La Daia, representación de las instituciones sionistas del país, se pronunció públicamente para avalar la designación del nazi Rodolfo Barra como procurador del Tesoro para el mandato de Milei. Esta infamia va en paralelo con la utilización vil de la acusación de antisemitismo para penalizar las expresiones de solidaridad con el pueblo palestino ante el genocidio que perpetra el Estado de Israel.

Barra militó en su juventud con el derechista grupo Tacuara, que levantaba consignas antisemitas y hasta llegó a perpetrar atentados con ese contenido. Ante el escándalo que generó su nombramiento en un alto cargo público, como jefe del elenco de abogados oficiales, la entidad israelita salió apoyarlo abiertamente con un comunicado donde asegura que antes de asumir como ministro de Justicia de Menem habría acercado un pedido de disculpas. En realidad, es un recordatorio de que se trata de un viejo socio en esos años ’90, cuando también la Daia integraba el menemismo al punto que su presidente Rubén Beraja terminó condenado por ser parte del entramado de encubrimiento del atentado a la Amia. Como funcionario del área, Barra estuvo a cargo de aquella investigación. Como reza el dicho: entre bueyes no hay cornadas.

El flamante procurador del Tesoro integró también en esos años el equipo de privatizadores de Dromi que remató las empresas estatales, y ahora oficiará de capataz de los letrados que defenderán nuevos desguaces (Aerolíneas Argentinas, medios públicos) y la legalidad de las reformas antiobreras. Ahí radica la coincidencia que realmente le importa a la Daia; del antisemitismo solo se acuerda cuando lo necesita como carta para atacar a quienes cuestionan los crímenes del sionismo, desde intentar boicotear los shows de Roger Waters en River hasta fomentar la censura en la universidades. Ahora respalda la cruzada del fiscal Stornelli contra Vanina Biasi.

Como se puede apreciar, la Daia siempre se ubica en la vereda de en frente al pueblo. Tanto es así que no solo apoya el genocidio en Gaza y Cisjordania, sino que actuó de la misma forma bajo la dictadura de Videla y Massera, cuando daba la espalda a las familias judías que acudían allí ante las desapariciones de sus allegados. Hoy, por supuesto, está con los negacionistas que presionan por la liberación de los represores condenados por crímenes de lesa humanidad.

El sionismo es un corriente política reaccionaria que no representa al judaísmo, sino que intenta ponerle una mordaza y convertir una cultura milenaria en un taparrabos de una política colonial y de exterminio. Por eso es aliada de los facistas de toda índole, a nivel internacional y también en Argentina. Para combatir el antisemitismo hay que combatir también a esta dirigencia enemiga de los trabajadores, judíos y no judíos. Una forma de hacerlo es seguir movilizados contra las masacres de Israel y por una Palestina libre. No nos van a callar los socios de los nazis. Estamos donde tenemos que estar.

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