LGBTI

25/10/2020

Bergoglio, el dogma del odio a las diversidades sexuales y de género

El recurso que utilizaron los antimatrimonio igualitario en el 2010.

Agrupación 1969

Ayer, en el marco del Festival de Cine de Roma, se estrenó el documental “Francesco”, en el cual el Papa Francisco aparece haciendo una serie de declaraciones sobre el cambio climático, las migraciones y otras temáticas de actualidad.

Sin embargo, lo que trascendió mediáticamente fue el apoyo del sumo pontífice a la unión civil entre personas del mismo género. Sobre esto, el Papa afirmó que además de que los homosexuales deben tener derecho a una cobertura legal, cosa que él “había defendido”, también resaltó el derecho a tener una familia y que no pueden ser echados de esta por su orientación sexual. Las declaraciones de Francisco ya son viejas y su recolocación en la escena política pudo proceder de parte de aquellos que  buscan más que beneficiar al Papa, afectar su imagen frente a los sectores de poder de la propia Iglesia que buscan que el dogma clerical sea sin fisuras el de la misoginia, el odio hacia las diversidades sexuales y de género y la justificación de la pederastía, entre otras definiciones en el plano de la moral, la familia y la economía, claro. Los sectores propapales que trataron de convertir al enemigo número uno del matrimonio igualitario en un hombre que cambia positivamente, inscriben su accionar en una verdadera canallada.

¿Unión civil o matrimonio igualitario?

Detrás de este “saludo” a la población homosexual se esconde el rechazo al derecho al matrimonio igualitario por el cual pelea el movimiento LGBT+ a nivel mundial, ofreciendo a cambio una “unión civil” que a nivel legislativo en algunos casos no ofrece la misma protección legal: muchas veces se encuentra excluido el derecho a la herencia mutua o al reconocimiento de ambas partes de les hijes nacides dentro del vínculo.

La unión civil aparece como una devaluación de nuestros reclamos como comunidad: en principio, la igualdad bajo la ley de todos los vínculos, sea cual sea su composición genérica. Detrás del resguardo del “matrimonio” existe el ideal de que una unión de este tipo tiene como único fin la maternidad y por ello debe estar integrado por una mujer cis y un varón cis. Las declaraciones de Bergoglio, lejos de ser una muestra de deconstrucción de la institución, intentan funcionar como un freno a cualquier lucha por una verdadera igualdad legislativa. En este punto rechazamos los planteos embellecedores de la FALGBT, compuesta por organizaciones ligadas al gobierno nacional tributario del Vaticano y otras directamente clericales, que considera estos dichos como “un avance en el reconocimiento de derechos concretos”.

El discurso “gay friendly” de Francisco trata de tapar el sol con la mano: históricamente la Iglesia Católica ha montado una cruzada contra cualquier tipo de sexualidad o género que esté por fuera de la norma cisheterosexual, y atente contra el modelo de familia binario, es decir, lo que hoy día funciona como célula de reproducción de la clase obrera. La doctrina clerical que arremete contra los derechos del conjunto de la población LGBT+ forma parte del ADN de la institución católica y es defendida por el conjunto de los funcionarios del Estado Vaticano, con Bergoglio como su principal cabeza e impulsor.

No es casualidad que monte una defensa alrededor de la Unión Civil. Su “aceptación” en contraposición al matrimonio fue la estrategia de gran parte de la Iglesia para intentar frenar en el 2010 al gran movimiento de lucha por el matrimonio igualitario, que consiguió arrancarle al Estado la primer ley en Latinoamérica de este tipo. Bergoglio llegó a llamarlo “una pretensión de destruir el plan de Dios”, una “movida de Satanás” y advirtió a sus feligreses que estaba en juego “la identidad, y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos”, montando una campaña oscurantista, llegando a movilizar hasta a niñes de colegios confesionales contra este reclamo, y apoyando la remoción de los miembros de la Iglesia que se mostrasen a favor la medida, como Nicolas Alessio, cura cordobés. Una vez Papa, incluso, se mostró junto al Arzobispo de Córdoba, quien hubiera iniciado un juicio canónico contra Alessio.

La falsa deconstrucción de Bergoglio

No se nos escapa por qué en este contexto Francisco quiere aparecer portando un rostro más amable: el movimiento de mujeres y diversidades sexuales y de género ha ganado las calles en todo el mundo exigiendo derechos que golpean los intereses de las iglesias. Sin embargo, los múltiples dichos de Bergoglio sobre la población LGBT+ hablan por sí solos de dónde se para la Iglesia frente a nuestra existencia. Famosas son sus declaraciones sobre la homosexualidad como una “moda”, frente a la preocupación de que existieran curas homosexuales. (¡Si tan solo existiese la misma preocupación sobre la pedofilia en sus filas!) También sus recomendaciones sobre el tratamiento psiquiátrico hacia las niñeces que manifestaran su homosexualidad, y su comparación de las personas trans con ¡armas nucleares!

Todo esto nos plantea una primera conclusión: la Iglesia cumple una función social determinante bajo el sistema capitalista, la de garantizar un ordenamiento en la sociedad basado en la opresión de las mujeres y las diversidades sexuales y de género. Su larga trayectoria de bloqueo a reclamos del movimiento LGBT+ y de mujeres como la aplicación de la ESI, la anticoncepción gratuita, y el aborto legal, da muestra de que no es meramente una oposición “ideológica” sino que la Iglesia se establece como una pata más del capital para garantizar su funcionamiento.

En un país donde la injerencia clerical en el conjunto de la vida pública nos deja como saldo un crimen de odio cada 3 días, donde hasta hoy día hay escuelas subsidiadas por el Estado que castigan a les niñes por su orientación sexual o identidad de género, donde las leyes arrancadas por el movimiento LGBT+ son bloqueadas e inclumplidas por los sucesivos gobiernos, es necesario pelear por la separación urgente de la Iglesia y el Estado. No vamos a arrancar ninguna reivindicación buscando un apoyo en esta institución podrida, sino en las calles con organización y lucha independiente de las Iglesias y todos los gobiernos tributarios a ellas.

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