Persecucion contra Indiana Reyes

De carátulas y crápulas

Me citan a declarar por los hechos ocurridos el 6 de marzo de este año y me llama la atención la carátula que le ha puesto la fiscalía a mi causa: “Lesiones leves”. ¡¿Lesiones leves?! Como si el secuestro, la privación ilegítima de la libertad, los golpes y las amenazas, como si las svásticas que dejaron en mi cuerpo fueran algo menor, como si la angustia que siento cada vez que recuerdo los sucesos no me afectara, como si los sueños que a veces emanan de mi inconsciente no pertubaran mi descanso, como si todo hubiese sido solamente una “incomodidad”.


La gran movilización que hizo al municipio de Almirante Brown el miércoles 19/3 el Bloque Piquetero junto a otras organizaciones políticas y sociales, demostró que si tocan a uno nos tocan a todos.


Nos atendió la intendenta y sus asesores, no satisfaciendo ninguno de nuestros reclamos. Incluso en la grabación que se hizo ese día plantean que “no me secuestraron por el merendero” sino por otra cosa, dejando al libre albedrío el curso de la causa, como si ellos no fuesen los responsables de todos los aprietes que vienen realizando a todos los sectores en lucha.


En un periódico local Interacción Urbana, que siguió la causa desde el primer momento, salió un documento sobre agresiones y amenazas de muerte en el distrito de Almirante Brown, que ya se había publicado a fines de diciembre de 2002, y plantea directamente la responsabilidad del aparato del Pj en las patotas que asolan el distrito (como el caso de los docentes golpeados por la patota de Villaverde, las amenazas de muerte contra integrantes de la Asamblea de Longchamps, los violentos desalojos en Mármol y Don Orione, las amenazas a Darío Santillán previas a su muerte en Puente Pueyrredón, entre tantos otros casos que se fueron dando).


Los crápulas, los que deberían velar por la seguridad de los ciudadanos, su alimentación, su salud y su vivienda, se hacen los desentendidos, los que nada tienen que ver, y conocen bien a sus punteros, que como mafiosos se manejan en los barrios para tener a la gente como rehén.


No tan sólo no nos dieron respuesta por el tema de lo que me había sucedido a mí, sino que ratificaron las denuncias penales que tiene el Municipio en mi contra, y en contra de otro militante del Polo Obrero, y además nos dejaron el merendero sin mercadería por el “problema legal”. No nos reparten la mercadería desde febrero. Nos amenazan, nos golpean, nos secuestran, nos forrean de reunión en reunión sin darnos respuesta, ni al tema del terreno, ni a la investigación por lo que me ocurrió, ni siquiera nos entregan el alimento para los niños del merendero.


Lo único positivo que se hizo fue un pedido de la intendenta al Ministerio del Interior y el “pase” de personas que cumplían el horario por los planes en las delegaciones municipales de Glew y Longchamps, al Polo Obrero; porque la directora general de Empleo, Graciela Doldán, prohíbe en el distrito ese tipo de pases, y menos a organizaciones piqueteras duras. Incluso llegaron a decirle a un hombre que se moviliza con nosotros y quería transferirse, “que no había manera de hacerlo porque corría el riesgo de perder el plan” (¿?), “que a Indiana la tenemos marcada y tenemos problemas personales” (¿?), dijo Collmer, el delegado municipal, y la Sra. Irma Porto, a quien nunca le vi la cara.


¡¿Hasta cuándo vamos a seguir reuniéndonos con esta gente sin obtener ninguna respuesta?!


¡¿Hasta cuándo voy a tener que leer en la carátula “lesiones leves”?!


¡¿Hasta cuándo vamos a tener que poner plata de nuestros bolsillos para los merenderos, en vez de exigirles en forma tajante que entreguen lo que es nuestro y que se hagan cargo de la miseria que han generado ellos?!


Si no, que se vayan. Pero para que se vayan hay que echarlos. Solos no se van a ir. Y para echarlos hay que crear conciencia, conciencia de clase obrera para enfrentar de una vez y para siempre a la clase parasitaria y responsable de todos nuestros males: la clase capitalista. Debemos exigir a las autoridades municipales y provinciales que se individualice, se detenga y se castigue a los patoteros que me agredieron, que amenazan a otros mi litantes de otras organizaciones de Almirante Brown, a los que destrozaron el comedor del Polo en Glew amenazando a la compañera Mirta López y a los que pagan por “nuestra cabeza” en el distrito de Almirante Brown.


Los crápulas seguirán accionando si no les mostramos que somos fuertes, que no tenemos miedo y que mantenemos la unidad de acción. Si no nos dan una respuesta favorable deberemos marchar nuevamente al municipio, cortar avenida Monteverde o avenida Espora, donde más les moleste, y no irnos de ahí hasta que nos den una solución.


Acamparía, si fuese necesario, pero no podemos dejar que estos sinvergüenzas nos sigan forreando.