Victoria trotskista en Francia

Los diarios se han referido a las recientes elecciones departamentales en Francia, para destacar la crisis que ha producido la decisión de algunos sectores de la derecha oficial (RPR, UDF) de aliarse al fascistizante Partido Nacional. Se está hablando incluso de una disolución y refundación de los partidos oficiales y, aún, de una reforma electoral que establezca el voto mayoritario en un solo turno, para borrar a los partidos más chicos. En vísperas de la introducción de la moneda única, todo esto anticipa que la unificación europea irá acompañada de una fuerte tendencia a la desintegración política.


La verdad de las elecciones es que el 42% del electorado no se molestó en ir a votar, como consecuencia de lo cual, el 65% de los votos emitidos que sacaron la izquierda (PS, PC, Verdes) y la derecha oficiales, no representan más que al 36% del electorado. Los resultados, sin embargo, fueron interpretados como positivos para la izquierda oficial porque sólo perdió cinco puntos luego de nueve meses de gobierno, frente a una derecha que no pudo recuperarse de su desastre electoral en mayo pasado.


La izquierda oficial fue, de un modo generalizado, en listas únicas, es decir que el PC se borró detrás del PS y en algunos casos, como en el norte del país, detrás de ejecutores directos de la política oficial de despidos y privatizaciones. El comunismo francés demostróuna vez más que no tiene nada nuevo de que jactarse.


Lo que también conmovió a gran parte de la prensa fue la elección que hizo la organización trotskista Lutte Ouvriere que obtuvo el 4.7% de los votos emitidos y, por primera vez en la historia, 20 consejeros regionales. Los diarios interpretan este resultado como una manifestación de radicalización política irreversible, que instala al trotskismo duraderamente como fuerza nacional.


También la Liga Comunista Revolucionaria hizo una buena elección pues consagró a dos consejeros. El porcentaje de votos no se puede estimar porque se presentó en un número limitado de departamentos y en algunos lo hizo en frente con los verdes. A diferencia de Lutte Ouvriere, la Liga procura ingresar a la constelación de los partidos de la izquierda oficial, para lo que se propone sustituir su apelación de Comunista por el de Izquierda Democrática Revolucionaria. Detrás de este cambio de nombre se encuentra su intención expresa de “construir un partido no delimitado programáticamente”, el que tampoco deberá tener “un acuerdo completo sobre la interpretación del pasado o la visión del mundo”. El lector ya puede juzgar. Lutte Ouvriere ha caracterizado el travestismo de la Liga con estas palabras: “Moral y políticamente no es más una organización que se reivindique comunista”. Es lo que el Partido Obrero ya señaló hace bastante tiempo.


En Francia más que en ningún otro lado, el desarrollo de las perspectivas que ha abierto el trotskismo depende de la refundación inmediata de la IV Internacional. Si Lutte Ouvriere pudiera presentarse desde un plano internacional su ascendiente en el proletariado francés crecerá con más fuerza.