Crimen del soldado en el cuartel de Zapala: se prepara un nuevo reclamo de justicia

El juez investiga con el protocolo de Bullrich como ley.

Movilización.

Se hizo la reconstrucción del asesinato del soldado Pablo Córdoba, con dos disparos de FAL en su cabeza, dentro del cuartel del Ejército en Zapala. En lugar de ser una actividad que apunte al esclarecimiento del hecho e imputar al o los autores, todo terminó en un escándalo protagonizado por el juez y las jefaturas del cuartel contra la familia del soldado.

El juez Greca, durante la reconstrucción, tuvo una conducta abiertamente patoteril: le gritó al abogado defensor, al fiscal y a la familia, e incluso echó del acto a los gritos a la hermana de la víctima y al padre. La madre dijo respecto a esta actitud del juez: “A nosotros nos hostigaba como si fuéramos los delincuentes” (Río Negro, 28/12).

La actividad, que se citó a una hora que reflejara la oscuridad reinante en el lugar cuando se cometió el homicidio (así está caratulada finalmente la causa por la lucha de la familia y el apoyo de organizaciones de Zapala), estaba iluminada por reflectores, lo cual anula el escenario real en el que el soldado recibió los balazos. El fundamento del juez para iluminar la escena es trágico: “Para que nadie se tropiece”.

Las pruebas de que el soldado fue asesinado son elocuentes, no obstante el juez y las jefaturas militares intentan sostener la teoría del suicidio, lo cual implica que el soldado luego de recibir un disparo de fusil FAL en la cabeza, tuviera aún posibilidad de dispararse por segunda vez.

Las dos autopsias (realizadas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación y el Cuerpo Médico Forense de Neuquén) determinaron que ambos disparos fueron letales, no obstante el juez intentó una reconstrucción con la teoría del suicidio, para lo cual contó con la complicidad de Gendarmería Nacional, la fuerza que designó el magistrado para realizar las pericias. La complicidad de GN llegó al punto que un perito de esa fuerza llegó a sugerir que el soldado se suicidó y que llegó otro soldado a auxiliarlo y en ese momento se disparó accidentalmente el arma, por eso tiene dos tiros en la cabeza.

La casta judicial y militar en el mismo lodo

La definición del padre del soldado, quien a su vez es suboficial del Ejército, es elocuente: “Me quedó claro que el juez Greca está trabajando para el Ejército”.

Mientras las jefaturas afirman que el soldado siempre estuvo horizontal, como parte de esa campaña de impunidad, un militar que declaró que el soldado Córdoba estaba sentado (como confirma una pericia por la proyección de la sangre sobre su uniforme) fue trasladado a Salta y notificado a último momento para asistir a la reconstrucción, no pudo hacerlo porque el Ejército no le garantizó el pasaje. Ausencia que le ocultó al abogado defensor y a la familia.

Es ante semejante acto de prepotencia que se está autoconvocando en Zapala un ruidazo y bocinazo para el próximo 2 de enero. Allí estaremos, para derrotar el protocolo Bullrich aplicado a este nuevo homicidio tenebroso dentro de un cuartel, que recuerda al del soldado Carrasco durante el menemismo.

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