Libertades democráticas
9/6/2025
Muerte de Thiago: Bullrich pone en riesgo a toda la sociedad
La ministra de Seguridad defendió que el efectivo policial disparará sin ninguna contemplación ni consecuencias sobre la población.

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Patricia Bullrich.
La muerte de Thiago, como resultado del impacto de una de las múltiples balas detonadas por un efectivo de la Policía Federal en La Matanza, volvió a poner de manifiesto el respaldo oficial a la política de gatillo fácil y del accionar temerario de las fuerzas de seguridad. La ministra Patricia Bullrich salió a respaldar al oficial Facundo Daniel Aguilar Fajardo, señalando que se trató de un “daño colateral”, propio de la actividad policial. La doctrina de Bullrich plantea un riesgo para la vida y seguridad del conjunto de la población.
El hecho tuvo lugar el pasado viernes 6, en horas de la mañana, cuando el efectivo policial que se encontraba de civil respondió a los disparos frente al intento de robo de un grupo de asaltantes, causando la muerte de uno de ellos y una herida fatal en la cabeza de Thiago que, junto a su padre, se habían lanzado al piso para evitar ser alcanzados por la munición de Aguilar.
Por los hechos relatados, la fiscalía actuante caratuló la acción del oficial en los marcos del dolo eventual, debido a la cantidad de disparos efectuados y el peligro creado en un lugar de alto tránsito de la población civil, particularmente de niños y sus padres en horario de ingreso escolar. O como denunció el padre de Thiago ante los medios “no puede ser que alguien dispare así, hacia abajo, donde hay gente”.
Ante la trascendencia e implicancias del hecho, que vuelve a poner en la mira el accionar peligroso de las fuerzas de seguridad, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich salió a respaldar lo obrado por el oficial implicado, presentándolo como un daño colateral, una consecuencia del “recorrido de la bala” e incluso como una consecuencia estadística ya que, según ella, “el 90% de los tiros caen sobre los delincuentes y lamentablemente una bala sigue su recorrido”.
En el descargo de la ministra ante los medios esta va aún más a fondo, atribuyéndole la responsabilidad de la muerte de Thiago no al efectivo policial sino a los asaltantes, reivindicando una doctrina peligrosa de la cual este gobierno ya ha hecho uso en el pasado, que implica también responsabilizar a un manifestante por la represión y los daños ocasionados por las fuerzas de seguridad contra periodistas, trabajadores e incluso niños.
Bullrich se ampara detrás de una extorsión contra la población: es la libertad de acción y de matar de las fuerzas represivas o el delito y la inseguridad. Su doctrina no protege a la población, sino que la somete a la “discrecionalidad” de las fuerzas de seguridad, subordinando la vida y los derechos democráticos a un supuesto combate contra el delito que no es tal.
El gobierno nacional convive a diario con el delito y el narcotráfico, mientras que criminaliza a los manifestantes y las organizaciones de trabajadores y desocupados.
Pero no se trata de una doctrina exclusiva de la ministra de Javier Milei, sino que el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Javier Alonso, salió en defensa del efectivo de la Federal y del argumento de Bullrich, planteando la existencia de una supuesta “legítima defensa” que culminó con la muerte de Thiago ubicado a unos 200 metros del hecho.
Más allá de cualquier intento de justificación por parte de los funcionarios del Estado, se supone que todo efectivo policial debe tener la formación suficiente para evaluar las consecuencias de sus acciones y el contexto en el cual se realizan. Aguilar inició una balacera sin medir consecuencias cuando la situación no lo ameritaba, terminando con la vida de Thiago. Lo hizo porque actuó bajo la doctrina que defienden Bullrich y Alonso.
La doctrina de Bullrich implica un peligro para la sociedad: el de dejar en manos de las fuerzas represivas y su accionar la vida de los trabajadores y sus familias. Aguilar debe ser juzgado por la responsabilidad que le compete cargar con un arma y la formación necesaria para su utilización, que no puede estar amparada por discursos “ideologizados” como de Bullrich. Bullrich se tiene que ir, porque ella y su ideología son un peligro para las familias trabajadoras y la población.

