Juventud
21/2/2022
Lo que deja el campamento de la UJS y la JPO y lo que se viene
La juventud que no pueden comprar lo hizo de nuevo.
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Foto: Federico Imas @ojoobrerofotografía
Volver. La palabra, sin decir mucho, resume un sentimiento compartido. Las carpas que se tienden, los bombos que laten, el agite que no deja que el presentador o la presentadora empiece el curso a tiempo. La formación política, las noches divertidas, las comisiones en el pasto, el río, las rondas para los plenarios. Volvió el campamento más lindo que puede haber.
Y eso que desde que los micros salieron de vuelta de Nueva Atlantis 2020 hasta este fin de semana, esa juventud tuvo de todo menos cuarentena. Se las ingenió con todas las herramientas posibles para intervenir en las facultades, peleando para que haya asambleas, reuniones abiertas, movilizando a los centros que están bajo su conducción a todas las luchas en curso mientras denunciaba en sus consejos directivos a las autoridades radicales y peronistas que descargaron la pandemia y la crisis contra la cursada. Son los pibes y las pibas que fueron a luchar a Guernica y que pelearon con los y las vecinas por tierra y vivienda, la que copó cada marcha ambiental, la que puso el cuerpo a la campaña electoral contra los candidatos del FMI con el FIT-U. Es la juventud piquetera que tomó el Ministerio de Educación y metió 10.000 personas en la plaza Pizzurno porque “sin wifi y computadoras no hay educación”.
Pero la idea del campamento como instancia de formación y deliberación fue, más que tratar lo que hicimos, organizar lo que vamos a hacer. El curso central del campamento, que se tituló “Argentinazo: 20 años y su vigencia”, analizó las perspectivas de la rebelión popular del 2001 al calor de los debates de la actualidad y recorrió las principales peleas políticas de las últimas dos décadas. Las comisiones trataron cómo la burguesía y su personal político utilizó diferentes recursos, trampas, giros políticos para lograr que los trabajadores paguen la crisis. Después de 20 años, con la pobreza en el 43% y el FMI de vuelta monitoreando la Argentina, la necesidad de leer aquella rebelión popular con la perspectiva es no solamente lograr un rechazo amplio al pacto con el Fondo del gobierno de Alberto Fernández, sino también de avanzar en la organización política para que esa movilización eche para siempre a los ajustadores de la Argentina. Como dijo en la apertura del campamento Tatiana Fernández Martí: “Por otro Argentinazo, por el poder”.
El campamento tuvo entre sus eventos destacados los plenarios educativos. Los hubo de todas las facultades de UBA, UNA, de la UNSAM, UNLA, UNLAM, UNPAZ, UNAHUR, UNGS, UNLP, UNQUI y UNR. También de los terciarios y secundarios de CABA y provincia de Buenos Aires, que se organizan contra los ataques de Larreta y Kicillof a la educación pública. Los plenarios discutieron un programa para la vuelta a clases presencial plena que, con un ajuste de 30 puntos del presupuesto nacional (que no se votó, pero que se buscará implementar), encontrará en la tan anunciada “vuelta a clases” problemas de todo tipo. Sacar a la universidad del Fondo requiere, a su vez, ir a pelear este año por centros de estudiantes que no tengan ataduras a las variantes del gobierno y a las autoridades que con el CIN a la cabeza acompañan el ajuste y los acuerdos con los organismos multilaterales. Es Educación o FMI.
El plenario ambiental votó una enorme campaña por el tema de los incendios en Corrientes, por el cual nos movilizaremos junto a la Coordinadora Basta de Falsas Soluciones. También por el Día Mundial del Agua el próximo 22 de marzo. Discutió esta instancia una cuestión crucial: cómo continuar el movimiento que a fin de año hizo el Chubutazo y que arrancó el 2022 en defensa del mar. Este objetivo está atado a una certeza: detrás de todos los ataques ambientales se observa la actuación de un gobierno que cajonea la Ley de Humedales, que recorta los fondos para pelear contra los incendios que busca, como dijo el propio Juan Cabandié, contaminar para pagar la deuda. Una lucha para que el movimiento ambiental sea parte de la lucha contra el Fondo, como hizo la BFS movilizándose junto al plenario de Parque Lezama, es un punto crucial para esa conclusión política.
La juventud piquetera tendrá, en los próximos días, una parada importantísima, como introdujo Gabriela De La Rosa en su cierre del curso. El movimiento piquetero que en los últimos días estuvo en boca de ataques de voceros del gobierno y la oposición patronal responde, como siempre, con organización: el 11 y el 12 de marzo más de 40 organizaciones pondrán en pie un Plenario Nacional Piquetero que será un salto en la lucha que dan en las calles. Las pibas y los pibes, con la JPO (Juventud del Polo Obrero) a la cabeza, tendrán una parada clave.
El campamento además se inscribe en una campaña nacional que ya tuvo instancias similares en Santa Cruz, Río Negro-Neuquén, Córdoba, Catamarca y que tendrá otras en Mendoza-San Juan, Salta-Jujuy y Tucumán. Mil jóvenes participaron en Zárate y se espera que en el resto del país ese número llegue a 1.500 entre los campamentos que ya se hicieron y los que faltan. Como siempre, el campamento es una instancia colectiva: el trabajo por ponerlo en pie, su financiamiento, las diferentes tareas que surgen, son fruto de una organización que involucra a todos sus participantes.
Las tareas son claras. Ir a buscar un pronunciamiento de toda la juventud contra el pacto con el Fondo y volcarla a la militancia para enfrentarlo es el desafío planteado. La juventud que no pueden comprar lo hizo de nuevo. No hay nada más lindo que volver.
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