Moldes, fiscal de la doctrina Chocobar

El fiscal ante la Cámara de Apelaciones, Germán Moldes, presentó ante el tribunal que debe revisar el procesamiento de nuestros compañeros César Arakaki y Dimas Ponce un escrito infamante en el que solicita que vuelvan a prisión. El escrito en cuestión era desconocido para las abogadas, que ayer concurrieron a la audiencia con los camaristas. Nadie se presentó en representación de los fiscales. Este hecho debería bastar para que el texto en cuestión sea desestimado de inmediato, con independencia de su verborrea fascistizante y de las tergiversaciones que contiene.


Moldes califica a César y Dimas como “fieras antisociales”. “Me resulta difícil confiar en que alguien de esas características, conservando su libertad, se someterá voluntariamente a las reglas del proceso”, continúa su observación zoológica. “Estos sujetos en libertad no pueden sino entorpecer el esclarecimiento definitivo de los acontecimientos pesquisados, amedrentando testigos o colaborando con sus consortes de causa”, ya que habrían demostrado, según el fiscal “una aberrante forma de desenvolverse dentro de la comunidad”. En resumidas cuentas, Moldes quiere encerrar a los dos militantes porque los considera poco menos que irrecuperables, un argumento videliano. El fiscal no puede ignorar que ambos se presentaron por sus propios medios ante el juez Torres apenas sus nombres trascendieron en la causa, a pesar de lo cual Moldes afirma que César y Dimas forman parte de una “agresiva caterva” que contaría con “todo un rimero de elementos de camuflaje y disfraz con el fin de evadir la acción de las fuerzas del orden”. Vale agregar que la conducta de nuestros compañeros durante el tiempo que permanecieron detenidos fue ejemplar y lo mismo ocurre ahora, dado que cumplen rigurosamente los recaudos impuestos por el juez. César y Dimas no tienen necesidad de entorpecer ninguna investigación ni de amedrentar a nadie, como prejuzga el fiscal, porque van a derrotar la infame persecución montada contra ellos como militantes revolucionarios, defendiendo la movilización contra el robo previsional y, en general, el derecho de los trabajadores a luchar por sus derechos. La derrota política de Moldes y otros dinosaurios que pueblan el Poder Judicial es inexorable.


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Para Moldes, el 18 de diciembre pasado, una “disciplinada y belicosa milicia dotada de estructura y organización semi-militarizada” se alzó “en armas” contra uno de los poderes del Estado”. Al respecto, dice, “sobran indicios”, pero no arrima ninguno. En sus febriles divagaciones asegura que los militantes portaban “supuestas banderas que no eran más que la excusa que coronaba agudos palos utilizados a modo de lanza”. No existe nada de eso excepto en la imaginación del señor Moldes. Lo que ocurrió el 18 de diciembre fue que una manifestación popular enorme fue atacada por un plan represivo, orquestado desde el poder político, dirigido a evitar que la sesión de Diputados se desarrollara frente a una plaza colmada.


Una franja significativa de trabajadores enfrentó la represión para hacer valer su derecho a manifestar frente al Congreso. Al fin y al cabo, una parte de los legisladores que habían sido elegidos apenas un par de meses antes habían asegurado que no figuraba en su plataforma introducir una “reforma” jubilatoria, mientras que otros –obedientes a los gobernadores que suscribieron el “pacto fiscal”– habían prometido ejercer el rol de opositores.   En la figura de César y Dimas, se pretende escarmentar y criminalizar la movilización popular contra este latrocinio ejecutado por ambos bloques políticos. 


El fiscal Moldes pretende congraciarse con el gobierno de la “doctrina Chocobar” y el robo a los jubilados.


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