Fuera el Ejército de la 1-11-14


 Queremos agua y comida, no a las Fuerzas Armadas.

Los gobiernos de Horacio Rodríguez Larreta y Alberto Fernández, a través del ministro nacional de Defensa Agustín Rossi y con el auspicio de la Iglesia, han hecho desembarcar las Fuerzas Armadas en la Villa 1-11-14, con la excusa de la asistencia alimentaria y de la realización de trabajos que garantizaban los integrantes de un comedor donde hubo contagios.


La medida -que va en sintonía con lo hecho por el gobierno bonaerense de Axel Kicillof – no tiene por objetivo la satisfacción de los acuciantes reclamos de los habitantes de las villas porteñas, sino el de lavarle la cara a las Fuerzas Armadas, a las que todos los gobiernos democráticos han aspirado a reintroducir en tareas de seguridad interior.


Ya se ha comprobado desde el inicio de la cuarentena, cuando se desplegó a las fuerzas represivas para que garanticen el aislamiento obligatorio, que el verdadero rol que cumplen es el de reprimir y regimentar a la población más afectada por la crisis.



Los más de 1.800 contagios y las 17 muertes en las villas porteñas ponen sobre la mesa la responsabilidad de los gobiernos de la Ciudad y Nación, por no garantizar las condiciones sanitarias mínimas para que la población de los barrios pueda cumplir con la cuarentena. En la 1-11-14, sigue faltando agua potable y hay cortes de luz en distintas manzanas. Los testeos son improvisados y no se conoce un protocolo de acción en los barrios que garantice el resguardo de nuestra salud. Los lugares de aislamiento y transporte sanitario son compartidos entre personas contagiadas y otras que esperan los resultados. A esto se le suma el crecimiento del hambre, que se refleja en listas de esperas de comedores populares que se han triplicado. A las escuelas llegan las familias desesperadas, porque de las viandas para los jóvenes come toda la familia.


En lugar de aumentar la asistencia en los comedores populares y garantizar la mercadería a las familias, el Estado terceriza la ayuda en manos de la Iglesia, para de esta manera ejercer un control social sobre la población de los barrios. Es a pedido de esta que el Ejército llega a los barrios.



La respuesta a esta situación social dramática no puede ser el desembarco del Ejército, que va a tener la función de reprimir en caso de una posible rebelión contra el hambre y en defensa de nuestras condiciones de vida. Los trabajadores de las barriadas tenemos que organizarnos por una alternativa propia e independiente del Estado y la Iglesia.


Fuera las Fuerzas Armadas de los barrios populares. Testeos masivos y aislamiento seguro para todas las familias con Covid-19. Asistencia sanitaria y alimentaria. Ayuda de 30 mil pesos a todos los desocupados.