CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD

Juicio Pozos Banfield, Quilmes e Infierno: declararon les hijes de Adriana Calvo

Abogada Apel y abogada de la querella.

Captura de Youtube.

Este martes 29, se llevó a cabo una audiencia muy especial del juicio que se lleva a cabo contra 19 genocidas por los crímenes de Lesa Humanidad cometidos en el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y El Infierno de Avellaneda, el cual comenzó el 27 de octubre de 2020 a cargo del Tribunal Oral Federal en lo Criminal Nº 1 de La Plata.

Fueron citados a prestar su declaración testimonial los tres hijes de Adriana Calvo, querellantes de la querella de Justicia Ya! La Plata, de la cual APEL forma parte.

Adriana fue una enorme luchadora por los DD.HH. de ayer y de hoy, de la Asociación ex Detenidos- Desaparecidos (AEDD), su testimonio fue conocido por haber sido la primera sobreviviente que declaró en el Juicio a las Juntas en 1985 el secuestro, la tortura, los abusos, la existencia de maternidades clandestinas y las condiciones deplorables en las que nació su hija Teresa, en un auto de la Policía bonaerense que la llevaba de la Comisaría 5ª de La Plata al Pozo de Banfield.

En primer lugar declaró Martina, quien relató que en el año 77 vivían en La Plata, en una casa en Tolosa, y el 4 de febrero de ese año ingresa una patota armada que entro y se llevó a su mamá Adriana, quien estaba embazada de 6 meses de Teresa. Ella en ese momento estaba en la casa de sus abuelos, su hermano Santiago fue rescatado por una vecina, quien evitó que se lo llevaran. Luego fueron buscar a su papa Miguel, quienes estuvieron detenidos desaparecidos 3 meses. Martina tenía en ese momento 4 años, y Santiago un año y medio, quedaron al cuidado de sus tíos.

Luego de la liberación de Adriana y Miguel, Martina expresó que: “Luego del infierno del cautiverio empezaron a vivir el infierno de afuera, se quedaron sin trabajo, nos tuvimos que ir de La Plata, (…) vivieron la indiferencia de la impunidad”. “Perdieron todos mis viejos, pero menos la dignidad, tuvieron los huevos y los ovarios para ir a contactar a madres y familiares de los compañeros de cautiverio” resaltó.

“Tengo la sensación de haber sido adulta desde muy chica, desde muy temprana edad supe lo que era la picana, submarinos, vuelos de la muerte robos de niños, desaparecidos, la complicidad de los medios por que la veía”. “No todo está guardado en la memoria, convivimos con los cómplices de los genocidas” expresó Martina en alusión a la enorme impunidad respecto a los genocidas, no sólo de las fuerzas armadas, sino también los empresarios, la iglesia católica, los medios de comunicación.

“La justicia llega tarde y en cuenta gotas. Saber que Bergés está en su casa me revuelve las tripas” denunciando e beneficio de la prisión domiciliaria que gozan la mayoría de los genocidas.

Luego fue el turno de Teresa, quien comenzó su declaración diciendo “Soy Teresa la que nació presa”, ya que su nacimiento se produjo en un falcon mientras realizaban el traslado de un centro clandestino a otro, estando su mamá vendada y las manos atadas. Ya en el Pozo de Banfield, Jorge Bergés, médico, uno de los imputados del juicio, le ordenó a Adriana que limpiara el lugar luego de que le quitara la placenta. Agradeció a las compañeras de cautiverio de su mamá, quienes les daban la poca comida que les traían los genocidas a su mamá, y quienes evitaron que se la llevaran haciendo un cordón humano cuando los represores querían desinfectar el lugar.

“El señor de la bolsa en mi infancia no era simbólico, era bien real, tenía cara, nombre y apellido, y no era uno, sino muchos y estaban a la vuelta de la esquina, ejerciendo cómo doctores o jefes de policías o sacerdotes de alguna parroquia o como dueño de una megaempresa o de un canal de televisión”, resaltó respecto a su infancia. “Aprendí que era la impunidad antes de saber leer, sumar o restar”.

Teresa denunció las desapariciones forzadas de Facundo Castro, de Tehuel de la Torre y contó que Adriana al enterarse del asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra, fue a plaza de Mayo exigir justicia, a pesar de que casi no se podía mantener en pie por la quimioterapia que estaba recibimiento. Adriana falleció el 12 de diciembre de 2010.

Por último, fue el turno de Santiago, quien recordó que a sus 8 años su mamá y su papá les contaron lo que habían sufrido estando detenidos. Relató que madres de amigos le confesaron que en ese momento les daba miedo que él vaya a jugar sus casas. “sé lo que es un teléfono intervenido desde los años, tuvimos que aprender a convivir con eso, con la historia de los sobrevivientes, era un mundo de la puerta de casa para adentro que el afuera” relató Santiago, haciendo alusión a las amenazas que recibía su familia. Resaltó el enorme trabajo de los y las sobrevivientes de recolección de prueba para acusar a los genocidas, tarea que el estado no llevó adelante, “los sobrevivientes tuvieron que reconstruir la historia porque el estado no lo hacía”, expresó.

Cerró expresando que elles, hijos e hijas de detenidxs desaparecidxs dicen el nombre de su papá y su mamá con la frente en alto, no como los hijos e hijas de los genocidas.

Les tres relataron haber vivido sus infancias y adolescencias con miedo, con plena conciencia de lo que había ocurrido. Respecto al juicio las juntas, denunciaron las amenazas hacia su familia, expresaron la esperanza vivida por parte de Adriana y sus compañeres de que se haga justicia, que fueron perdiendo con el tiempo, cuando llegaron los indultos bajo el gobierno de Menem. Resaltaron constantemente el trabajo de recopilación de datos realizado por la Asociación ex Detenidos Desaparecidos, que fue de enorme utilidad cuando se derogaron las leyes de impunidad que dio lugar al primer juicio contra Miguel Osvaldo Etchecolatz, la alegría por el planteo de la querella de Justicia Ya! para que se condenara por genocidio, fue opacado por la segunda desaparición de Jorge Julio López, querellante y caso en ese juicio. Volvieron las amenazas a los sobrevivientes, incluso a Teresa que acababa de tener a su primer hijo. Exigieron la apertura de los archivos de la dictadura, que posibilitarían saber el destino de los más de 400 hijos y e hijas apropiadxs. Y resaltaron que la justicia que llega tarde, con causas fragmentadas, fue producto de la lucha de los sobrevivientes, familiares y organismos de DD.HH.

Sus testimonios fueron el mejor homenaje a Adriana, y a todxs sus compañerxs que dedicaron su vida a la lucha contra la impunidad. ¡Adriana Calvo presente! Como expresaron: ¡NO OLVIDAMOS, NO PERDONAMOS Y NO NOS RECONCILIAMOS!

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