Denuncia de secuestros contra la policía provincial

Ante la justicia


”Encontrándose el Sr. Cabana, quien es trabajador petrolero, delegado gremial de la Empresa El Cóndor, en su domicilio (…) se presentaron dos personas de sexo masculino vestidos de civil, quienes solicitaron que los acompañara en forma voluntaria, y que de no acceder a dicha solicitud sería conducido por la fuerza. Ante el requerimiento de que se identificaran, uno de ellos mostró una credencial y manifestó pertenecer a la Brigada de Investigaciones.


 


(…) los supuestos efectivos policiales se trasladaban en un automóvil marca Polo de color gris, con vidrios polarizados y sin patente.


 


Al llegar al lugar, Cabana fue conducido, no al edificio principal de Vialidad, sino a una vivienda contigua (…). Los once o doce hombres parados en su torno se acercaban alternativamente al Sr. Cabana en forma amenazante, dirigiéndole acusaciones, o bien sugiriendo confesiones y advirtiendo de consecuencias o conveniencias de su comportamiento en un futuro, usando tonos amenazantes e intimidatorios.


 


Se lo acusó primeramente de haber sustraído un arma a un policía en los hechos del día lunes 6 de febrero. Ante su manifestación de la falsedad de dicha acusación, se le decía que ‘debía confesar a quién le había sacado el arma y que si confesaba ellos lo iban a cubrir’.


 


Posteriormente le manifestaron que ‘actuaban mandados por la jueza, y que ellos sabían que había gente haciendo daño en el campo y que una de esas personas era él’.


 


(…) se le decía al Sr. Cabana que debía confesar porque si no se vería ‘en problemas’. Ante su negativa ante tales acusaciones, se le aproximaban físicamente señalando que él, ‘como delegado, sabía quién había efectuado los disparos’.


 


Algunos salían de la habitación y departían entre sí, como si estuvieran consultando o discutiendo qué hacer con el Sr. Cabana. Entonces, las amenazas fueron directas, le dijeron que ‘si trascendía dónde estaban ellos o tenía contacto con los delegados se tendría que atener a las consecuencias’. Que la próxima vez que lo fueran a buscar ‘dejara sus dos pelotas con su esposa’. Que si no declaraba ante la jueza lo que le habían indicado iban a tomar otra medida y así, amenazantes, le indicaron que se retirara”.