La obediencia debida... a comisión

El operativo con el cual Storani y Chacho Alvarez lograron zafar de la necesidad de votar a favor de la anulación de la obediencia debida, simplemente demuestra que el cinismo menemista ha hecho escuela y que por ese motivo la Alianza, perfectamente ‘gobernable’, está en condiciones de gobernar. Porque el problema para estos ‘truchos’ no era el ‘debate en el recinto’ sino el trance de tener que votar el proyecto Cafiero-Bravo que plantea claramente la anulación de la obediencia debida, o sea el retorno a fojas cero. Tanto Bravo como Cafiero fundamentaron muy bien su posición con el antecedente de la Corte Suprema que declara nula de absoluta nulidad la ley de autoamnistía que se otorgaron los militares bajo el gobierno de Bignone-Nicolaides (82/83). Votar a favor de ese proyecto de ley hubiera colocado a la Alianza en ‘orsai’ frente al Estado, los militares, la policía, los servicios, el Pentágono y los privatizadores. Después de esta experiencia, el Alvarez y la Meijide se dejarán de macanear por un tiempo con el asunto de la ‘ética’.

Pero los radi-frepasistas no solamente lograron zafar de la votación, sino que consiguieron que el proyecto pase a comisión, para que en ese ámbito la anulación se convierta mágicamente en derogación. La diferencia jurídica entre una y otra, es que la última no modifica la situación de los beneficiados con la obediencia debida, es decir que no sirve para nada.

Por si a estas canalladas todavía le faltara un agregado, ahora resulta que los propios autores del proyecto anuncian que nunca pretendieron otra cosa que el tratamiento en comisión, es decir, que el proyecto pudiera ser ‘retocado’. Por eso proclaman que defenderán tanto el proyecto que presentaron como su contrario, es decir, que irán a la comisión a decir que quieren la nulidad, y cuando sólo consigan la derogación, anunciarán la victoria. Todo este relato demuestra que en la política patronal y pequeño burguesa, la cobardía se hace más notoria a medida que se desplaza hacia la izquierda.

Visto este desenlace anunciado, y que nosotros anunciamos en una declaración del 6 de febrero, resulta lastimoso el apoyo que centroizquierdistas encubiertos como los que actúan en Izquierda Unida les dieron a Cafiero-Bravo.

Es que debieron haber supuesto que, con ese apoyo, los sumarían a una futura ‘coalición electoral progre’.