La responsabilidad policial descubierta

Cuando estaba por comenzar el juicio por la violación y asesinato de Natalia Melmann sucedió un hecho más que revelador. El padre, que se trasladaba en micro de Miramar a Mar del Plata junto con un periodista, le dijo a un periodista radial: “¿Querés saber con qué presión vivimos? Te paso con uno de los asesinos de mi hija, que viaja dos asientos atrás nuestro”. Se refería a Ricardo Anselmi, uno de los policías involucrados en el asesinato que a pesar de todas las pruebas en su contra sigue en libertad.


Natalia Melmann fue violada y asesinada el 4 de febrero del año pasado en Miramar. Se encontraba en un boliche de la ciudad cuando fue interceptada por policías que luego la violaron y asesinaron. Ante la desaparición de Natalia sus padres se dirigieron a la comisaría pero la policía se dedicó a impedir por todos los medios la búsqueda. Ante esto la población se organizó en cuadrillas hasta encontrar el cuerpo de la chica en un vivero cercano.


 


“Zona liberada”


En los primeros días del juicio quedó lo suficientemete claro que tanto en Miramar como en el resto de la costa atlántica existen “zonas liberadas” en los boliches. Las normas municipales y provinciales que prohíben la entrada de menores y la venta de alcohol no se cumplen bajo ningún aspecto. Al mismo tiempo, las redes de narcotráfico y prostitución se desarrollan a la luz del día, como ha quedado demostrado en los asesinatos de mujeres en Mar del Plata. Detrás de todos estos hechos se encuentra directamente involucrada la Bonaerense.


El boliche “La cantina de Miramar”, donde se vio a Natalia por última vez, no era la exepción. Las declaraciones de los testigos indican que el funcionamiento del mismo violaba todas las ordenanzas. La policía, al mismo tiempo, estaba arreglada. La complicidad abarca al conjunto del aparato del Estado, como se revela en que el dueño del boliche no era otro que el presidente del Concejo Deliberante de Miramar, dirigente de la Ucr.


 


Encubrimiento y maniobras


Los peritos policiales encubrieron la responsabilidad de los policías violadores y asesinos. A la hora de declarar en el juicio, mintieron al decir que no conocían a los policías involucrados. Ocultaron que la tierra que tenía el cuerpo de Natalia pertenecía a la casa de uno de los policías y no al vivero. Los peritos policiales actuaron en común con los abogados defensores para armar una trama según la cual Natalia habría sido asesinada en el vivero y que los restos de semen de uno de los policías encontrados en su cuerpo no serían resultado de una violación sino de una relación voluntaria.


La defensa de los policías quiere hacer creer que no hubo violación y que del asesinato de Natalia nada tienen que ver los policías. Durante el mismo juicio, éstos amenazaron con signos mafiosos al cuarto acusado, un ex convicto, para que no hable y poder usarlo luego como chivo expiatorio. El terror de los testigos también indica que muchos de ellos han sido amenazados o que son concientes del peligro que significa acusar a los policías involucrados.


En los días que ya han transcurrido del juicio es evidente que los policías involucrados son responsables directos del asesinato y que la propia Bonaerense y el aparato del Estado son una organización mafiosa contra el pueblo. En el juicio deberán ser condenados los autores y los cómplices del atroz asesinato. Pero para liquidar al Estado mafioso y represor hace falta un nuevo Argentinazo que de lugar a una Asamblea Constituyente soberana convocada por el pueblo.