Macri y Pompeo pactan la militarización de la Triple Frontera

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La “cumbre continental antiterrorista” realizada la semana pasada en Buenos Aires marcó un nuevo salto en la larga sumisión de los países de la región al imperialismo estadounidense -que envió para la causa al funcionario trumpista Mike Pompeo– y en su política de avanzadas represivas.


Pompeo anunció que se “reimpulsará un operativo de seguridad en la Triple Frontera denominado ‘3+1’, por medio del cual la Argentina, Paraguay y Brasil trabajan en cooperación con Washington para evitar la propagación de delitos transnacionales en el área” (Clarín, 20/7). Traducido del gringo, se avanzará en la militarización en la región junto a EEUU, afianzando la injerencia de este en el continente (a quien también estos gobiernos manifestaron su apoyo en sus provocaciones contra Venezuela).


La Nación da cuenta de que ya en junio las autoridades argentinas y paraguayas, “pusieron en marcha una task force con enclaves de inteligencia y efectivos capacitados por la DEA” (La Nación, 1/7). Pero esta avanzada lleva décadas: entre otros mojones, en 2005 el gobierno de Néstor Kirchner fue saludado por el Departamento de Estado norteamericano por su cooperación en la vigilancia de la Triple Frontera; y en 2012 fue denunciada la tentativa del entonces gobernador Jorge Capitanich de instalar una base militar yanqui en Chaco. En relación con el anuncio de la mentada “task force” el año pasado, un periodista misionero señalaba que “los tipos siempre estuvieron acá, lo que pasa es que ahora blanquearon, tengo amigos de la Prefectura que me cuentan que patrullan el río con israelíes, hacen relevamientos ahí” (DataUrgente, 19/2).


Al tope de las amenazas esgrimidas por el macrismo está Hezbollah, que según los partícipes de la Cumbre operaría en la Triple Frontera y que el gobierno de Macri declaró la semana pasada como “organización terrorista”. Para respaldar este operativo contra un partido político reconocido como tal en el Líbano, que solo categoriza como “terrorista” un pequeño puñado de países, se ha dado por definitivo que la organización es la autora de los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA. Sus agentes son sindicados como los autores de estos crímenes en una “investigación definitiva” publicada en estos días por el oficialista Clarín. La trama, presentada en un desmedido tono de thriller, se basa casi exclusivamente en informes de la inteligencia del imperialismo -como reconoce su autor, Nicolás Wiñaski-, incorporando personajes que no revistan en ningún expediente judicial, presentando como novedosos datos que se conocen hace 10 años y trayendo otros nuevos, como que las muertes en la Embajada habrían sido 29 y no las 22 que determinaron las pericias y por las que se ha reclamado hasta el presente. Wiñaski sin embargo no tiene aporte alguno sobre la impune “conexión local”, que compromete al Estado nacional, e incluso se animó a especular en la radio que “quizás lo que haya pasado con la policía en la Argentina haya tenido que ver más con posibles negocios espurios que se hacían acá que realmente con el conocimiento real”.



Si Hezbollah es hoy -a tono con la ofensiva de EEUU sobre Irán– el fantasma principal, el libreto es cambiante y múltiple. Se agita también el narcotráfico (pese a las inmensas pruebas de su entrelazamiento con las fuerzas de uniformados que deberían combatirlo), y hasta se echó mano de la “protección del medio ambiente” y la cooperación ante desastres naturales (¡!), motivo esgrimido para un ejercicio conjunto del Ejército Argentino y la Conferencia de Ejércitos Americanos realizado en enero en Misiones. Para llenar de boinas verdes el litoral, cualquier excusa es buena.


El gobierno hace gala de estos despliegues militares como parte de su agenda “bolsonarista”, con la que busca hacer demagogia electoral en medio de una crisis pasmosa, y presentarse ante los capitalistas como el mejor capacitado para responder con la fuerza a las luchas populares contra el ajuste.


Para la clase obrera, está planteada una lucha a fondo para derrotar la injerencia imperialista y el reforzamiento represivo, que solo puede triunfar con independencia de los gobiernos y partidos cómplices de ayer y hoy.