Libertades democráticas
16/7/2015|1372
Rodolfo Walsh: capturaron al genocida en Brasil
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Justo en el inicio de los alegatos del megajuicio Esma, donde se juzga, junto a otros 788, el asesinato del periodista Rodolfo Walsh, fue capturado uno de sus asesinos.
Roberto González, un policía federal que formaba parte de la patota de la Esma, fue capturado por la policía de Brasil en Río Grande do Sul. El tedioso trámite de extradición lo tiene en espera de su traslado a la Argentina para ser juzgado.
“Federico” o “Gonzalito” -sus alías- estuvo en la Esma entre 1976 y 1978 y fue uno de los que salió a la cacería del periodista y militante Rodolfo Walsh, quien difundía en esos días la Carta Abierta a las Juntas militares, donde ya denunciaba -en marzo de 1977- los asesinatos y desapariciones que estaban llevando adelante las fuerzas armadas.
González, prófugo desde 2005, vivía en Brasil con otro de los genocidas de la Esma, Pedro Osvaldo Salvia, también acusado de participar en el enorme operativo desplegado para asesinar a Walsh. Según trascendió, Salvia habría muerto, por lo que será otro de los genocidas declarados “inocentes” gracias a la impunidad biológica.
En el tramo anterior del juicio Esma, diez militares fueron condenados por el homicidio de Walsh. En el que está en curso en este momento se juzga a otro tanto.
Que González haya sido encontrado recién ahora, luego de haber participado él mismo en los juicios de la Verdad, demuestra la desidia del Estado y que, a 39 años del golpe militar, los genocidas mantienen vínculos y lazos que garantizan su impunidad. Las condenas firmes no superan la centena y la escasez de genocidas que se están juzgando representa sólo la punta del iceberg. Queda una gran cantidad de responsables y activos partícipes que conviven con el pueblo que masacraron. Para juzgar a González habrá que esperar un nuevo juicio de Esma, el que no ocurrirá en al menos dos años.
Los abogados de la Asociación de Profesionales en Lucha, activos querellantes en los juicios, seguiremos bregando por cárcel común, perpetua y efectiva para todos los genocidas. Compañero Rodolfo Walsh, presente, ¡ahora y siempre!