La actualidad del Batallón 601

Raúl Alejandro Tarifeño, agente de reunión de información del Destacamento de Inteligencia 182. 1976-1983″. Así figura ese hombre en el listado de 4.300 espías del Batallón 601 que actuaron durante la dictadura militar. Se trataría de un simple dato de archivo si Tarifeño no hubiera sido miembro del comité central del MST hasta hace sólo un par de años. Esto es: el tipo seguía infiltrado en un partido de izquierda por cuenta de la inteligencia militar, de lo cual se desprende, obviamente, que el aparato de espionaje e infiltración de las Fuerzas Armadas se mantiene en operaciones hasta hoy, aunque la ley prohíba a los militares desarrollar actividades de inteligencia interna.

El Batallón 601 tenía su cuartel general en el edificio que aún permanece en Viamonte y Callao, y hasta bien entrada la “democracia” continuó en operaciones con el nombre de Centro de Reunión de Información Militar (CRIM). El 601, durante la dictadura, tenía bajo su control a otros organismos de espionaje, coordinaba la actividad de grupos de tareas y el funcionamiento de centros clandestinos de detención, tortura y exterminio. Dependía de la Jefatura II (J II) de Inteligencia del Ejército. Como se ve ahora, esa estructura, convenientemente reciclada, permanece en funciones.

Tarifeño, de quien se sospecha incluso que pudo tener alguna vinculación con el asesinato de Lázaro Duarte, militante del MST muerto a puñaladas en un local partidario neuquino en 2008, es tal vez el caso más ruidoso de los que se conocieron hasta ahora, pero no el único de esas características. En el listado del 601 hay numerosos periodistas y políticos en actividad, y hasta un dirigente del PC entrerriano (¿otro Tarifeño?).

Por citar un caso, en San Rafael, Mendoza, la “radio pública” en manos del kirchnerismo tiene entre sus ejecutivos a Julio César Maunas, ex (¿ex?) integrante de la Sección 144 del Batallón 601.

En ese listado figura, por ejemplo, el dirigente radical rionegrino Sergio Ezquerra; el también radical Rodolfo Florido, conductor de un programa de televisión, y Claudio Cepeda, principal figura pública del GEN (Margarita Stolbizer) en Río Negro. La UCR no podrá sentirse “traicionada” por eso, puesto que fue el partido que más funcionarios le aportó a la dictadura militar. Florido figura como “asesor universitario”; es decir, era un delator, un “marcador” de estudiantes y de docentes que debían ser secuestrados.

El ya fallecido periodista pampeano Feliciano Losada, que fue redactor de los diarios La Reforma y La Capital, y presidente del Círculo de Periodistas Deportivos de La Pampa, era, como Tarifeño, “agente de reunión” del Destacamento de Inteligencia 102, dependiente también del 601. “Los agentes de reunión eran personas que se infiltraban con nombres cambiados en organismos de derechos humanos, sindicatos y universidades para luego darles reportes de inteligencia a los grupos de combate del Ejército, aunque a veces se involucraron en acciones armadas” (mdz, 25/2). Se trata de casos puntuales, pero señalan y describen la operatoria del terror.

Otro que aparece en la nómina del 601 es el empresario periodístico mendocino Gerardo Yañes. “Los vínculos de Yañes con el oficialismo se extendieron durante la democracia, ya que su editorial se destaca por la profusa propaganda de los gobiernos y la abundante publicidad oficial en sus publicaciones” (ídem).

De ahí que la movilización de este 24 de marzo adquiere una actualidad especial.