LGBTI

4/4/2022

Qatar 2022: un Mundial de fútbol anti LGTBI

La organización del mundial de Qatar 2022, que iniciará el próximo 21 de  noviembre, anunció que serán confiscadas las banderas LGBTI que se muestren en los estadios.

Mundial de Futbol 2022 en Qatar

La organización del mundial de Qatar 2022, que iniciará el próximo 21 de noviembre, anunció que serán confiscadas las banderas LGBTI que se muestren en los estadios. En línea con esta política, en diciembre del año pasado el jefe del comité organizador del evento mundialista Nasser Al-Khater afirmó que “las demostraciones públicas de afecto están mal vistas y esto se aplica a todos”. Es importante mencionar que en este país la homosexualidad es un delito y está penado con hasta tres años de prisión, además de que las prohibiciones se extienden al simple uso de la bandera, acción que también es penada con cárcel.

Este evento deportivo, uno de los más importantes del mundo, contará con un gran despliegue de tintes faraónicos y excéntricos: estadios con refrigeración, nuevos aeropuertos y carreteras, grandes hoteles que luego quedarán vacíos, hoteles flotantes en el puerto  y zonas de fans en el desierto, además de grandes cruceros contratados para la ocasión. Es decir se prepara un gran negocio regenteado por los grandes capitalistas que buscan tener una tajada del gran  banquete del fútbol mundial.

La corrupción también salpicó a la organización cuando en 2010 llegaron denuncias hacia la FIFA por haber manipulado la elección de la sede, de la cual los Emiratos Árabes y sus jeques se vieron beneficiados.

Por el contrario los trabajadores empleados  en la construcción de los estadios y los recintos que se van a utilizar  sufren las peores de las condiciones laborales, con contratos basuras que permiten la peor de las explotaciones con consecuencias gravísimas: Más de 6.500 trabajadores inmigrantes murieron en el transcurso de las obras según los datos oficiales de los países de origen de los fallecidos.

En cuanto a las mujeres trabajadoras en Qatar, resuena el caso de Paola Schietekat, condenada a cien latigazos tras denunciar que sufrió un abuso sexual. La joven de 27 años fue contratada para trabajar en conjunto con las autoridades del país en Doha, la capital. En el ejercicio de sus labores, el 6 de junio de 2021, sufrió violencia sexual por parte de un colega y Paola expuso lo sucedido, pero la denuncia se volvió en su contra siendo ella acusada de “sexo extramatrimonial”, un delito en las normas islámicas. Posteriormente fue condenada a siete años de años de prisión y cien latigazos. La víctima también responsabiliza al consulado mexicano del cual recibió un acompañamiento “mínimo y desdeñoso”. En una entrevista la trabajadora advirtió acerca de la suerte que pueden correr muchas mujeres y personas del colectivo LGBTI en el transcurso del evento.

Ante este cuadro los países de occidente, que quieren mostrarse como sitios “gay friendly” ante los suyos y promueven negocios vinculados a ello, poco y nada hacen contra este atropello a las mujeres y las diversidades, mirando para otro lado y operando para que la pelota se manche otra vez. En el pasado mundial de Rusia 2018  donde existen leyes de represión a la homosexualidad, promovidas por Putin, existió un silencio de radio ante este atropello por parte de los países concurrentes. Cuatro años después la historia se repite.

En una línea contrapuesta estamos les aficionades e hinchas del fútbol, y del deporte en general, que reclamamos contra estos atropellos y defendemos las libertades democráticas. Un ejemplo actual es la hinchada del Estrella Roja de Belgrado que, en el entretiempo de un partido de la Europa League, denunció a la OTAN. También en el mundial pasado  existieron protestas contra las políticas represivas de Putin: las Pussy Riot irrumpieron en el partido final (Francia-Croacia) en reclamo por la libertad de expresión y seis activistas LGTBI de la campaña “The Hidden Flag” se pasearon por Rusia con los colores de la bandera del orgullo gay, usando las camisetas de la selección de ese país.

Los reclamos por derechos humanos no se circunscriben solo al fútbol. El año pasado en el GP de F1 de Qatar, Lewis Hamilton se mostró con un casco con los colores de la diversidad en apoyo a las diversidades sexuales y de género.

Es necesario que las hinchadas del mundo se unifiquen en una lucha contra la represión hacia las mujeres y las diversidades en el marco del mundial de fútbol, para poder defender, a uno de los deportes más populares, de la rapiña capitalista que pincha el balón y confisca las banderas del orgullo.