lucha mapuche

“La cárcel es el miedo a la conciencia de los oprimidos”

Conversamos con Matías Santana, preso político mapuche.

Concentración en las puertas de la unidad 14 el 24 de marzo pasado en Esquel.

Dos amigos se abrazan en medio de un día gris en el patio de la cárcel que se encuentra en Esquel provincia de Chubut. Un amigo es Matias Santana, mapuche preso político, y el otro un comunicador. El abrazo fue observado por unos pocos internos, algunas visitas y varios efectivos del servicio penitenciario.

Fuimos todos juntos caminando hasta el salón de las visitas y entre mates, chistes y risas empezó una conversación donde reinaba la confianza, la camaradería y las ganas de hablar de su verdad.

Matías Santana en encuentra preso desde el 17 de febrero. Lo persiguen por recuperación de territorio en la Lof Lafken Winkul Mampu, en Villa Mascardi. Su compañera, la machi Betiana, fue parte de las mujeres mapuche que estuvieron presas por varios meses en 2022 y 2023. También es testigo en el caso de Santiago Maldonado.

Como quien no quiere la cosa Matías dijo: “Yo empecé a militar en el 2012 en un centro cultural que se llamaba Guanacos de Pie. Siempre fui un adelantado (bromeo con lo sucedido hace poco con los dichos de que en Chubut solo viven un millón de guanacos). Que estaba ubicado en un barrio de Esquel (…) y ahí hicimos diferentes actividades sociales, culturales”.

“Ahí empecé a ver que a nosotros nos quieren callar. Empecé vislumbrar que hay sectores que no les conviene que nosotros reivindiquemos nuestros antepasados. Desde la campaña del desierto para acá nosotros somos una suerte de enemigo interno al cual hay que combatir y/o eliminar. No les conviene, porque nosotros no somos parte del sistema, nosotros queremos lo nuestro, nuestra mapu, nuestras costumbres  (…) ellos quieren gente ambiciosa, gente que solo se mueva por el dinero. Esto lo hago con el corazón. Se lucha, se combate, se recuperan tierras, porque el corazón es el que manda”.

“El sistema está creado para que piensen que defender la tierra y el agua sea un delito. Yo no me levanto pensando a qué terrateniente voy a joderle la vida; pero tampoco me voy a dejar pisar sea quien sea. Yo sé que le vamos a ganar, llámese Lewis, Beneton o quien sea. Le vamos a ganar no van a poder con nosotros”.

“Explicame vos ¿cómo se explica que manden 150 efectivos a Rosario para combatir el narcotráfico y en Bariloche para reprimirnos a nosotros, que éramos ocho y nos mandaron 700 efectivos de todas las fuerzas? ¿y en el Congreso? 1.200 efectivos donde es la cuna de la democracia. Si tanto te cubrís es que algo escondés. Pero, resulta que nosotros somos los peligrosos”.

“Después salen hablando de la RAM para instalar el miedo y para enfrentarnos con la sociedad. Se los presenta como un grupo terrorista armado y la RAM es una expresión de lucha. Jamás en mi vida empuñé un arma. Yo estoy preso porque soy el fusible de un sistema que no nos quiere, y no nos quiere porque en nuestros territorios está la riqueza que ellos quieren explotar o quieren vender por chaucha y palitos para el caldo gordo a los megamillonarios”.

Así como empezó de repente de golpe frenó, y preguntó “¿cómo está el mate? Lo voy a acomodar”. Continua: “Yo sabía lo que iba a pasar conmigo, soy un preso político. Que detrás mío hay un mensaje y ese mensaje es ‘si luchás por lo que crees vas a terminar como él’”.

“Hay muchas y muchos Mapuches – Tehuelches que no se reconocen como tal, por miedo, porque somos una parte de la sociedad segregada. La historia es similar con los bebés apropiados, ¿cuántos hijos de militares hay que no quieren saber su verdadera identidad? Prefieren una mentira linda que una verdad dolorosa cargada de lucha, tienen miedo de pasar por lo que nosotros pasamos. Y como la pasamos ya sabemos cómo es la cosa. Por eso elijo con quién hablar y con quién no. Los grandes grupos hegemónicos vienen acá y después no respetan lo que uno dice y lo acomodan como a ellos les conviene vender la noticia”.

Pasó una hora y media que duró quince minutos. Me quedaría escuchándolo por unas horas más para que hable de lo que él quiera. Que persona interesante y tenaz resulta ser Matias Santana con un humor ácido que solo se animaría a usar una persona que pasó las cosas que él pasó.

Fuiste el foco de muchos memes y algunos te recuerdan hasta hoy ¿cómo lo vivís?

“Si lo que yo hago sirve aunque sea para que se rían está bien. Lo tomo con humor. Después de todo lo que pasé no puedo detenerme en esas cosas. Ahora me ocupo de que el que está al lado mío este bien, que mi familia esté bien. Quiero estar mejor y volví a estudiar estoy haciendo 2° año del secundario, con formación económica y jurídica, con orientación en el armado de cooperativas”.

“A mí me costó mucho criarlo sola. Yo no entiendo lo que él hace por los demás, porque ahora él solo está preso… No soy como él; pero aún así, sin entender, siempre lo voy a apoyar porque es mi hijo y siempre voy a estar cuando lo necesite”, se escuchó el decir de una madre en el salón visitas.

“Se terminó el horario”, dijo una voz firme y clara. “Agarren todo que salimos juntos”, agregó, dirigiéndose a internos y visitas. Caminamos unos metros y  llegamos al punto final en silencio, cada uno agradeciendo y movilizado por su parte del encuentro.

Se vino el ultimo abrazo. “Peukallal Peñí! Marichiweu. Marichiweu” Marichiweu. Así nos despedimos de la visita, que seguramente no será la última.

Libertad a Matías Santana y todxs lxs presos por luchar.

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