A tres años del asesinato de Iago Ávalos

Basta de gatillo fácil contra la juventud trabajadora

Hoy se cumple el tercer aniversario del asesinato de Iago Ávalos por parte del subcomisario de la policía federal, José Perez Buscarolo. En tiempos donde el gobierno busca revestir el accionar de las fuerzas represivas en nuestro país con un manto de heroicidad por sus tareas durante la cuarentena, levantamos más que nunca la bandera de justicia por Iago y todos aquellos jóvenes trabajadores que nos han sido arrebatados.


El caso, el juicio y el papel que jugaron los tribunales


La persecución se inició cuando Iago y un amigo suyo quitaron las tazas del auto de Buscarolo. A partir de allí, tirando tiros a quemarropa desde su coche, el efectivo emprendió una cacería que terminó con una bala en la espalda de la víctima. En el transcurso de la persecución, el policía disparó incluso al pasar por el frente de la Escuela Primaria n°15, mientras sus alumnos aún volvían a ingresar luego del recreo. Como si esto  fuera poco, al darse cuenta que había impactado con uno de sus balazos a Iago, y ante el pedido del amigo para que lo llevara al hospital, el subcomisario se negó. Buscarolo fue encerrado luego del llamado de vecinos del barrio a la policía.


A menos de una semana del asesinato, comenzaron las movidas para operar la salida de prisión del policía: por intermedio de la jueza Lucía Casabayó, se presentó un petitorio para brindarle la domiciliaria a Buscarolo. Aunque en esta primera instancia la solicitud fue denegada por el fiscal, a poco más de un año del crimen la domiciliaria fue concedida al subcomisario argumentando que “no se encontraba en peligro de fuga”. Este sería el primero de los antecedentes de una Justicia que se mostró, hasta el final, arraigada a los intereses del aparato represivo.


En el mes de mayo del año 2019 tuvo lugar el juicio, que ingresaba al juzgado con la carátula de “homicidio simple agravado” (equivalente a pena de cadena perpetua). Las defensas del acusado oscurecieron lo que buscaban aclarar. Según el propio Buscarolo “se le puso todo en negro” y se le “saltó el chip”. Esta “confesión de parte” no bastó para que el tribunal popular mantuviera la carátula, que fue disminuida hasta “homicidio culposo”, lo cual implica emparejar el crimen con uno producto de un accidente automovilístico. De cadena perpetua, Buscarolo pasó a tener una condena de 2 a 5 años, contando el tiempo que ya llevaba en domiciliaria hasta la fecha.


El resultado de este fallo bochornoso es que en septiembre de este año el asesino de Iago saldrá libre.


Nos seguimos organizando contra la impunidad


La organización ha sido desde el comienzo el factor clave para encarar la lucha contra el aparato estatal. Pasadas escasas semanas del asesinato, se realizó una movilización en el centro del municipio; durante el juicio, cientos de personas acompañamos a la familia y nos mantuvimos firmes esperando su resolución; junto con Roly, padre de Iago, hemos pasado por las aulas de la UnaHur visibilizando el problema.


Siguiendo este mismo camino hoy exigimos justicia por Iago, que cese la impunidad de las fuerzas represivas. Vamos también por el desmantelamiento de las mismas, para que no haya más pibes condenados a su atropello.