Juventud

22/6/2020

Juventud: el drama de la precarización y la desocupación

Cómo enfrentarlo.

Como nunca antes en los últimos años, la pandemia del Covid-19 ha colocado sobre la mesa la brutalidad que se descarga sobre la enorme mayoría de la juventud, en nuestro país y en el mundo: el desempleo y la precarización laboral.


Si bien estamos ante un fenómeno para nada novedoso, merece toda nuestra atención porque se desarrolla, incesantemente, a escala planetaria, y en nuestro país alcanza índices explosivos. Organizarnos para enfrentarlo y darle una salida política es elemental, más aun en el contexto de depresión y crisis mundial que se desenvuelve.


La precarización y desocupación en números


Un artículo publicado por Página/12 en septiembre del año pasado (“la falta de trabajo para jóvenes, un problema globalizado”) basado en varios estudios nacionales e internacionales, arroja cifras escalofriantes: en el mundo, según dicho articulo, el año pasado los jóvenes desocupados ascendían a los 64 millones, mientras que otros 145 millones más trabajan pero son pobres por lo bajo de sus ingresos mensuales. Ambos datos son de la organización internacional del Trabajo (OIT). En el caso argentino, los informes de la OIT, basados en la “encuesta permanente de hogares” arrojan que esta problemática se extiende hace mas de 30 años en el país. Focaliza las mayores tasas en 2001, y explica nuevamente su incremento en el 2017, donde tres de cada cinco jóvenes trabajaban de forma precarizada y tan solo uno de cada diez tenía un empleo formal.


Pero no se trata de cargar tintas solo contra gobiernos neoliberales, como sugiere Página/12. Informes desarrollados en el 2004 dan cuenta de que en aquel entonces la proporción de jóvenes desocupados alcanzaba el 40% del total, una cifra temeraria si tenemos en cuenta que en aquel momento los jóvenes constituían solo el 20% de la población activa. Volviendo a la actualidad, un informe del 2019 del Observatorio de Comercio Exterior, Producción y Empleo (Cepe), dependiente de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (Umet), donde el actual ministro de Educación, Nicolás Trotta ejercía el cargo de rector, coloca cifras pavorosas: en total el 64% de jóvenes trabaja de forma precarizada.


Uberizacion o capitalismo de plataforma


Estas formas de trabajo-explotación contra la juventud se convirtieron en los últimos años en moneda corriente. La falta de empleos hace estragos; del total de desocupados jóvenes actuales tan solo un 10% no busca empleo (mayoría de madres que crían a sus hijos) y la inmensa mayoría hace más de un año que busca y no encuentra. Esto es un caldo de cultivo para que los capitalistas desarrollen a fondo su sed de ganancias más jugosas a costa de la superexplotación juvenil. Así aparecen las “apps” de trabajo y los “fast food”. En el caso de las apps tienen su expresión acabada en los repartidores que “prestan servicios” a Rappi, Pedidos ya, Glovers, quienes tienen que pedalear o repartir en moto extensas jornadas para poder llevarse mil pesos a su bolsillo al final del día. Los peligros a los que son sometidos para entregar en tiempo y forma los productos, junto a las nulas medidas de seguridad e higiene (recrudecidas en la pandemia) han abierto un intenso despertar político de miles y miles de jóvenes en el país y en varios otros, convirtiéndose en un fenómeno mundial de lucha de la juventud contra la precarización laboral. Son las condiciones propias de un régimen capitalista, sumergido en una severa crisis, que no ofrece ninguna perspectiva para la juventud. En el ultimo tiempo más de 35 millones de jóvenes perdieron sus empleos.



Organicémonos (también) desde nuestros lugares de estudio


Ante esta situación, colaborar desde las herramientas sindicales con las que cuenta la juventud, como los centros de estudiantes, es una necesidad. Ocurre que muchísimos estudiantes a la vez son jóvenes trabajadores precarizados o desocupados. Es el caso de la Uuniversidad Nacional de General Sarmiento (Ungs) con una amplia composición obrera, donde el 40% de los estudiantes trabajan bajo la precarización. Por ello, que los centros de estudiantes iniciaran una campaña política por la organización de la juventud precarizada sería un enorme paso adelante. Además de los dramas que representa la virtualidad, la precarización es la otra cara de una misma moneda que empuja a la deserción estudiantil. Sumar a los centros a las luchas de los precarizados y participar activamente en ellas es clave. Como así también brindar asesoramientos legales donde los jóvenes puedan exponer los abusos patronales que sufren y colaborar en la organización efectiva en sus lugares de trabajo. Las Federaciones Universitarias y los centros ligados al Estado, ya sea al gobierno (Jup, Mella, Cepa) o a la oposición de derecha (Franja Morada) hacen la vista gorda frente a esta situación. Están en el mismo campo político que las distintas burocracias sindicales y, con más o menos matices, que el conjunto de la burguesía para garantizar un pacto social contra los trabajadores de acuerdo a las exigencias del FMI, de los bonistas y de la propia burguesía nacional.


Con la UJS, desde la secretaria Obrero-estudiantil de la Fuba bajo nuestra dirección, impulsaremos una fuerte campaña hacia el conjunto de la juventud precarizada en esta dirección, y la replicaremos al interior de cada lugar de estudio en el que intervenimos.


La pelea contra la precarización laboral y por trabajo genuino para la juventud, bajo convenio y con salarios igual al costo de vida, solo pueden ser conquistados con la organización independiente y combativa de la juventud trabajadora, ligada a recuperar sus representaciones sindicales hoy en manos de la burocracia.