Córdoba: penas de 1 a 3 años por el gatillo fácil de Isaías luna

Una vez más, queda al descubierto la descomposición y corruptela que manejan las fuerzas de (in)seguridad.

Guadalupe Scotta/Colectivo dicimbre

El pasado jueves se conoció la sentencia a los policías acusados por el asesinato (y su posterior encubrimiento) de Isaías Luna. El juicio comenzó el pasado 5 de febrero. A Ariel Adavid, autor del disparo mortal, le dieron una pena de 1 año y seis meses de prisión condicional. El resto de los acusados por encubrimiento y falso testimonio fueron condenados a penas de entre 2 y 3 años. Por último, uno de los policías implicados finalmente quedó absuelto.

Los resultados del juicio despertaron el enojo y la bronca de la familia de la víctima. Todo el caso estuvo plagado de irregularidades. En un primer momento, la policía pretendió crear la hipótesis de que se produjo un enfrentamiento y que tanto Isaías como sus dos amigos estaban armados. Incluso plantaron un arma en la escena. Esto quedó totalmente desmentido con la investigación judicial. Se comprobó que a Isaías le dispararon por la espalda y que ni él ni sus amigos poseían armas.

Este accionar es moneda corriente dentro de las fuerzas policiales: asesinar por la espalda y luego plantar pruebas para esconder la impunidad con la que se manejan. Recordemos que sucedió exactamente lo mismo con el caso de Blas Correas, que ocurrió solo unos meses antes. Esto evidencia que no alcanza con cambiar algunas caras de la cúpula policial; el aparato policial se encuentra descompuesto desde la raíz.

Durante el juicio, la abogada querellante, Victoria Siloff, intentó lograr una calificación mayor y una condena más alta para Adavid, con prisión efectiva. Los jueces ni siquiera le permitieron terminar de explicar sus argumentos. Según explicó Siloff a La Tinta, “la pena de un año y seis meses está dentro de la escala penal para un homicidio culposo, como podría ser un accidente de tránsito, el problema acá es que no es un accidente”. Es decir, se juzgó como si hubiera sido un accidente el comportamiento repetitivo de la policía, esto es,  asesinar pibes por la espalda.

Una vez más quedaron al descubierto la descomposición y la corruptela de las fuerzas de (in)seguridad, y la complicidad del aparato judicial, habida cuenta las condenas vergonzosas que recibieron los acusados. Nos encontramos próximos al 24 de marzo, es necesario entonces llevar a las calles el reclamo por el desmantelamiento del aparato represivo del Estado, de la mano de la consigna “gatillo fácil nunca más”. Justicia para todxs lxs pibes asesinados por balas de la policía. Elección popular de jueces y fiscales.

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