El gobierno ha anunciado el “desmantelamiento” de varias “superbandas” integradas casi en su totalidad por miembros de los servidos de inteligencia, de la Policía Federal y ex militares.

La impunidad con la que las bandas actuaron hasta ahora la explica el diario La Nación. “Concretamente —dijo una fuente— ahora se tomó la firme resolución de acabar con estas superbandas… en los últimos tiempos ‘las cosas han cambiado’ y lo que ahora se ve son los resultados de una ‘bajada de línea’ hacia las fuerzas de seguridad distinta de las de no hace mucho (incluidas las de esta misma administración)” (18/3/94).

A confesión de partes… Hasta ahora, la línea” de la “actual administración “era “dejar hacer” a los comandos de los servicios lanzados a los secuestros extorsivos y a los atracos. Desde hacía tiempo, la “infraestructura” y la “logística “de estos grupos delataban su entramado con los servicios de inteligencia y las patotas enquistadas en el aparato estatal.

Desde ya que un gobierno que instiga y encubre a los servicios que nutren a las bandas no va a tomar la decisión política de acabar con ellas. La detención de algunos de sus integrantes es sólo una operación cosmética y de preserva­ción del conjunto del aparato de seguridad. La “investiga­ción” que arrojó lo que se conoce, ya ha llegado a un punto muerto. Los servicios militares consultados sobre la identi­dad de algunos de los procesados “no pudieron confirmar ni desmentir su pertenencia a (esos) servicios. Por otra parte, sería difícil hacerlo: se trata de una nómina man­tenida bajo secreto” (Página 12,12/3).