En la madrugada de hoy, dos miembros de la policía bonaerense, en evidente estado de ebriedad, comenzaron a hostigar mediante golpes y amenazas a un grupo de jóvenes que se encontraban reunidos en la vía pública. Tras la intervención de vecinos del lugar, los policías redoblaron sus amenazas apelando incluso a sus armas reglamentarias.

Seguidamente, se desplegó un enorme operativo policial, que incluyó la participación de 8 patrulleros y numerosos efectivos de la Bonaerense, en una zona que se colmó de vecinos que habían salido en defensa de los jóvenes, repudiando con indignación el accionar de los policías.

Las escenas son más que elocuentes: varios policías eran incapaces de controlar la situación y hacer ingresar al patrullero a uno de los efectivos, que apenas podía mantenerse en pie. Por su parte, minutos antes el segundo efectivo había logrado darse a la fuga.

Esta nueva muestra de arbitrariedad por parte de una fuerza totalmente contraria a la seguridad de los sectores populares debe ser repudiada por el conjunto de la sociedad. Lejos de combatir el narcotráfico o la trata de personas, las fuerzas policiales están a la orden del día para hostigar a la juventud, a las familias que luchan por un techo o a los trabajadores ocupados y desocupados. Son los barrios con la juventud precarizada o desempleada donde el aparato represivo del Estado muestra su rostro más hostil. Los reiterados casos de gatillo fácil encuentran allí su escenario predilecto, teniendo en la desaparición seguida de muerte de Facundo Castro el ejemplo más resonante y reciente.

Los vecinos resolvieron dirigirse a Fiscalía para realizar la correspondiente denuncia por apremios ilegales. El Estado es responsable. Fuera Berni.