sostenido por los sionistas; después, por la desmoralización aún mayor de las propias tropas sionistas que tras cruzar la frontera –sin “siquiera (poder) arriar la bandera”– celebraban “eufóricos” la retirada (ídem); y por último, por la emergencia de un enorme levantamiento popular en todo el sur libanés que ocupó los cuarteles y las prisiones abandonadas, liberando en masa a los presos.


La expulsión de la fuerza ocupante que sojuzgó al país durante 22 años y provocó terribles matanzas a los pueblos libanés y palestino (en Shatila a fines de los ‘ 80, ‘Ajuste de Cuentas’ en 1993, ‘Viñas de Ira’ en 1996) constituye una enorme victoria popular internacional. Ha creado “un vacío de poder en la región” (La Nación, 23/5).


Israel se vio obligado a dar refugio a buena parte de los milicianos del ELS. En un último afán de exhibir una posición de fuerza, retuvo una pequeña región libanesa limítrofe con el Golán sirio.


Por el lugar de Siria en la política libanesa, la crisis abierta con esta ‘retirada’ humillante, recrudece las tensiones de Israel con el régimen de Hafez el Assad, con quien Israel venía celebrando reuniones para arribar a un acuerdo definitivo de paz, como ya ocurrió con Egipto y Jordania. Israel responsabiliza ahora a Siria por el mantenimiento futuro de la ‘paz’ en el sur libanés, que ha quedado completamente en manos de las milicias de Hezbollah. La postura de Hezbollah había sido hasta ahora el “rechazo de la intervención de una fuerza de paz de la ONU” en la zona (Le Monde Diplomatique, 5/00). Siria, en cambio, acaba de aceptar la duplicación de los 4 mil ‘cascos azules’ que ya ocupan el Líbano, para ser desplegados allí de acuerdo a una medida excepcional dictada por el Consejo de Seguridad de la ONU; es decir, por el imperialismo mundial.


Hasta el momento, Hezbollah ha tenido una actitud muy ‘prudente’ en toda la región. Se ha mostrado como un agente de la ‘unidad’ del Estado libanés y ha evitado atizar el odio hacia las cliques burguesas cristianas y drusas que colaboraron con el Estado sionista. Pero a pesar de las enormes limitaciones políticas de Hezbollah, la huida sionista ha dejado abierta una gran crisis en el Medio Oriente.