La “supervalla” en Puente Pueyrredón: Bullrich celebra su nuevo ‘chiche’ represivo

El dispositivo cuenta con huecos para colocar armas y la posibilidad de ser electrificado.

Fotos: Daniel Peluffo

Mientras los piquetes y movilizaciones de los sectores combativos en el paro nacional hacen presentes las crecientes demandas de los trabajadores argentinos, el gobierno vuelve a ofrecer como única respuesta grandes armados represivos, ahora reforzados.

En su operativo contra los manifestantes en Puente Pueyrredón, que incluyó el ataque con gases y balas de goma, las fuerzas federales echaron mano de la llamada “supervalla”, presentada por el oficialista Infobae como el “elemento sorpresa” para evitar el piquete sobre el acceso a la capital.


El armatoste se compone de un gran camión militar que despliega velozmente un macizo alambrado de dos metros de altura y hasta 40 metros de ancho, que en su misión de impedir el paso a los manifestantes cuenta con un dispositivo automático de lanzamiento de agua. Pero eso no es todo: el dispositivo cuenta con huecos para el despliegue de armamento -que pueden ser guardados dentro del vehículo- y con la posibilidad -gracias a un generador eléctrico propio- de ser electrificado, constituyendo una amenaza a la vida de quienes salen a la calle a plantear sus reivindicaciones y denunciar el brutal ajuste del gobierno.


La ministra de “Seguridad” Patricia Bullrich salió a celebrar este nuevo recurso letal para las fuerzas represivas, tras haberles dado en diciembre vía libre para el uso de armas de fuego, y a pocos días de que esta política mostrase su carácter criminal con la masacre de San Miguel del Monte.


El nuevo pertrecho contra las manifestaciones populares formó parte de una gran donación de arsenal hecha por China, para fortalecer la militarización de la ciudad en ocasión del G20. Pero la terminación de sus vallas, realizada en la Fábrica Argentina de Aviones en Córdoba, representó una exacción de millones de pesos del presupuesto público. Tras su uso en el G20, se lo había sacado a la calle el pasado 1º de marzo en las inmediaciones del Congreso, cuando Macri inauguró las sesiones legislativas.


El despliegue de hoy de la supervalla contó con una intensa cobertura celebratoria en los medios oficialistas; el  gobierno agita el reforzamiento de los represores en clave bolsonarista.


El movimiento popular tiene planteada una lucha a fondo contra las supervallas, las pistolas taser, los milicos en la calle, el gatillo fácil y todo el reforzamiento bélico contra el pueblo, en defensa de las libertades democráticas y del derecho a manifestarse.


Con todo, ni la supervalla, ni las balas de goma, ni los gases ni las redadas en las inmediaciones de la Capital impidieron la manifestación de miles de trabajadores a lo largo y ancho del país, dándole un carácter activo al paro nacional.