Venezuela: Por la derrota de los gorilas

Nuestra caracterización de la semana pasada sobre el referendo venezolano se ha visto confirmada en los días poste­riores.


Los monopolios internacionales del petróleo han roto con la oposi­ción ‘gorila’ y están apoyando la continuidad de Chávez. “Los ana­listas estiman que el mercado pe­trolero desea una victoria clara del mandatario…”, informa La Nación (11/8) desde Caracas. El Financial Times (9/8) no se queda atrás, por­que dice que “una victoria decisiva del presidente venezolano, Hugo Chávez, en el referendo del domin­go podría allanar el camino para que fluyan miles de millones de dó­lares de inversión al sector energé­tico del país". El vocero de las fi­nanzas internacionales es más pre­ciso todavía cuando señala que ese resultado electoral “podría llevar a más acuerdos como el que Chevron Texaco propuso la semana pasada para transformar el crudo pesado la Franja del Orinoco en un producto ligero, para producir even­tualmente entre 200.000 y 400.000 barriles por día”.


Analistas de la industria petro­lera opinan que las petroleras ven bien poner fin a lo que llaman “la inestabilidad política” en Venezuela y dan como razón para ello “la ca­rencia de oportunidades de negocios en otras regiones” (Financial Times, 8/8). El diario agrega que “nuevas inversiones aquí resultarían proba­blemente más seguras para los di­rectores de las compañías petroleras que en el Oriente Medio y Nigeria. El factor confort es aún más impor­tante como consecuencia de las turbulencias financieras de la petrolera rusa, Yukos…”. Roger Tissot, direc­tor de Markets and Countries Group, “recordó que compañías co­mo Chevron Texaco, Exxon Mobil y Conoco Phillips continúan trabajan­do sin quejas en Venezuela” (Finan­cial Times, 8/8). Un director de Fon­dos de Inversiones Internacionales, citado por el FT, asegura que a la empresa estatal PDVSA aún le falta aumentar su producción en medio millón de barriles diarios para recuperar los niveles anteriores al sabotaje organizado por la oposición a fi­nes del 2002, lo cual explicaría la necesidad que tiene Venezuela de las inversiones extranjeras para po­der aprovechar a pleno los altos pre­cios actuales del petróleo.


A la luz de estas tendencias no sorprende que el mismo diario ha­ya informado en ediciones previas (5/8) que “Washington está reorien­tando su política hacia Venezuela (y) adoptando un enfoque más aco­modaticio…” y que “Estados Unidos ablanda su posición a medida que se acerca el referendo”. Si se tiene en cuenta que el referendo jamás habría tenido lugar sin la injeren­cia de Bush, el giro es fenomenal. La Nación (8/8) cita a Michael Shif­ter, del Interamerican Dialogue, que dice que “ahora se puede empe­zar un proceso más conciliador, más democrático, más estable, que podría tener un efecto positivo para los demás países”. En este marco hay que destacar el apoyo al No que ha brindado el gobierno fondomonetarísta de Brasil.


El amplio recurso del gobierno de Chávez a los contratos de explo­tación con los pulpos petroleros está relacionado con su activa política de desendeudamiento de PDVSA. La empresa estatal no recurre al mer­cado financiero internacional y con ello evita quedar bajo la dependen­cia de lo bancos internacionales y de la Comisión de Valores de Estados Unidos. Claro que la posibilidad de la auto-financiación depende de que los precios internacionales se mantengan altos. El gobierno de Chávez tiene la intención también de con­vertir a Venezuela en una potencia gasífera, con destino al mercado norteamericano, para lo cual piensa recurrir igualmente a las petroleras internacionales.


A la luz de estos realineamien­tos, la victoria de Chávez el próximo domingo podría significar, al mismo tiempo, un golpe descomunal a la oposición pro-imperialista interna y la obtención de una mayor autono­mía respecto a las presiones popula­res. Un gobierno bonapartista en Venezuela, o sea que arbitrara entre las masas y el imperialismo, no po­día tener lugar hasta que Chávez no hubiera ampliado considerablemen­te la capacidad del Estado para ma­nejar la principal riqueza del país. Esta es la posibilidad que quedaría abierta después de las elecciones.


Argentina tiene una amplia ex­periencia en lo relacionado a una política de contratos petroleros bajo la responsabilidad de la empresa es­tatal. Fue lo que inauguró Frondizi, en 1959, y desarrolló Onganía a par­tir de 1967 e incluso la dictadura asesina más tarde. Es claro que el gobierno de Chávez goza de las ven­tajas de un mercado de petróleo muy alcista, pero no hay que espe­rar a que esta situación se revierta para que queden de manifiesto los límites del planteo oficial, pues la persistencia de precios altos desem­bocará en una inflación internacio­nal y en una depresión económica, que pondrá fin a esta ecuación par­cialmente nacionalista.


El próximo domingo todos los trabajadores del mundo desearán la victoria de Chávez y la derrota de la oposición gorila e incluso pinochetista. Pero para no quedar atrapados en otro fracaso del nacio­nalismo burgués todos debemos comprender los límites insalvables de éste; los lazos propios que ha te­jido y teje con el imperialismo, y los límites insuperables de esta políti­ca. No hay que hacer seguidismo al chavismo sino construir un partido obrero independiente que plantee la Unidad Socialista de América Latina.