La conjura del silencio


Las audiencias y testimonios que vienen desarrollándose desde principios de julio en el juicio contra los crímenes del capellán Christian Von Wernich resultan muy clarificadores. No sólo por la comprobación de las andanzas del cura genocida por los chupaderos de Camps y Etchecolatz; también sobre la naturaleza del Estado y de su Iglesia oficial.


Entra la cabeza de uno y otro poder –Kirchner y el Episcopado– se ha tejido una verdadera conjura de silencio para impedir que el juicio a Von Wernich termine sacando a la luz las profundas relaciones establecidas entre la dictadura, la Iglesia y el Vaticano. No hay que olvidar que los Camps, los Etchecolatz y los Astiz hicieron el trabajo sucio de sacarle de encima al Episcopado y al Vaticano la oposición interna de los “curas de la liberación”, muy fuerte a mediados de los '70. La Iglesia y el Vaticano no sólo apoyaron institucionalmente la “guerra sucia” de los milicos contra el pueblo argentino; exigieron también que los milicos llevaran esa “guerra sucia” al interior de la propia Iglesia.


Para ocultar todo eso, hoy la Iglesia calla ante el juicio a uno de los suyos. “Muy pocos obispos accedieron a comentar sus impresiones ante la consulta periodística. De ellos, la mayoría lo hizo en estricto off the record (sin que se diga su nombre ni se puedan citar sus dichos). Toda una señal que confirma la intención de mantenerse al margen del sonado caso, para evitar el riesgo de que cualquier gesto o pronunciamiento se malinterprete o contribuya a reabrir heridas y haga aparecer a la Iglesia como víctima de una campaña que no existe” (La Nación, 7/7).


Kirchner, por su parte, acusó a Von Wernich de “deshonrar a la Iglesia Argentina”. Sin ser sacerdote ni juez, Kirchner absolvió a la Iglesia de sus pecados.


Pero la Iglesia a la que absuelve Kirchner es la que permitió que Von Wernich, luego de ser repudiado en distintas diócesis argentinas, llegara a Chile en 1996 y ejerciera como sacerdote, bajo el falso nombre de Christian González, en la parroquia del pueblo El Quisco, a unos 160 kilómetros de Santiago de Chile. Está claro que esto no habría podido ocurrir sin la directa complicidad de la Iglesia argentina, la chilena y el Vaticano. Ninguno de ellos se ha dignado a dar las pertinentes explicaciones de su protección a un genocida, incluyendo el delito de falsificación de identidad. Tampoco ningún juez se las ha pedido.


El obispo de 9 de Julio (Provincia de Buenos Aires), de quien depende Von Wernich, se negó públicamente a condenar al cura torturador. "No nos adelantemos, el juicio se está sustanciando", declaró a la prensa (Clarín, 30/7). La información periodística indica que "la Iglesia no descarta" sancionar a Von Wernich si es que el tribunal lo condena.