Alejo Romero, de 21 años, perdió la vida en medio de una persecusión policial del nefasto Comando de Patrullas tratando de que no le quiten la moto en un control.

Los controles de motos son moneda corriente en San Nicolás. Es una forma de control a la población y de recaudación, ya que por cada secuestro cobran por la recuperación del vehículo.

Para cualquier vecino nicoleño perder la moto es pasar a depender de los colectivos de Vercelli, cuando sabe que carece del dinero necesario para pagar los boletos, o caminar decenas de cuadras, no llegar a tiempo a la fábrica, al colegio o al hospital.

La gente no huye de la policía, lo que hace es tratar de que no le saquen la moto. Lo de Alejo no es el primer caso. Aún está vivo el asesinato de Ulises y de Ezequiel en el 2020. Y cómo la corporación policial, brazo armado del gobierno, armó la defensa del policía Moresco y de todo el accionar de brutalidad e impunidad ejerciendo enorme presión para impugnar los 17 años de condena.

Ante la muerte de Alejo está en marcha el mismo operativo de impunidad. Quieren defender el copamiento policial de la localidad, la persecución sistemática a los jóvenes como pantalla de los grandes negociados de Passaglia, el manejo mafioso del puerto y el narcotráfico.

La juventud y los trabajadores van a movilizarse para desenmascarar a la policía y al gobierno. La justicia por Alejo es juicio y castigo efectivo a los policías que lo persiguieron.

Hay que desmantelar el aparato represivo y organizar a los vecinos y trabajadores en los barrios por una salida popular a la inseguridad ciudadana, con la remoción de las cúpulas policías y una nueva fuerza civil controlada por vecinos y organizaciones de derechos humanos. Por transporte estatal con pasaje obrero y sanitario. Boleto estudiantil gratuito local y provincial.

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