¡Viva la rebelión popular en Bosnia!

 

A casi dos décadas de la guerra fraticida en los Balcanes, Bosnia es escenario de una imponente rebelión popular. Los trabajadores están a la cabeza de este proceso. La clase obrera y la juventud de la ciudad de Tuzla, un centro industrial, tomó la iniciativa y el levantamiento se ha extendido, prácticamente, a la totalidad de la Federación de Bosnia y Herzegovina, incluyendo la capital Sarajevo y las principales ciudades.

La protesta es una reacción contra el proceso de restauración capitalista, que ha llevado la región al colapso. La insurrección en Tuzla comenzó como una protesta contra el cierre de las fábricas privatizadas entre 2000 y 2008. Un centro industrial y cultural floreciente bajo la Federación Socialista de Yugoslavia, vió sus fábricas químicas, de muebles y otras industrias, saqueadas por la antigua burocracia reciclada como nuevos propietarios. Los privatizadores ni siquiera estaban interesados en garantizar el funcionamiento de las plantas. Vendieron los activos, muchos de ellos se declararon en bancarrota, y despidieron a los trabajadores sin indemnización.

Las tendencias a la desintegración de la Unión Europea, como consecuencia de la bancarrota capitalista en curso, aceleraron este derrumbe y han terminado transformando los Balcanes en un polvorín social. La tasa de desempleo se sitúa oficialmente en 27,5%.
Las demandas económicas iniciales del movimiento se combinaron velozmente con reclamos de neto corte politico. El reclamo de que se vaya el gobierno se ha generalizado,poniendo así la cuestión del poder político en la agenda. Entre los reclamos, ha comenzado a figurar la abolición de los acuerdos de Dayton, que es el orden impuesto por el imperialismo, que ha terminado despedazando la región y creando estructuras estatales artificiales, y transformándola en una suerte de protectorado bajo la batuta de la Unión Europea. Esta división fue realizada siguiendo los criterios étnicos y religiosos fogoneados por los partidos nacionalistas serbios, croatas y bosnios, que son quienes vienen ejerciendo el poder en las últimas décadas.

Uno de los datos salientes de la movilización en curso es que los manifestantes han salido a impugnar al nacionalismo y sus partidos. El movimiento, aunque todavía en forma circunscripta, ha despertado simpatías en la Republica serbia de Bosnia, Croacia y Serbia. Y se han organizado manifestaciones solidarias con la rebelión. Estamos frente a un giro político, si tenemos presente que las rivalidades étnicas y religiosas, que adquirieron un carácter desgarrador en la guerra de los Balcanes entre 1992-95, han sido, históricamente, un obstáculo para el desarrollo de una lucha común de los trabajadores.

Al calor de la movilización, ha empezado a extenderse la deliberación popular. Han empezadoa proliferar una suerte de asambleas populares,en primer lugar, en Tuzla, que plantean la necesidad de poner fin al privilegio de los políticos. Pero son muy difusas, todavía, las alternativas políticas para reemplazarlos. Algunos plantean la emergencia de un gobierno conformado por expertos, ajenos a los partidos políticos. La experiencia, sin embargo, de “gobiernos técnicos”, en Italia y otras naciones europeas, ha dejado claro que estos gobiernos son tributarios del establishment y del imperialismo europeo. Otras voces, hacen hincapié en la necesidad de unir un cambio de régimen político a un plan de transformaciones económicas y sociales, entre las cuales se incluye el aumento de los salarios y jubilaciones, y una revisión de las privatizaciones.

La rebelión popular ha colocado sobre el tapete la necesidad de desplazar a la nueva burguesía restauracionista saqueadora, y poner fin al régimen de protectorado impuesto en Dayton por el imperialismo, y reemplazarlo por un gobierno de trabajadores en el marco de una federación socialista de los Balcanes.

Pablo Heller