Vatileaks 3: corrupción, pedofilia, peleas entre “hermanos” y otros pecados

Es sabido que detrás de las siniestras paredes del Vaticano se esconden crímenes de todo tipo. Para quien tuviera dudas, las filtraciones de documentos de 2012 y 2015 (Vatileaks) sobre corrupción, lavado de dinero y negocios oscuros por parte de la Curia, una de las cuales llevó a la renuncia de Benedicto XVI, allí están para atestiguarlo. 


Ahora, a principios del mes de octubre, se precipitó un nuevo escándalo que se cobró la destitución del Jefe de Seguridad del Vaticano, Domenico Giani. Esto fue por la publicación de documentación secreta que detallaba cómo la mayor parte del Obolo de San Pedro, que es el fondo de donaciones de fieles de todo el mundo al Papa para los pobres, es usado para operaciones financieras, especialmente inmobiliarias, en lugar de ir a parar a los “necesitados”. De este modo, la Secretaría del Estado del Vaticano, engrosa en un 77% un fondo “extra balance” de 742 millones de dólares que es utilizado para la timba financiera e inmobiliaria.


Esta documentación, a su vez, saca a la luz que el patrimonio inmobiliario de la Santa Sede es de medio millón de metros cuadrados, el equivalente a casi tres mil millones de dólares. Esto sería el precio total de 4.421 casas, apartamentos y edificios, donde ochocientos están sin alquilar. Un emporio económico. De los 3.200 en locación, el 15 por ciento no paga impuestos, de la mitad se cobran precios de favor. Y hay casi tres millones de euros de morosidad.


Además de la participación en la timba inmobiliaria se había dado a conocer la operación Falcon Oil en la que participó el Vaticano, un intento de inversión de 250 millones de euros en una plataforma petrolífera frente a las costas de Angola. Según las investigaciones de los periodistas Emiliano Fittipaldi y Gianluigi Nuzzi, la documentación revela el complejo sistema de sociedades en paraísos offshore usados por el Vaticano para poner una pantalla en sus oscuros negocios millonarios.


El poder político


Estos datos forman parte de los documentos reservados que se hacen públicos en lo que se denomina el III VatiLeaks, a partir del cual se puede apreciar cómo el Vaticano transitó un sinuoso camino de corrupción, malversación de fondos, fraude, abuso de cargos, lavado de dinero y autolavado que lo han llevado al borde de un precipicio. Algunos de esos documentos advierten sobre la posibilidad de un default (Clarín, 22/10).


Las nuevas filtraciones envuelven figuras del poder político como el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, quien habría oficiado de asesor del fondo luxemburgués Athena Capital Global Opportunities en la transacción en la que el Vaticano invirtió una millonada en la compra de un palacio en Londres en 2018. 


Más allá de sus desmentidas, es un hecho que el Estado italiano tiene una relación carnal con la Iglesia católica desde que Mussolini habilitara su conformación como Estado dentro del Estado. El Vaticano no paga ningún tipo de impuesto, ni siquiera sobre los inmuebles que generan riqueza. A su vez, la curia cuenta con establecimientos enteros que son financiados por el Estado, como por ejemplo el Hospital Bambino Gesú que cuenta con una financiación anual de 220 millones al año por parte del Estado. Además, el 80% de los italianos que declara ganancias dona una parte a la Iglesia para sus distintas “misiones”. Este dinero, que asciende a un millón al año, en gran parte es destinado a los sueldos de los sacerdotes, a cuestiones económicas de las Diócesis, a los tribunales eclesiásticos y a cursos de catequismo, solo un pequeño porcentaje está destinado a la beneficencia, según las denuncias de los periodistas. 


Las internas del Vaticano


Las filtraciones aparecen en un escenario de denuncias cruzadas entre las diferentes camarillas que pueblan la Iglesia. Los carpetazos forman parte de la dinámica infernal del Vaticano. “La Iglesia siempre ha sido un nido de víboras, las luchas de poder son despiadadas”, dijo recientemente Lucetta Scaraffia, que fue directora del suplemento femenino de “L’ Osservatore Romano”. 


Como parte de esa lucha de camarillas, Francisco nombró a 13 nuevos cardenales, diez de ellos electores del próximo Cónclave, asegurándose una mayoría. Esto deja a 128 cardenales electores para el Cónclave, de los que 67 habrán sido creados por el Papa argentino, 42 por Benedicto XVI y apenas 19 menores de 80 años creados por Juan Pablo II. 


Pese a esta relativa ventaja sobre sus rivales al interior de la Iglesia, el balance del papado de Francisco arroja un fracaso para sacar a la Iglesia de la bancarrota y el descrédito en que cayó al calor de los escándalos de corrupción y abuso de menores. La caída en la cantidad de fieles católicos, que se está desarrollando en todo el mundo, es uno de esos indicios.  


Las luchadoras


El terremoto que moviliza al Vaticano son, claro, los escándalos de corrupción, abusos, etc., pero esta debacle de la Iglesia sería impensable sin la extraordinaria movilización de las mujeres en todo el mundo, que impusieron el aborto legal en bastiones del catolicismo como Irlanda, y sin la lucha de los familiares de víctimas de los absusos. Es el retroceso de una institución retrógrada que educa a las masas en la sumisión al régimen social imperante.


Las socialistas luchamos por otro régimen social, sin opresión ni explotación.