Libertades democráticas
6/6/1996|497
Hay 600 ‘causas penales’ contra luchadores obreros
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En los últimos días se ha desatado una verdadera ola de ataques ‘legales’ contra el movimiento obrero.
Los trabajadores metalúrgicos de Tierra del Fuego, que participaron de la movilización en la que fue asesinado el obrero Víctor Choque, fueron condenados a dos años de prisión “en suspenso”. Los asesinos de Choque, en cambio, no han sufrido condena alguna.
Panario y Christiansen, obreros neuquinos, siguen presos del gobierno sapagista, acusados de supuestos ‘disturbios’ ocasionados en la represión a la movilización del movimiento de los desocupados. A la fecha, el régimen judicial del señor Sapag sigue sin fijar fecha de juicio para que los obreros puedan siquiera defenderse de las imputaciones mediante las cuales los mantienen encerrados.
Los trabajadores de Aurora-Grundig, de Avellaneda, han sido encuadrados en un proceso penal en los tribunales de Lomas de Zamora, que contiene difusas acusaciones por el sólo hecho de ejercer el legítimo derecho de huelga.
A estos graves hechos se les suma ahora una ola de allanamientos de los que, según la prensa jujeña, han sido objeto un numeroso grupo de trabajadores del “Frente Gremial” de esa provincia, que reúne a obreros municipales y estatales.
Se ha librado asimismo “orden de captura” contra el secretario general de ATE Palpalá, Bazán, dictada por el juez Morales, acusado de un supuesto ‘atentado’ en el Concejo Deliberante local.
Según un informe presentado ante la OIT (Organización Internacional del Trabajo) existen actualmente en el país más de 500 casos de perseguidos por ‘delitos’ de esta índole, todos vinculados a movilizaciones obreras y populares.
Este panorama hace evidente que el menemismo y sus aliados —sapagistas, radicales y tuttiquanti— han emprendido una acción concertada, utilizando medidas judiciales para tratar de reprimir el descontento y frenar la organización obrera.
Las reacciones regionales o dispersas no pueden enfrentar —por sí solas— estos hechos. Está planteado entonces emprender una enérgica acción común a nivel nacional de todas las organizaciones que se reclaman por la independencia del movimiento obrero. Es necesario centralizar la defensa de todos los compañeros perseguidos.
Toda derrota en este sentido significará un avance de la pérfida represión “democrática”.